Opinión
Ver día anteriorViernes 22 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Y si Dios fuera mujer?
L

a mafia de Salinas sigue gobernando, y atrás de ella, la jerarquía católica, la Iglesia de los hombres. Tal vez por eso ni Televisa ni Tv Azteca hablaron del mayor escándalo político reciente. ¿Qué puede ser peor que la corrupción y la infiltración del narcotráfico al más alto nivel de la clase política de México? Porque si en entrevista con Carmen Aristegui, Miguel de la Madrid dijo estar arrepentido por haber impuesto a Carlos Salinas como presidente, al percatarse de que su manera de concentrar el poder fue a base de robos al erario, negocios ilícitos con el Estado y asociación con los narcos; y si, como escribió el estafador Carlos Ahumada, Salinas compró los famosos videos contra funcionarios del Gobierno del Distrito Federal completando los pagos y orquestando el complot con Diego Fernández de Ceballos, Enrique Peña Nieto y Elba Esther Gordillo, para luego negociar los videos con Vicente Fox a cambio de la libertad de Raúl, el hermano incómodo; si así derrotaron a López Obrador e impusieron como presidente a Felipe Calderón, y todavía hoy Emilio Gamboa, actual coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, obligó al ex presidente De la Madrid a desdecirse de sus declaraciones contra los Salinas, es un hecho que la alianza PRI y PAN ha sido muy efectiva y que, desde 1988, la misma mafia sigue gobernando.

Algo que también le debemos a Salinas y a los panistas es el debilitamiento del Estado laico. No olvidemos que el primero fue quien restableció en 1992 las relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, acción que no responde por cierto a su fervor católico, sino a la necesidad de legitimarse después de un fraude electoral descomunal y a la perspicacia de saber utilizar la manipulación religiosa para fines políticos y electorales –algo que tal vez le aprendió a su compadre Bush senior–, y que para los panistas siempre ha sido su fuerza de movilización.

Por eso hoy los movimientos, los partidos y los gobiernos de izquierda tienen que ubicar el reforzamiento del Estado laico y la lucha contra la corrupción como prioridad de sus plataformas. Porque ahí se apoya la defensa de la democracia y de la soberanía del pueblo. La democracia, bien entendida, busca reducir las desigualdades y garantizar las libertades para tener una vida digna, y actualmente la laicidad es una condición indispensable para tener elecciones limpias y ejercer las libertades ciudadanas.

Las elecciones y las regulaciones del cuerpo evidencian la débil democracia y las alianzas de la mafia política, del PRIAN, con la jerarquía eclesial, la firma de una agenda común para restringir las decisiones y manipular a la gente. ¿O cómo entender que las fracciones parlamentarias del PRI se han sumando a las del PAN para prohibir totalmente el aborto en 11 estados de la República? ¿Por qué Felipe Calderón se niega a decretar el 17 de mayo como Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia? Renato Sabbadini, cosecretario de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por sus siglas en inglés), explicó recientemente que la homobofia, ese miedo o discriminación hacia la homosexualidad, es un rasgo siempre marcado por la enorme desigualdad entre hombres y mujeres; en la homofobia, lesbofobia y transfobia yace la creencia de que los hombres y las mujeres no deberían ser iguales (Agencia Notiese, 16/5/09).

Abrir el acceso al aborto no es solamente respetar la maternidad voluntaria, sino el derecho al placer sexual que tienen las mujeres, y no solamente los hombres; atrás de la homofobia está también el desprecio hacia lo femenino, así como la negación del derecho al placer sexual que tienen homosexuales, lesbianas, trans o intersex. El derecho a la igualdad nos invita a votar por los partidos que de manera sostenida han apoyado los derechos sexuales y reproductivos: las y los legisladores del PRD, del PSD, de Convergencia y del PT. Cada quien tendrá sus preferencias y las trayectorias personales son importantes; hoy es sustancial reforzar el Estado laico y dejar en minoría a la derecha partidista (PRI y PAN) para poder rescatar la soberanía y nuestras libertades.

Después de su muerte, Mario Benedetti nos sigue dando lecciones:

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.