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La intención de Washington de instalar escudo antimisiles en Europa, principal escollo

EU y Rusia mantienen disensos de fondo sobre nuevo pacto para desarme nuclear
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 9 de junio de 2009, p. 22

Moscú, 8 de junio. A poco menos de un mes de la cumbre que tendrán aquí los presidentes de Rusia, Dimitri Medvediev, y de Estados Unidos, Barack Obama, las cancillerías de ambos países ultiman propuestas para consensuar los parámetros generales de un nuevo pacto de desarme nuclear, pero todavía no han podido superar serias discrepancias de fondo.

Los mandatarios, al reunirse por vez primera en Londres el pasado abril, expresaron el deseo de firmar este año un documento que sustituya el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés), el cual vence el próximo 5 de diciembre.

Hasta donde puede saberse –por las inevitables filtraciones interesadas, pese al hermetismo que prima en este tipo de negociaciones–, el principal escollo aún es la intención de Estados Unidos de instalar una estación de radares en la República Checa y 10 interceptores en Polonia, componentes de la tercera zona de posicionamiento de su escudo antimisiles que Rusia califica de amenaza directa a su seguridad nacional.

Los equipos de expertos que encabezan, por Estados Unidos, Rose Gottemoeller, subsecretaria de Estado, y por Rusia, Anatoli Antonov, director general de seguridad y desarme de la cancillería, no encuentran una fórmula de compromiso para resolver esta diferencia esencial que restringe los alcances del nuevo START.

Moscú considera que es insuficiente el reciente anuncio de Washington de que recortará en cerca de 15 por ciento (mil 400 millones de dólares) el presupuesto para su sistema de defensa antimisiles global el año siguiente.

El recorte presupone suspender la instalación de misiles interceptores estratégicos GBI en Alaska (ya hay ahí 26 rampas de lanzamiento, y otras cuatro en California); dejar de desarrollar el programa MKV (sistema para batir blancos múltiples desde un interceptor); congelar el programa KEI (misil interceptor estratégico más rápido que el GBI), y no adquirir un segundo avión Boing-747 dotado de láser químico (utilizable como interceptor de misiles balísticos).

Para el Kremlin, más que un gesto conciliador de la Casa Blanca, son medidas impuestas por la crisis económica en Estados Unidos, por cuanto no afectan sus planes de desplegar componentes en Europa oriental.

El problema, visto desde la perspectiva de los expertos rusos, es muy simple: la estación de radares en la República Checa y los interceptores GBI en Polonia vulneran la capacidad de respuesta nuclear de Rusia desde la parte central del país.

Ahí –en las regiones de Ivanovo, Tver, Saratov y Kaluga, así como en la república autónoma de Mary El– el ejército ruso concentra dos terceras partes de sus misiles y una tercera parte de sus ojivas nucleares, distribuidas en 385 sistemas y 231 rampas de lanzamiento de misiles, principalmente SS-19 y Topol-M.

Desacuerdos sobre evaluación de arsenales atómicos

Aunque el escudo estadunidense antimisiles es la mayor divergencia, no es la única. Los negociadores del nuevo START aún no se ponen de acuerdo, por poner un ejemplo de los muchos aspectos pendientes, en cómo evaluar los arsenales nucleares, en caso de que la reducción de armamento estratégico no implique destruir, sino sólo desmontar, las ojivas nucleares, que se podrían almacenar.

Lo mismo ocurre con los portadores. Los expertos locales argumentan que la intención de Estados Unidos de desmontar las ojivas nucleares de parte de sus misiles Trident-II y de remplazarlas con cargas convencionales, supuestamente con la idea de poder emplearlos en la lucha contra el terrorismo internacional en Afganistán, en realidad pondría a Rusia en desventaja.

Sostienen que, ante un cambio repentino de coyuntura, sería relativamente sencillo y rápido volver a poner cabezas nucleares en esos misiles, que una vez lanzados no habría forma de determinar qué tipo de carga llevan.

El tiempo apremia y mucho queda aún por negociar para que la cumbre de Medvediev y Obama en Rusia despeje el camino para concertar un nuevo pacto de desarme nuclear, cuya firma, coinciden en señalar ambos mandatarios, sería la mejor forma de marcar el reinicio de la relación bilateral.