El partido que más bajas tuvo fue el PAN, con 58 casos
La mayoría se retiró para ocupar posiciones de gobierno en sus entidades
Domingo 5 de julio de 2009, p. 6
Casi una tercera parte de los 500 diputados a la 60 Legislatura federal abandonó el encargo para el que fueron electos. Entre los cortos periodos ordinarios de sesiones y los largos recesos en San Lázaro 159 diputadas y diputados solicitaron licencias para retirarse a ocupar, la mayoría, posiciones de gobierno en sus respectivas entidades.
Para ese cúmulo de representantes populares, la de diputados, una de las cámaras que integra el Congreso federal, representó un trampolín para sus aspiraciones personales.
La solicitud de licencia de los diputados no implica la pérdida del derecho o fuero constitucional. La laxitud de las leyes en México permite que un legislador propietario –electo en la fórmula propietario-suplente– mantenga ese beneficio.
Así, al conceder la licencia a un representante popular, éste deja de ejercer la función, llamándose en consecuencia a su suplente, quien asume, al rendir la protesta respectiva, el carácter de diputado o senador, invistiendo a esa persona de la inmunidad respectiva.
Por esa razón y por compromisos políticos, la fracción legislativa más afectada en los pasados tres años, con tal oleada de licencias fue la del PAN. De sus 206 integrantes, más de una cuarta parte optó por hacerse a un lado, pues 58 de sus legisladores de ese partido se retiraron a cumplir funciones de gobierno
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Detrás del PAN, en tan notable estadística, siguen con el mismo número de licencias el PRD y el PRI. Ambas bancadas cambiaron sus exponentes notablemente con 37 legisladores, cada una, con permiso para no seguir ejerciendo las funciones para las que fueron electos.
Por lo que hace al PRD, cuyo grupo se compone de 126 integrantes, también más de una cuarta parte abandonó la Cámara de Diputados. Y en el caso del PRI la proporción se incrementó, porque más de una tercera parte de sus legisladores se retiró de San Lázaro. En este caso la persistencia de un mayor número de gobernadores de extracción priísta propició el llamado de muchos de sus representantes en el Congreso federal, sobre todo cuando éstos cumplieron negociaciones sustanciales para el interés de sus mandatarios en las administraciones locales.
Este fenómeno se concentra en la voluntad de los gobernadores de los estados, porque éstos tienen ciertos incondicionales que tras ser postulados por ellos a la Cámara de Diputados, y consecuentemente evaluados los resultados de su gestión en el Congreso, los llaman para instalarlos en sus gobiernos, o bien para que sirvan de cuñas para preservar sus intereses en los congresos estatales.
A los tres principales partidos en la Cámara de Diputados le sigue en el registro de más legisladores con licencia, el Partido Verde. De sus 17 diputados titulares, más de dos terceras partes, es decir 13 de ellos, abandonaron la legislatura para insertarse en diversas posiciones de la iniciativa privada o en búsqueda de continuar ocupando cargos en congresos locales.
También los partidos con una menor representación en el Congreso federal incurrieron en modificar la composición de sus bancadas. Convergencia, en seis de sus 18 curules resintió el peso de las licencias. En la bancada del Partido del Trabajo, con 11 registrados, dos de ellos abandonaron sus funciones. Mientras que en Nueva Alianza la proporción fue menor, pues de nueve, uno de ellos no cumplió con los tres años de trabajo legislativo.
Entre los panistas que solicitaron licencia y con ello abandonaron sus cargos de representación popular se encuentran Jorge Zermeño, Manuel Minjares, Felipe Borrego Estrada, Rogelio Carbajal, Juan de Dios Castro y Javier Maawad.