Proyecciones en un muro de 600 metros adentran al espectador en la historia de la ciudad
Los shows de Robert Lepage, creador del proyecto, deben tener poesía y emoción; El molino de la imagen tiene esos elementos, afirma Mario Brien, director de producción de la instalación
Viernes 10 de julio de 2009, p. 8
Quebec, 9 de julio. Una gran masa de concreto de 600 metros de ancho por 40 de alto (la pared de una fábrica de cereales frente al muelle del puerto de esta ciudad) mutó anoche en pantalla cinematográfica por la que, a través de imágenes multimedia, se realiza una parafernálica narración audiovisual que cuenta parte de la historia de esta estética urbe.
Desde la llegada de los primeros colonos, hace más de cuatro siglos, hasta la época actual, sobresale toda la iconografía que ha hecho de ésta una de las ciudades más fotogénicas y hermosas del mundo, por su localización geográfica, su planeación urbana y su historia
, diría Robert Lepage, creador de este proyecto-instalación, llamado El molino de la imagen.
Lepage, quebequense de nacimiento, es hombre de teatro. Ejerce, como sensei, las funciones de director, escenógrafo, dramaturgo, actor y realizador cinematográfico. Reconocido por el mundo de la cultura en el orbe, ha llevado a escena montajes originales que cuestionan los códigos de realización escénica clásica, debido a su gusto por utilizar nuevas tecnologías. Se inspira en la historia contemporánea, pero su catarsis creativa se mueve por una modernidad insólita.
Los cuatro caminos del origen
Al frente de Ex Machina, grupo cuya máxima es que la palabra teatro no debe aparecer en sus producciones, creó este proyecto que se presentó desde el año pasado para celebrar los 400 años de fundación de esta ciudad, pero ahora con cambios sustanciales en las proyecciones y la música, hecha por el compositor de bandas sonoras René Lussier, autor de la música del documental Crónica de un genocidio anunciado, entre otros.
El muelle del puerto de Quebec devino gran instalación –que puede ser apreciada gratuitamente–, la cual narra los llamados cuatro caminos que dieron existencia a esta ciudad: el del agua, por donde llegaron los primeros colonizadores; el de la tierra, por el que se adentraron a la conquista de este agreste terruño con temperaturas que alcanzan en invierno hasta 30 grados bajo cero; el del fuego, que representa la pugna casi eterna de los ingleses por arrebatar el lugar a los franceses (los primeros en llegar), y el del aire, que significa el avance de la tecnología.
El espectáculo en la pantalla de concreto, cuya producción (de 7 millones de dólares canadienses) tardó tres años en gestarse, hace sentirse inmerso en la historia. La música es una experiencia sensorial única; fue hecha a la par de las imágenes (extraídas por un grupo de investigadores que rascó en archivos de museos, de televisoras…), que podrán ser apreciadas algunas noches de julio, agosto y septiembre. Pero la intención es que la muestra permanezca cinco años más.
Para realizar esta impresionante exhibición se utilizan 27 videoproyectores de alta potencia –20 mil lúmenes (unidades de la cantidad de luz que emanan de un proyector que muestran millones de pixeles)–, además de 200 bocinas, así como una estación de radio, que cubre el ámbito de la ciudad, para que la gente que la observe desde muy lejos la pueda escuchar a través de su frecuencia.
Poesía y emoción
“Robert Lepage hace mucho teatro, ópera y cine. Tiene el sentido de que lo que hace es un espectáculo, no solamente algo como fuegos artificiales. En sus shows deben existir la poesía y las emociones que se generan en un escenario, con actores y dramaturgia. El molino de la imagen tiene esos elementos, aunque sea muy moderno”, comenta Mario Brien, director de producción de esta puesta, reflejo de lo que es Ex Maquina, compañía multidisciplinaria que aglutina a comediantes, autores, escenógrafos, marionetistas, productores de filmes, acróbatas, músicos y técnicos.
Los creadores de Ex Maquina consideran que el teatro necesita sangre nueva
, por lo que gustan de mezclar el arte histriónico con música, cine y multimedia. Provocan un encuentro entre científicos y dramaturgos, quebequenses y extranjeros.
En este nuevo proyecto trabajaron a diario 150 personas. Hay departamentos de luz, de sonido, de proyección, de estructuras, además de los que preparan las imágenes y la información.
“Se trata de una proyección arquitectural; por eso elegimos un edificio que tiene 600 metros de ancho por 40 metros de alto (de la empresa Bunge), ubicado frente a los silos del muelle del río San Lorenzo.
Las gráficas se proyectan mediante un sistema de computadoras. Los datos del sonido y de los proyectores se transmiten por fibra óptica. Con un espectáculo de amplitud como ésta no se pueden utilizar cables de cobre, porque se perderían la calidad y la velocidad
, dice el director de producción del espectáculo, Brien, oriundo de esta ciudad y que ha trabajado en el Auditorio Nacional, en el teatro Julio Castillo, así como en el Festival Cervantino, con grupos como Carbono 14.
La exhibición se presta para que el público la vea a buena distancia. Se trata de verdaderos documentos visuales, que vienen de museos, de archivos nacionales, de televisoras. Ahora, 20 por ciento de las imágenes y 30 de música se cambió con respecto del año pasado
, asegura Brien.
Dice Lepage que su Quebec fue la primera mapeada, dibujada, pintada, fotografiada y filmada. Hemos inventado algo que transforma, anima, presenta y celebra a la ciudad
, expresa.
Cabe señalar que este freak incesante de creación hizo su debut en el cine con Le Confessional, escrita y dirigida por él, la cual se exhibió en el festival de cine de Cannes en 1994. Pero ha sido autor de decenas de puestas y filmes, incluso escritos en inglés (aunque él esté muy orgullos de su francofonía, como todos los de esta ciudad), como Possible Worlds, en 2000. Pero ha sido autor de otras producciones, como: Geometry of Miracles (1998), Zulu Time (1999), The Far Side of The Moon (2000), La casa azul (2001), The Busker’s Opera (2004).
También dirigió el documental del Secret World Tour de Peter Gabriel, así como su gira Growing Up, en 2002. Tres años más tarde montó KA, espectáculo permanente del Cirque du Soleil, en Las Vegas.