hora no es en el campo militar donde libra batallas el general Vo Nguyen Giap, el héroe vivo más respetado de Vietnam. Tras luchar durante 70 años contra las potencias que quisieron hacer de su país una colonia; después de propinar a las tropas francesas la derrota definitiva que las obligó a capitular en mayo de 1954, luego de la batalla de Dien Bien Phu, y de pelear contra la mayor potencia militar de los tiempos modernos (Estados Unidos), el estratega de la guerra de guerrillas encabeza ahora otra gran campaña. Esta vez contra un país que él bien conoce y que expande sus intereses por todo el mundo: China.
Y es que la nueva potencia busca afanosamente materias primas de todo tipo para sostener su acelerado crecimiento industrial. Con ese propósito concede ayudas e invierte en África, Asia y América Latina. Quiere hacerlo en Vietnam, que tiene yacimientos de bauxita, mineral utilizado para producir aluminio. El gobierno vietnamita tiene la intención de entregar la explotación de esos yacimientos a compañías externas, una de ellas china.
El general Giap se ha unido a los especialistas en los temas del medio ambiente, economía, trabajo y salud, intelectuales, monjes budistas, veteranos de guerra y grupos sociales diversos para rechazar esa entrega y advertir al gobierno de los peligros que conlleva. No se trata solamente de garantizar la soberanía y la seguridad nacionales, alegan los inconformes, sino también de evitar la contaminación y los daños a la salud de los trabajadores de las minas y sitios cercanos. Y es que el saldo que tiene China en minería es muy negativo: es uno de los países con más víctimas entre los trabajadores; además de los daños que ocasiona a la salud de la gente, provoca alteraciones graves al medio ambiente.
Pero en Vietnam igualmente hay grupos sociales y de especialistas que exigen que se impida que, en aras de un falso desarrollo, el país destruya sus recursos naturales, contamine sus corrientes de agua y desaparezca su rica flora y fauna. Luego de los enormes daños que dejó la intervención estadunidense, Vietnam comenzó a resarcir y a diversificar su economía. Entre otras medidas, abrió su territorio a empresas maquiladoras, poco cuidadosas del medio. Ahora se conocen datos que muestran cómo esta industria no controla sus desechos, muchos de los cuales van a dar a la cuenca del río Mekong, compartida con Camboya y Laos.
Organizaciones internacionales advierten que, por la alta contaminación con mercurio y otras sustancias tóxicas que registra la cuenca, los delfines están en peligro de desaparecer. Ayer los vietnamitas derrotaron las fuerzas de guerra imperialistas; hoy deben poner en su lugar a las trasnacionales, no menos peligrosas.
Mientras tanto, en África se gana una batalla significativa contra una de las trasnacionales más poderosas: Shell. Hace 14 años Nigeria fue escenario de concurridas protestas para denunciar los daños que la actividad petrolera ocasionaba a la gente y al delta del río Níger. Las petroleras, todas extranjeras, tuvieron que abandonar dicha región. En represalia, el gobierno militar arrestó a los líderes del movimiento, entre ellos al poeta Ken-Saro-Wiwa. A finales de 1995 ejecutó a nueve de ellos, acusados de asesinato. Otros fueron torturados y encarcelados. No se hizo esperar la protesta internacional, que desde entonces exige justicia. Se culpa a la Shell del asesinato de los activistas y de alentar la represión militar. La trasnacional niega todo y busca limpiar su imagen. Anuncia que desea trabajar en armonía con el pueblo nigeriano y aprovechar los yacimientos de hidrocarburos.
Pero un tribunal de Nueva York puede condenarla por la muerte de Ken-Saro-Wiwa y sus compañeros, así como obligarla a pagar a sus familias y a los encarcelados injustamente. Es frecuente que las trasnacionales ganen los juicios entablados en su contra, pero son exhibidas por sus perversas políticas de corrupción e intervención. Ojalá no ocurra así ahora que un movimiento rebelde exige la autonomía del delta del Níger y se opone a la presencia de las trasnacionales petroleras. Ayer miles manifestaron pacíficamente su oposición y fueron reprimidos.