osé Ángel Córdova Villalobos, titular de la Secretario de Salud (Ssa), estuvo hace algunas semanas en Ginebra, Suiza, con motivo de la asamblea de la Organización Mundial de Salud (OMS). Llevaba el encargo de solicitar una compensación económica para México, pues, en opinión del gobierno del que forma parte, lo realizado por nuestro país para contener la epidemia de influenza A/H1N1 había sido de utilidad para proteger al resto del mundo de la enfermedad. O, dicho en palabras del licenciado Felipe Calderón: con las acciones realizadas, México estaba defendiendo a la humanidad.
La doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, con la paciencia y amabilidad que la caracterizan, accedió a tomarse una foto y recibir el documento que Córdova llevaba en un fólder de piel; luego, disculpándose, le cerró la puerta para dedicarse a asuntos más interesantes y urgentes, como evaluar la evolución de la epidemia en el mundo. El secretario de Salud, como era de esperarse, regresó con las manos vacías. Pero además, durante su estancia en Ginebra no logró percatarse del nivel de las deliberaciones entre los expertos sobre el curso de la patología a escala global. Y luego, nunca se dio tiempo para observar con atención la tendencia de crecimiento de los casos en el mundo, y el número cada vez mayor de países afectados por el nuevo virus.
Por eso, días antes de que la OMS declarara la transición de la fase 5 a la 6 en la alerta sanitaria –la más alta en la escala global de esta organización, con lo que el mundo ingresa a la primera pandemia de influenza del siglo–, el secretario Córdova había dicho que consideraba la posibilidad de levantar por completo la alerta sanitaria en México. Esto muestra cuál es el nivel de nuestras autoridades de Salud… Creo que más claramente no se pueden decir las cosas.
La declaratoria de pandemia por el nuevo virus H1N1 es un cubo de agua fría sobre un triunfalismo decretado en México basado en razones económicas y políticas, pero no en argumentos médicos ni científicos. La insistencia en que las cifras de casos en nuestro país va a la baja, y que la epidemia está completamente controlada o que, de plano, ya se acabó, se enfrenta a una realidad testaruda, con brotes diarios de la enfermedad en diferentes estados de la República y muertes casi todos los días… ya vamos en 109.
A propósito de los casos confirmados y las muertes, como dije aquí la semana pasada, mientras en México el mayor número de casos se observa en abril y su descenso se produce en mayo y los primeros días de junio, en Estados Unidos y Canadá (países que al igual que México fueron los inicialmente afectados) ocurre lo contrario: menos casos en abril y crecimiento sostenido de los confirmados en mayo y junio. Además, el virus se extiende por el planeta, lo que llevó a la OMS a declarar la pandemia. México se va quedando solo. ¿Cómo explicar esto? Es sorprendente… Lo primero que se me ocurre al ver estas gráficas es estornudar sobre la cara interna del codo.
La información transparente y certera a la sociedad no ha sido la característica de las autoridades de Salud mexicanas ante la epidemia (¿ya puedo decir pandemia?), lo cual resulta muy peligroso. Sé que una afirmación de este tipo tiene que contar con un sustento. Hay muchos ejemplos de datos confusos y ocultamiento de la información que se han acumulado desde abril. Se podrían dar varios ejemplos –como mantener en la oscuridad las fechas de origen de las muestras que aún no han sido procesadas–, pero me voy a referir aquí a un solo aspecto: las muertes. Las dos terceras partes de los decesos ocurridos por el nuevo virus de la influenza A/H1N1 han ocurrido en México. Esto ilustra inequívocamente la enorme debilidad de nuestro sistema de salud.
A partir del 27 de mayo se eliminaron dos gráficas de los informes de la Ssa. La más importante, a mi juicio, es sobre el número de muertes por la fecha en que ocurrieron. Hasta ese día, cuando el número de víctimas era apenas de 89, se habían registrado (entre los días uno y 19), 35 decesos en el mes de mayo. Esto significa que hay una información paradójica, pues mientras se afirma que el número de casos confirmados en ese mes va a la baja, el número de muertes por la enfermedad, sólo en ese periodo, fue el más alto ¡en todo el planeta! Claro, queda el recurso de decir que las muertes ocurridas en mayo eran de muestras rezagadas. Pues que lo digan; a ver cuánto resiste el Instituto Nacional de Referencia Epidemiológica en la justificación de la mentira. Como sea: ¿por qué eliminaron esa información? ¿Por qué la gente sigue muriendo en México por el nuevo virus A/H1N1 cuando la epidemia está controlada o ya se acabó?
Me parece lamentable que las autoridades sanitarias no se den cuenta de que el mundo entero y los mexicanos están revisando escrupulosamente sus datos. ¿A qué están jugando?
Finalmente, la Ssa ha minimizado el cambio de fase 5 a 6 de la OMS, al decir que las medidas que implica esta transición ya se pusieron en marcha en México. Hay una irresponsabilidad tremenda. En las últimas semanas se han enviado a la sociedad mensajes contradictorios. Las medidas preventivas se han relajado en todo el país ante el anuncio optimista de la Ssa de que la epidemia ha sido derrotada. Se desaprovechó la oportunidad para determinar acciones permanentes ante el nuevo virus A/H1N1. No sólo hay que esperar al invierno, ni basta con formarse en la lista de compradores de una futura vacuna. Hay que empezar de nuevo y decir la verdad. Es indispensable eliminar los mensajes triunfalistas y volver a poner el énfasis en la protección de nuestra población.