uebla e Indios casi estropean el sueño finalista de Pumas y Pachuca. Los auriazules transitaron en la liguilla por el camino del sufrimiento, juego de garra, pero trompicado, deslucido, y dependieron en alto grado de la fortuna. A su vez, los superlíderes tuzos no tuvieron problema ante Jaguares, pero casi pierden el boleto ante los indómitos de Ciudad Juárez... Al final, la lógica imperó y los equipos irán por su sexta corona.

Ricardo Ferretti es por antonomasia el gran perdedor de las liguillas. En más de 20 años como timonel sólo tiene un título, el conquistado con Chivas en el Verano 1997, justo frente a Enrique Meza, quien conducía a los coloridos Toros Neza.

En aquella serie los mexiquenses, con Antonio Mohamed al frente, salieron vapuleados 6-1, en una de las finales más desniveladas, donde el Gusano Nápoles se despachó con cuatro goles. Meza y sus pupilos llegaron mal al estadio Jalisco después de que el dueño Juan Antonio Hernández rehusó dar al técnico un aumento salarial, le dijo que sus Toros jugaban solos y no necesitaban técnico.

Desde entonces el Tuca sólo cosechó derrotas. Perdió las finales con Guadalajara ante el Necaxa de Raúl Arias, luego, al frente de Tigres cayó ante Pachuca, dirigido por Alfredo Tena. Y ya en su segunda etapa con Pumas dejó escapar el cetro frente al Atlante, de José Guadalupe Cruz.

En contraste, Ojitos Meza tiene un récord envidiable: 62 partidos en series finales con 31 victorias. Es el máximo ganador en los torneos cortos con cuatro cetros, tres conseguidos con Toluca y el reciente hace dos años con Pachuca. De alzar el cetro, empataría en el tercer sitio a Javier de la Torre, con cinco copas, sólo superado por Raúl Cárdenas (seis) e Ignacio Trelles (siete).

Las formas de trabajo también contrastan. El equipo de la UNAM no se reforzó y optó por dar continuidad a gente de la cantera. Se observó la consolidación de elementos como el Pikolín Palacios, Efraín Velarde, David Toledo, el regreso de Pablo Barrera, el apoyo al zurdo Fernando Morales y el surgimiento de David Cabrera... La lista es alentadora.

Pachuca tiene buena labor en fuerzas básicas, pero el filtro hacia el primer equipo es un embudo, porque realiza una exagerada importación de jugadores que llegan para quedarse, para naturalizarse y hacer huesos viejos. Fue común ver jugar al cuadro tuzo hasta con ocho elementos no nacidos en el país. De ahí la ironía por el automote de equipo de México.

Pumas ya no contará con la ventaja de su mejor posición en la tabla general, que le dio el boleto contra Puebla, y necesita mejorar mucho en la definición. El orgulloso plantel auriazul requiere más que garra, dinámica y el admirable apoyo de su afición para no depender tanto de la veleidosa suerte.

El pintoresco Puebla se quedó a dos pasos del premio mayor e igual suerte corrieron los Indios. La apuesta para ellos era la salvación y se convirtieron en la bocanada de aire fresco del torneo y la liguilla. Desafortunadamente su precaria situación económica los convierte en una incógnita y casi es un hecho que el siguiente año de nuevo batallarán con el porcentaje.

Esos equipos fueron el escenario ideal para el regreso de jugadores que tomaron un segundo aire y que con la mano en la cintura hoy pueden cotizarse alto en el próximo draft, como serían Daniel Osorno, Duilio Davino, Felipe Ayala, Javier Saavedra, Javier Malagueño y la revelación Juan de la Barrera.

Los Venados de Mérida se convirtieron en el favorito al ascenso tras coronarse en la primera A. Disputarán la plaza que dejó Necaxa en el máximo circuito contra Querétaro, conjunto que tuvo un pésimo torneo y que durante los cuartos de final se la pasó haciendo rounds de sombra, en espera de conocer a su rival.

El resto de los equipos continúa la planeación del siguiente certamen, Monterrey confirmó en la dirección técnica a Víctor Vucetich, Tigres y Cruz Azul mantienen a sus seguidores en espera de noticias bomba, tanto en la directiva como en el timón, y otros regresan de vacaciones, pero la mayoría apuesta por la continuidad y sigue en la búsqueda de refuerzos.

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