n un artículo aparecido el 6 de abril pasado, dos profesores, uno de Berkeley y otro de Dublín, mostraron la evolución de la crisis a partir de indicadores globales. Con esta referencia llegaron a la conclusión de que la crisis que estamos enfrentando desde hace varios meses es tan dura como la de 1929-33. En su artículo advirtieron del error de comparar esta crisis con la de 1929 a partir solamente de información para la economía estadunidense. Si se considera solamente este referente, se produce una imagen que Krugman caracterizó como la mitad de una Gran Depresión
Los autores decidieron actualizar su artículo con la última información disponible (6/6/09). Su análisis puesto al día confirma sus conclusiones anteriores, ya que el producto industrial global mantiene un recorrido muy cercano al observado en 1929 y no aparecen brotes verdes
por ningún lado (Eichengreen y O’Rourke, A tale of two depressions, www.voxeu.org/index.php?q=node/3421). Los mercados de valores efectivamente han tenido un rebote perceptible desde marzo, al tiempo que el comercio mundial se ha estabilizado, pero siguen inmersos en una ruta que no es distinta de la recorrida en 1929, aunque las respuestas de política económica en esta crisis han sido mucho mejores que en la anterior.
En la información periodística de las últimas semanas se ha mencionado insistentemente que empiezan a observarse brotes verdes
, lo que indicaría que la recesión tocó fondo y muy pronto iniciaría la recuperación. Estos brotes verdes
han aparecido en los mercados de valores de distintas partes del mundo. También ha habido una ligera recuperación en el volumen del comercio mundial y en el producto parecen observarse reducciones en el ritmo de caída. Estos indicadores, sin embargo, son de carácter nacional y la crisis que estamos viviendo es eminentemente global.
Para ciertos países, vistos individualmente, la situación es la siguiente: en Alemania y Reino Unido el producto industrial está cayendo en forma similar a la de 1929, mientras en Francia e Italia la situación actual es peor que en la Gran Crisis. En Canadá y Estados Unidos el producto industrial está cayendo en línea con la crisis de 1929 y no se aprecian signos de que pueda haber algún viraje. En Japón el nivel del producto industrial de febrero de 2009 fue 25 por ciento menor a su equivalente de 1929, aunque en marzo hubo un rebote importante.
Para México las cosas están absolutamente claras. Aquí no se puede hablar ni siquiera de que pudiera dar la impresión de haber algunos brotes verdes en ciertos sectores. Por el contrario, todos los indicadores disponibles dan cuenta de que la situación recesiva se ha agudizado y que lo peor aún no ha llegado. La producción, las exportaciones, el empleo, las remuneraciones reales y las remesas indican una contracción severa que será del orden de -5 por ciento del PIB. El recorrido de nuestra economía está acercándose a lo ocurrido en 1929 y, a diferencia de lo que ha pasado en los países desarrollados, la respuesta de política económica del gobierno mexicano ha sido completamente inocua.
En momentos en los que en el mundo entero se ha utilizado el gasto público como palanca para tratar de detener la caída de la economía, en México el gobierno está preocupado por la disminución de los ingresos. No ha entendido que es una consecuencia de la contracción económica que se vive y que hace falta apoyar la demanda de los grupos más vulnerables y de los asalariados para que el mercado interno pueda generar estímulos que aminoren el impacto de la caída de las remesas y de las exportaciones.
Sin esta respuesta la caída de nuestra economía persistirá tiempo después de que en Estados Unidos la economía se haya recuperado, lo que no parece posible antes del primer trimestre de 2010. Éste es uno de los temas centrales de cualquier planteo hacia el futuro. Quizá por eso mismo no aparezca en las campañas electorales.