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El Foro

Mishima: una vida en cuatro capítulos

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Ken Ogata es Mishima
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a 29 edición del Foro Internacional de la Cineteca inicia hoy con la proyección de Mishima: una vida en cuatro capítulos (Mishima: a life in four chapters, 1985), del estadunidense Paul Schrader (director de American gigolo, 1980; guionista de Taxi Driver, 1976). Se trata de una cinta que no tuvo estreno comercial en México y que, 24 años después de haber sido filmada, se presenta en copia remasterizada, al tiempo que circula también en un estupendo paquete de video digital, de la colección Criterion. Por largo tiempo los seguidores en México del músico Philip Glass han estado familiarizados con el soundtrack del filme, sin tener acceso a las imágenes que la acompañan. Cinéfilos, melómanos y lectores del novelista japonés celebrarán, sin duda, la recuperación de esta cinta.

El Mishima de Paul Schrader opta por un enfoque peculiar en su aproximación biográfica. Su énfasis obligado (por presiones de la viuda del novelista) lo hace en la trayectoria artística del escritor, con alusiones muy tangenciales a su vida sexual o afectiva. Divide así la narración en cuatro partes, tres de las cuales corresponden a obras literarias emblemáticas, y una final al episodio más perturbador de su existencia: la desesperada arenga que hace a cadetes del ejército nipón desde lo alto de una terraza, luego de tomar como rehén a un alto comando militar, para que se unan a él en la defensa de las tradiciones nacionalistas. Ante el fracaso y la mofa de quienes le escuchan, el escritor opta por el suicidio, eviscerándose a través del ritual seppuku.

Cada una de las partes de esta narración posee un estilo propio bajo la arriesgada paleta cromática del cinefotógrafo John Bailey. Sobriedad del blanco y negro para la exploración biográfica: infancia de Mishima, despertar de su deseo homoerótico (cuyo símbolo mayor es la fascinación por el martirio de San Sebastián), primer distanciamiento con el servicio militar, opción por el quehacer literario, pasión por el fisioculturismo (el vigor juvenil como exorcismo de los estragos de una vejez indeseada), e ideología ultranacionalista. El heroico intento por alcanzar la armonía entre la pluma y la espada.

Colores encendidos para la escenificación de pasajes de algunas novelas (El templo del pabellón dorado, La casa de Kyoko, Caballos desbocados), con alegorías caprichosas, entre expresionistas y barrocas, que son elogios de la belleza, el arte y la acción. Cabe lamentar la ausencia u omisión deliberada de títulos tan autobiográficos como Confesiones de una máscara o Colores prohibidos, donde es transparente la lucha espiritual del escritor por conciliar la disidencia sexual y la defensa militar y política de las tradiciones. El veterano actor Ken Ogata (La balada de Narayama, Shohei Imamura, 1983; El libro de cabecera, Peter Greenaway, 1996), interpreta de modo notable al controvertido Mishima, particularmente en la secuencia del suicidio ritual que abre y cierra la película, y que concentra en pocos momentos la complejidad del combate espiritual y la entrega artística del personaje.