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Google y el monopolio de la cultura de los libros
BENEFACTORES ALTRUISTAS DEL PLANETA
Imaginemos que una empresa generosa se ponga la tarea de rescatar todos los libros descatalogados y olvidados que pacientemente esperan el Apocalipsis en los estantes de las bibliotecas del planeta. Supongamos que alguien quisiera impedir que millones de páginas llenas de conocimiento sobre los más diversos temas se pierdan, por lo que estaría dispuesto a pagar, de su propio bolsillo, el proceso de escaneo, para llevar todas esas obras al cyberespacio. Dichos benefactores de la humanidad existen, se trata de la empresa Google, la cual no sólo ha convertido el acto de buscar información en internet en una actividad cotidiana, indispensable y a menudo confiable, sino que se han dedicado a crear un arsenal de herramientas, en gran medida gratuitas, como Google maps, Google docs, buscadores de imágenes, de videos, de noticias y Gmail, un fabuloso servicio de correo, entre otras. ¿Qué nos piden a cambio estos héroes de la era de la información? Poca cosa: aparte de nuestra paciencia, quieren nuestra atención e información acerca de nuestros gustos, intereses, secretos y actividades en línea. Google asegura que no guarda la información de sus usuarios, sin embargo, basta ver que los anuncios pagados que acompañan los resultados de cada búsqueda están relacionados con las palabras clave que hemos tecleado. A fin de cuentas, nosotros somos el mejor producto de Google.
EL PROYECTO SECRETO
En 2002 Google comenzó algo que denominó su proyecto secreto de libros, el cual evolucionó en Google Book Search. Google descubrió una inmensa mina de información que nadie parecía estar explotando y decidió apropiarse de ella. A partir de 2004, Google negoció acuerdos con algunas de las bibliotecas más importantes del mundo, con la intención de escanear más de siete millones de libros. Con esta medida se daría acceso al público cibernauta a libros agotados y descontinuados, algunos (aquellos anteriores a 1923) no protegidos por los derechos de autor, y otros aún bajo esa protección. Google ha puesto una demanda masiva o Class Action suit para controlar a perpetuidad los derechos de los libros digitalizados; de ganar, obtendrían la licencia para explotar estos libros (obras huérfanas que conforman la amplia mayoría de lo que hay en las bibliotecas), que están situados en un limbo cultural (no se pueden comprar y algunos tampoco reimprimir) y hasta cierto punto hacer lo que quiera con ellos, lo cual les permite una situación de monopolio del conocimiento sin precedente histórico. Para consolidar este poder...
LA MEGABIBLIOTECA CON MIL OJOS
La idea era sin duda excelente: bibliotecas públicas y privadas darían acceso a Google a sus colecciones, los libros escaneados e indexados serían puestos en línea y los cibernautas podrían consultar partes de estas obras y serían dirigidos a las bibliotecas donde se pueden consultar. Sin embargo, la verdadera intención de Google parece ser ofrecer las obras ellos mismos, a través de un sistema de pago por libro o suscripción. Las librerías deseaban tener sus colecciones digitalizadas, pero en principio no contaban con los recursos (cuesta alrededor de 10 centavos de dólar escanear cada página de un libro) por lo que la oferta de Google pareció oportuna, ya que recibirían copias digitalizadas de sus libros. Sin embargo, los contratos negociados con las librerías contenían previsiones draconianas que en gran medida les arrebataban los derechos de uso de sus libros digitales. De consumar sus ambiciones, Google podría convertirse en la megabiblioteca del siglo xxi , en el recurso absoluto y totalizador que emplearán las generaciones venideras. Un control semejante, aparte de sus implicaciones comerciales, también implica que alguien siempre sabrá qué y cómo leeremos.
UN BIG BROTHER GENEROSO
Ahora bien, Google se ha convertido vertiginosamente en un gigante al cual fácilmente podemos imaginar como un cyberBig Brother y, si bien es indispensable mantenerse alerta ante la perspectiva de que una empresa se convierta en monopolio del saber, es claro que hasta ahora Google ha ofrecido de manera gratuita sus productos, muchos de los cuales son extremadamente útiles. Es difícil imaginar qué hará esta empresa con el acervo de Harvard, de las las universidad de Nueva York, Michigan, Oxford y Columbia; lo que es cierto es que Google trata de borrar las diferencias entre una biblioteca para el público general y una de investigación, además de que hará mucho más accesible el material de estas instituciones, y todo esto es agradecible.
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