14 de mayo de 2009     Número 20

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Guatemala

La agricultura: números rojos

Juan Pablo Ozaeta

Guatemala es un territorio de 108 mil 889 kilómetros cuadrados. De sus casi 13 millones de habitantes, más de la mitad se ocupa en la agricultura. La importancia de esta actividad no sólo es económica sino que también tiene un significado cultural para los pueblos mayas.

No obstante, el Censo Agropecuario, realizado en 2003, demostró que de 822,188 personas que se ocupan en la agricultura, 45 por ciento son productores y productoras agrícolas de infrasubsistencia (poseen menos de 0.7 hectáreas de tierra); otro 46 por ciento muestra condiciones de subsistencia (entre 0.7 y siete hectáreas). Sólo seis por ciento califica en la categoría de excedentarios (con predios de siete a 45 hectáreas ) y un dos por ciento está dedicado a la agricultura comercial (cada productor posee más de 45 hectáreas ).

Sorprendente resulta que mientras ese dos por ciento comercial concentra un 57 por ciento de la superficie cultivada del país, el 45 por ciento de infrasubsistencia utiliza únicamente el tres por ciento de la tierra cultivable.

Las condiciones de vida de esta gran cantidad de población campesina son tan precarias que –aunque hay quienes tienen posibilidades de producir para autoconsumo– sus ingresos no alcanzan a satisfacer sus necesidades alimentarias más básicas.

Al relacionar el salario mínimo agrícola con el precio de la canasta básica alimentaria, se confirma que el primero está muy por debajo del segundo.

En 2008, el salario mínimo era de 184 dólares (según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. FAO ). Ese año se presentó una fuerte subida de los precios de alimentos, provocada por la crisis del modelo neoliberal. Así, en enero de 2008 la canasta básica alimentaria se calculaba en 217 dólares, es decir que el salario sólo alcanzaba a cubrir el 85 por ciento. Pero la situación empeoró en julio de 2008, cuando la canasta básica se calculó en 260 dólares, con lo cual sólo podía cubrirse el 74 por ciento de las necesidades alimentarias.

Si consideramos la canasta básica vital, en julio de 2008 el salario mínimo agrícola sólo pudo cubrir 41 por ciento de ésta.

Pese a tales condiciones de vida, la población campesina ha sido históricamente la que produce los principales alimentos de la dieta guatemalteca como son el maíz, el frijol y el arroz. El Censo Agropecuario determinó que 68 por ciento de la producción de maíz blanco y 88 por ciento del frijol se obtienen de pequeños productores.

Sin embargo, la apertura comercial, principalmente con Estados Unidos, y el desmantelamiento de las instituciones estatales de fomento de la producción agrícola y alimentaria han interferido para que la agricultura campesina siga siendo el principal proveedor de alimentos, y nos ha hecho cada vez más dependientes de las importaciones de granos de Estados Unidos.

Cifras de 2007 muestran que 85 por ciento del consumo nacional de arroz proviene de las importaciones. Del maíz amarillo que se utiliza en el país, 72 por ciento es importado. Igualmente, se depende casi en cien por ciento de las importaciones de trigo para satisfacer el consumo nacional. El maíz blanco y el frijol, que no se incluyeron en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC-CAUSA) aún mantienen importantes niveles de autosuficiencia en el país.

Guatemala tiene 723 mil 580 hectáreas aptas para el cultivo de maíz y están subutilizadas. Si estuvieran en manos campesinas, se podría abastecer al país de ese grano que se está importando, y con ello se evitaría la dependencia de los mercados internacionales. Para esto, la demanda histórica de la población campesina en Guatemala es la reforma agraria integral, una posibilidad real de cambiar los números de negativo a positivo.

Investigador del Instituto de Estudios Agrarios y Rurales, Guatemala

Campaña

Vamos al grano Guatemala

Hace apenas 25 años, Guatemala producía todo el maíz para el consumo humano, industrial y animal. Había una importante producción nacional de arroz y, aunque marginal, también había trigo.

