El hijo pródigo ha vuelto. El enigmático caricaturista, promotor cultural y teórico de arte mexicano Marius de Zayas (1890-1961), por fin ha regresado a su patria, de donde salió en 1907.

El retorno ha sido posible gracias al exhaustivo trabajo de investigación emprendido por el historiador Antonio Saborit, quien sustentó la exposición Marius de Zayas: un destierro moderno, que se presenta en el Museo Nacional de Arte (Munal), ubicado en Tacuba 8, Centro Histórico.

En ese contexto se dio a conocer la biografía intelectual y artística que recupera una de las figuras fundamentales para entender el arte contemporáneo, según Agustín del Moral, director editorial de la Universidad Veracruzana (UV), quien junto con el gobierno del estado de Veracruz y el Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), publicaron el libro Una visita a Marius de Zayas, de Saborit y el fotógrafo David Maawad. La edición contó con la gestoría y coordinación de Alberto Tovalín Ahumada.

Investigación exhaustiva

Antonio Saborit quiso escribir originalmente un ensayo biográfico sobre De Zayas, pero jamás se imaginó que “la suerte me llevara a Sevilla y al hijo de Marius, Rodrigo, quien en la primavera de 1996 me dijo: ‘te pido que no escribas nada sobre mi padre hasta que veas qué hay en esta casa’. Durante los pasados 13 años he ido una vez al año a encerrarme de dos o tres semanas en el archivo de Marius, trabajando contrarreloj.

“Muy temprano en el camino me encontré con la disyuntiva de seguir con el proyecto de escribir mi ensayo bibliográfico o hacer lo que decidí: poner en circulación, primero, los escritos de Marius.

“Ya salieron los dos primeros libros y está un tercer volumen listo sobre mi mesa de trabajo que va a ser muy difícil de publicar, entre otras cosas, porque tiene 600 cuartillas y son todos sus escritos sobre arte.

Es todo lo que he podido consultar en diversos archivos, no sólo en Sevilla, sino fundamentalmente en la Universidad de Columbia donde hay una parte relevante de su acervo.

Para el poeta, ensayista y crítico literario Evodio Escalante, todo indica que, en términos absolutos, Marius de Zayas es el primer vanguardista mexicano.

En su calidad de promotor cultural, curador, teórico de arte y artista, De Zayas se adelanta a Diego Rivera, a David Alfaro Siqueiros, a José Juan Tablada, a Manuel Maples Arce y a quienes ustedes quieran nombrar.

Sin embargo, la irradiación múltiple de su influencia está poco estudiada entre nosotros, y no sería exagerado decir que permanece casi desconocida. Al respecto, agregó: Me queda claro que la etapa vanguardista de Tablada habría sido impensable sin el influjo de su amistad con De Zayas, quien le da a conocer a Apollinaire y le abre el camino de los experimentos en el terreno de la poesía visual.

Víctima de un pillo

La investigadora literaria, Esther Hernández Palacios, ex directora del Ivec, ahora titular del Museo de Arte del Estado de Veracruz, expresó que el trabajo de Saborit sobre De Zayas nos va a hacer reconsiderar muchas cosas a todos los que nos hemos dedicado muchos años a escribir sobre la vanguardia, léase Tablada o los estridentistas.

El historiador y crítico de arte Francisco Reyes Palma dijo ignorar si la presente publicación y otras aparecidas en los años recientes, evitarán alguna vez que De Zayas deje de ser considerado como la parte olvidada de la vanguardia mexicana, su objeto perdido, algo que desde una genuina perspectiva internacionalista resultaría irrelevante; mas no desde los actuales sistemas de visibilidad y hegemonía cultural, con su cuota de representación nacional y su tinte chovinista camuflados.

Para validar el aporte de De Zayas, acotó Reyes Palma, “bastaría sólo con su trabajo de 1914, en especial la serie de caricaturas abstractas, nacidas al contacto con Francis Picabia en París, y publicadas en la revista Camera Work”. Pero, ¿por qué tras alcanzar una cima artística con sus sicografías y poemas visuales, De Zayas parece retirarse de la producción de arte y dar un vuelco hacia el silencio?, preguntó el ponente.

Saborit lo atribuyó en parte al dinero: Walter Conrad Arensberg (coleccionista) le confió dinero para que a su vez Marius se lo prestara a un pillo que se llama Charles Vignier, quien era su socio en París, que lo terminó estafando de manera brutal. Al final, Marius tuvo que enfrentar la deuda, rematar todo, cerrar la galería. Creo que este episodio humillante fue clave en 1921-22 para que Marius bajara las cortinas. Por supuesto, el otro fue el amor. Conoció a la que más adelante sería su segunda esposa.