El fallo falló al tribunal electoral electoral
En riesgo, la suerte de la institución
so de que las sentencias del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son inatacables funciona, desde luego, en los ámbitos del juego legal que se impuso al sistema electoral, pero fuera de ese círculo, a ras de piso, en el Metro, en el café y en casi todos los ámbitos de la agitada cotidianidad citadina, la decisión de los magistrados de ese tribunal es atacada y repudiada.
Se diga lo que se quiera, el fallo falló, y para muestra basta Iztapalapa. Por lo pronto, el ánimo de la gente en aquel lugar para votar por el candidato del Partido del Trabajo para delegado va en aumento. La presencia de la gente en los mítines a que convocan Clara Brugada, Andrés Manuel López Obrador y Rafael Acosta, Juanito, demuestra que las decisiones injustas, en ciertos casos, pueden revertirse, y eso resulta grave, muy grave.
Puede haber quienes, ciegos de ambición, se nieguen a ver lo evidente, y a partir de eso traten de excluir de su realidad las irregularidades que exhibió la resolución del tribunal. Pero eso es lo que menos importa. Lo verdaderamente de fondo es la respuesta de la gente ante la afrenta.
Lo importante es que la sentencia puso en peligro a la institución, no sólo por el también creciente descrédito al que la expusieron los magistrados, sino porque, de triunfar la opción PT, el voto de los miembros del máximo tribunal de ¿justicia? electoral será juzgado y sentenciado, y con ello, desafortunadamente, la suerte de la institución.
Para los funcionarios del tribunal tal cosa parece no importarles en absoluto, ya que por la vía del hecho parecen querer mandar al diablo a la institución, que a fin de cuentas sirve para lo que tenía que servir y lo demás no es relevante. No les importa la gente porque nada tienen que ver con ella ni con su voluntad, y su poder no proviene del consenso popular. Nada le deben a la población, por eso tampoco le rinden cuentas.
Así, además de los enjuagues políticos que pudiera encubrir la sentencia del tribunal, se expone a una institución al descrédito total. Si, como dijimos, el PT gana en Iztapalapa, del rimbombante Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no quedará ni un trife, apenas será una pequeño tribilín.
De todo esto deben estar conscientes los mismos magistrados, y desde luego quienes manejan el poder en el país, y seguramente no dejarán que la institución pueda caer en total desgracia, por lo que la elección en la delegación Iztapalapa cada vez se convierte en asunto de la mayor importancia para la vida política y democrática del país, y, por tanto, en una elección peligrosa.
De pasadita
Dicen que hay de encuestas a encuestas, pero siempre la encuesta será de quien la manda trabajar. Total, una de las más recientes que se exhiben en la página de una de las más afamadas empresas dedicadas a esos menesteres dice que en Miguel Hidalgo el PAN, como partido, tiene un punto más que el PRD: 21 contra 20, pero cuando se trata de saber a quién escogerían los habitantes de esa delegación, la candidata del PRD, Ana Gabriela Guevara, tiene 30 por ciento de las simpatías contra 29 del representante del PAN.
Lo anterior podría no ser sorpresa si se tiene en cuenta el trabajo de Gabriela Cuevas como delegada en Miguel Hidalgo, pero lo que sí es sorprendente es que en el otro bastión panista: Benito Juárez, el maestro Bernardo Bátiz esté apenas por encima de su contrincante azul, lo que rompería aquel mito de que en esa delegación, si el PAN postula una vaca, sus habitantes votan por ella. ¿Será verdad?