Por decisión propia, Isaac es su nombre. Desde muy pequeño fue violado y durante varios años fue monaguillo en la iglesia donde fue ultrajado. Pederestia, drogas y abusos crueles estuvieron presentes hasta el fin de su vida.

Éste es el hilo conductor de la obra Se acabó el tiempo del amor, de Emilio Carballido (1925-2008), que este viernes será estrenada en el inusitado escenario de la capilla del ex convento de Culhuacán, que además ofrece otros elementos adicionales: la mirada ocasional de las personas que acuden al panteón contiguo a visitar las tumbas de sus seres queridos y la participación de 12 actores del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena (LTCI) en la ciudad de México.

El personaje central de esta obra fue violado desde muy pequeño y pasó toda su vida como monaguillo, con el trastorno perenne de que la violación fue perpetrada por un sacerdote, explica María Alicia Martínez Medrano, fundadora y directora del LTCI, quien al referirse al montaje señala la vigencia del tema y la mirada precursora de Carballido al concebirla en los años 70 del siglo pasado, a partir de un hecho real.

Ese niño, continúa Martínez Medrano, crece en el seno de la iglesia como si ésta fuera un territorio aislado del país, pero en realidad lo que el dramaturgo quiso plasmar fue un lugar enclavado en el Distrito Federal o en algún sitio del México cotidiano.

Cautivo de la Iglesia

Cuando Isaac cumple 17 años se percata de la realidad en la que se ha ocultado. No han cambiado las cosas que lo dañaron de por vida y también se niega al sentimiento del amor, refiere Alicia Martínez Medrano.

Posteriormente escapa y la Iglesia lo vuelve a reclutar; entonces decide romper de manera definitiva con la mujer con la que pensaba casarse, porque cree que su deber es permanecer con la institución religiosa, a costa de los sentimientos.

En ese estado de bloqueo, Isaac se pierde y todo el tiempo reparte órdenes de Dios en las esquinas, en las casas y en su propia familia, donde es rechazado. Todos lo abandonan, incluidos sus padres y hermanos, y termina durmiendo en la iglesia, de donde huye de nuevo debido a los abusos sexuales.

Isaac, prosigue la directora escénica, vaga por las calles y recibe limosna. Duerme donde puede, ya sea en un automóvil viejo o en el frío asfalto de la urbe, y ya no sabe qué responder a lo que le preguntan. Lo violan otra vez, lo patean y matan.

Con esta obra, el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena comienza una temporada que culminará en agosto. En este escenario al aire libre presentará: Se acabó el tiempo del amor y Antes cruzaban ríos, de Emilio Carballido, y La televisión enterrada, de Tomás Espinosa.

El montaje de las tres obras, para las cuales se invertirán cerca de 500 mil pesos, se realiza en el contexto del programa México en Escena, apoyado por el LTCI, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el ex Convento de Culhuacán y el Centro Comunitario del lugar.

Rescate y difusión de arte escénico

Uno de los objetivos de este proyecto es llevar el teatro a comunidades indígenas y marginadas de cualquier lugar del país; tratamos de promover ese arte escénico en todos los lugares; incluso del estado de Veracruz hemos recibido una invitación para crear otro laboratorio, dijo la productora Delia Rendón Novel.

Otros aspectos que caracterizan esa iniciativa del LTCI es la idea de crear más públicos, así como ofrecer accesibilidad a todas las personas mediante precios populares. En el ex convento de Culhuacán se cobrará a 10 pesos la entrada y las funciones se realizarán los fines de semana del 19 de junio al 13 de septiembre.

La obra es de un lenguaje muy accesible, es ingeniosa y tiene escenas festivas pese al trágico argumento del montaje.

Para Rendón Novel, Se acabó el tiempo del amor es absolutamente vigente a más de tres décadas de haber sido escrita por el maestro Emilio Carballido.

El gusto y la aceptación de las personas por observar el montaje, añade la productora, se percibe con los que acuden al panteón colindante a llevar flores a sus difuntos y observan con atención los ensayos.

El Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena inició actividades en Tabasco, en 1983. Durante más de 35 años, Alicia Martínez Medrano, directora de este proyecto artístico, ha trabajado con comunidades campesinas e indígenas de todo el país para rescatar y difundir el arte escénico.

El ex Convento de Culhuacán, sede de la temporada de teatro mexicano, se ubica en la calle Morelos 10, cerca de la avenida Taxqueña y Tláhuac, en Culhuacán, delegación Iztapalapa.

Las funciones se efectuarán los viernes, sábados y domingos a las 19 horas.