Ante los sondeos negativos y las crecientes críticas al desempeño del Instituto Federal Electoral (IFE), el consejero presidente del organismo, Leonardo Valdés, sostuvo que esta autoridad no funciona a partir de los tiempos ni de las estrategias electorales de los partidos, ni son los medios los que ponen la agenda de trabajo. El organismo no participa como candidato ni es instrumento al servicio de alguna fuerza política.

En la sesión del Consejo General, la representante panista, Dora Alicia Martínez, aludió a la caída de la confianza ciudadana en la autoridad electoral, y adjudicó gran parte de ella al retraso en responder a las quejas. Pareciera que a algunos asuntos se les da demasiada celeridad y a otros, por descuido, negligencia o quizá por dolo, no se les atiende oportunamente.

La discusión sobre la confiabilidad del IFE derivó también en alusiones a los llamados que diversos analistas de medios electrónicos han hecho a abstenerse de votar. El consejero Alfredo Figueroa destacó el impacto que tendría para el Estado mexicano hacer caso de dichas posturas: “es el mejor vehículo para la regresión autoritaria; no lo olvidemos, por más rating que dé cada mañana a los locutores de radio”.

Su postura fue secundada por el panista Roberto Gil, quien dijo que los llamados a no votar de algunos opinadores en ejercicio de su libertad de expresión, como fórmula de castigo a los partidos políticos, también lo sería para las instituciones y para el sistema democrático. Estamos muy a tiempo de atajar este tipo de debates, indicó.

En la sesión de ayer lo menos debatido fueron los dos temas agendados: una queja del PAN contra el PRI por presunta campaña anticipada en Durango, y una sanción a una radiodifusora.

El debate se centró en la imagen del IFE y el desempeño que ha tenido a lo largo del proceso electoral, a partir del cuestionamiento panista a los tiempos y el sentido de la resolución de las quejas.

La comparación panista desató una respuesta colectiva de los consejeros y el secretario ejecutivo, Edmundo Jacobo Molina, que, con sus matices, salieron a la defensa del organismo.

Este último asumió plenamente la responsabilidad de los retrasos en la resolución de quejas exclusivamente, por lo que no me parece correcto que se impute la misma a los consejeros. Más adelante descalificó la sugerencia panista de que había dolo detrás de la forma en que se resuelven las querellas: no me parece correcto que se aduzca dolo; hubo ineficiencia, pero no es por mala intención. Tratamos de traer todos los casos en el orden en que llegan para su atención.

Por su parte, el consejero Figueroa sostuvo que “si hay planteamientos en torno a Internet, ‘muy mal’, dicen los comentócratas; si no entramos a Internet, muy mal”, dijo en alusión a la ola de críticas que le generó al IFE la intención de regular este medio la semana pasada.

Figueroa consideró que la reforma electoral ha lanzado nuevos desafíos al organismo, pues se le dieron atribuciones al instituto para regular sujetos que el Estado mexicano entero no ha podido en toda su historia. Si se quiere seguir criticando, está bien, pero hay que poner algunos elementos en la argumentación que se propone.

En el mismo tenor habló el consejero Marco Antonio Gómez Alcántar, aunque fue más radical en la descalificación a las críticas al IFE, y definió que los sondeos que han salido son sesgados. La autoridad no puede ser rehén de encuestas ni de medios de comunicación. Guste o no, con polémica o sin ella, el instituto tiene que ejercer sus facultades que nos pusieron o nos impusieron los legisladores.

En contraste, el consejero Arturo Sánchez asumió las críticas de los medios como parte de un ejercicio democrático, y sugirió que hay actuaciones personales de consejeros que pudieron haber agregado para que estas percepciones sobre el desempeño no vayan lo mejor posible.

Reconoció que la nueva legislación expone más al IFE a la crítica.

El consejero, Marco Antonio Baños consideró que la caída de la confianza ciudadana en el IFE es relativa si se asume el hecho de que aún prevalece como una de las instituciones con mayor respaldo social.