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Actividades no agropecuarias ganan terreno en el medio rural
El autoempleo y las actividades no agropecuarias han ido ganando espacios en el medio rural de México, a tal grado que entre 1980 y 2002 registraron un aumento de más de 300 por ciento, mientras que las tradicionales actividades agropecuarias se incrementaron sólo en 50 por ciento, reporta un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el cual resalta que el medio rural muestra además un cambio demográfico significativo, con una disminución considerable de la población con edades inferiores a los 15 años, lo cual derivará en una disminución de la oferta laboral en el sector en el futuro. El análisis, “El mercado rural laboral en México: caracterización y agenda de investigación”, elaborado por Gerardo Esquivel, consultor de Desarrollo Agrícola de la CEPAL en México, destaca que en general los ingresos rurales son escasos y ello se evidencia en la pobreza que prevalece en el medio rural, pero en años recientes se ha observado “cierta mejoría” derivada precisamente de la creciente diversificación hacia actividades más rentables, sobre todo las no agropecuarias, y también tiene que ver el monto creciente de remesas y los apoyos de programas sociales como Oportunidades.
Al respecto, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) reporta en su VIII Censo Agrícola, Ganadero y Forestal 2007 un total de tres millones 227 mil unidades productivas (UP) que reciben ingresos de la producción agropecuaria y forestal. Esta cifra salta, si se observa que en el Censo Agropecuario 1991, el antecedente del de 2007, se muestra que las UP que reportan “sólo actividad forestal o agropecuaria” suman tres millones 765 mil 384. La comparación sugiere que entre 1991 y 2007 más de 500 mil unidades dejaron de generar productos agropecuarios o en su caso dejaron de percibir ingresos de la actividad. El documento de la CEPAL destaca la condición de ingresos y salarios escasos. Los salarios pagados en el medio rural, señala, son en su mayoría bajos. El 52.3 por ciento de los trabajadores recibía al cierre de 2007 dos salarios mínimos o menos, 25.4 por ciento entre dos y tres salarios mínimos, 15.18 por ciento entre tres y cinco, y 3.7 por ciento cinco salarios mínimos o más.
Jóvenes vulnerables. La estrechez económica tiene efectos sobre todo en la población joven, la cual, dice CEPAL, se caracteriza por falta de oportunidades de acceso a la tierra –a diferencia de la población de mayor edad, que tiene en sus manos este recurso–, y por tanto, tiene restringidas sus posibilidades de producción, y como resultado ha tenido que buscar alternativas laborales como asalariado agropecuario (peón de campo o jornalero) o en algunos casos como trabajador no agropecuario. “Un grupo importante de jóvenes y adultos jóvenes de estados rurales se han incorporado al mercado laboral rural en condiciones relativamente desventajosas”. Ingresan inicialmente al mercado laboral en actividades agropecuarias sin remuneración alguna y luego buscan contratarse como peones o jornaleros. Estas personas, dice la CEPAL , tienden a mostrar poca mejoría en sus ingresos y son las más susceptibles de permanecer en condiciones de pobreza. Así, la paradoja es que “la población más joven, no productora (involucrada en actividades ajenas al agro) tiende a tener un mejor nivel de ingresos (aunque quizá no de consumo) que la población mayor por varios factores” asociados a la baja productividad de la tierra, a la orientación de los productores mayores a la producción de cultivos tradicionales (de precio bajo relativo con otros como hortalizas) y a la necesidad de los jóvenes de buscar una mayor diversificación de actividades. Educación limitada. La situación de escasos ingresos en el agro está relacionada con el nivel de instrucción de la población rural. Los datos de cierre de 2007, muestran que 40.9 por ciento tiene primaria incompleta, 31.2 primaria, 23.02 secundaria completa y 4.78 por ciento educación media y superior.
En su reflexión sobre los bajos ingresos, el texto de la CEPAL señala que “a pesar de que se han logrado avances importantes en la reducción de la pobreza rural en los últimos años, es necesario profundizar sobre las causas de ésta, sobre las formas de combatirla y sobre el rol de la migración, las remesas y la educación, como mecanismos alternativos para abandonar situaciones de pobreza rural”. El análisis resalta que el limitado acceso a servicios financieros mínimos en el sector rural tiene implicaciones sobre las decisiones laborales de los trabajadores del sector, ya que esto, aunado a los bajos ingresos que se perciben en este medio, impiden la posibilidad de ahorrar e invertir en oportunidades productivas que podrían traducirse en un mejor ingreso . (LER)
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