Hoy somos un país altamente dependiente de las importaciones de granos básicos y estamos supeditados a las variaciones de los precios internacionales, lo que pone en riesgo el bienestar y la vida digna de todos los guatemaltecos. La tortilla, el pan y demás alimentos de la canasta básica suben de precio a merced de lo que pasa a escala internacional y no de lo que acá puede producirse.

Los procesos de apertura comercial potenciados por el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos han desprotegido la producción nacional de granos básicos al permitir la entrada de cereales a menor precio, subsidiados en Estados Unidos.

En Guatemala existe la capacidad y el conocimiento de hombres y mujeres para retomar el papel abastecedor desde la pequeña producción campesina. Pero es necesario que el Estado cumpla con sus obligaciones con la población y en especial con los campesinos, quienes han alimentado al país por muchos años. No debemos olvidar que 51 por ciento de la producción de maíz se genera en parcelas de menos de cinco manzanas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La mayoría de los productores de maíz son de pequeña escala (91.7 por ciento de los que cultivan maíz blanco y 97.1 de los dedicados al maíz amarillo). Estos mismos campesinos contribuyen al 67.5 por ciento de la producción nacional de maíz (blanco).

El incumplimiento de las obligaciones estatales hacia las necesidades concretas de la producción campesina de granos básicos ha provocado que los campesinos enfrenten cada día mayores problemas. No existen planes de asistencia técnica adecuados, ni acceso al crédito para los campesinos y campesinas y los precios de producción están sujetos a muchos factores externos.

Es importante destacar que la falta de financiamiento agrícola afecta mucho más a las mujeres que no cuentan con documentación personal ni escritura registrada, requisitos necesarios para ser acreditadas. No debemos olvidar que las mujeres participan activamente en tareas agrícolas durante casi todo el ciclo de producción. Su participación es casi igual a la de los hombres en la siembra y superior en la cosecha y post-cosecha; asimismo, se les reconoce un rol central en la selección de los tipos de maíces presentes en las diferentes regiones de Guatemala. Ello da cuenta del rol de las mujeres en la conservación de los recursos genéticos del maíz.

Pese a lo anterior, no existen correspondencias entre su participación y el acceso a los recursos productivos, así como tampoco tienen acceso a las tierras. Por ejemplo, la Ley de Transformación Agraria mantiene la idea de que el hombre es el jefe de familia, la Ley del Fondo de Tierras no da ni una garantía para que las mujeres puedan tener acceso directo al uso y propiedad de la tierra, lo que en la práctica significa que ellas quedan excluidas del acceso al patrimonio familiar agrario. En general, las mujeres que trabajan en el campo son consideradas como mano de obra familiar no remunerada, lo que las coloca en desventaja en el acceso a un crédito o a una asistencia técnica de calidad.

Vamos al grano y actuemos ... (argumentos a favor de la agricultura)

Mejorar la producción agrícola es un paso fundamental para que despegue la economía de un país. Sin embargo, en Guatemala la evolución de las cifras de inversión pública y privada en la producción campesina de granos básicos por parte del Estado van totalmente en la dirección opuesta.

A escala mundial estamos sufriendo la agudización de los problemas de acceso a alimentos, por ello es un momento crucial para que las políticas de Estado se dirijan al fomento de la producción nacional campesina de granos básicos.

Apoyemos la producción campesina de granos básicos…

• Todos y todas debemos de estar juntos para apoyar la producción campesina de granos básicos en Guatemala.

• Las 18 organizaciones que conformamos la campaña “Vamos al Grano, Guatemala en manos de todas y todos” estamos convencidos de que el Estado de la República debe ser el garante del derecho a la alimentación de la población guatemalteca y, por consiguiente, debe dar un apoyo decidido a la producción campesina de granos básicos reconociéndoles sus derechos al acceso de medios de producción, recursos productivos y tecnología, por medio de diferentes vías.

• En primer lugar, respaldando y aprobando la Ley de Desarrollo Rural Integral.

• En segundo lugar, definiendo otras leyes y políticas públicas de fomento a la producción y comercialización de granos básicos enfocadas en la siguiente dirección:

• El Estado de Guatemala debe asumir compromisos concretos para destinar mayor presupuesto para la producción y comercialización campesina de granos básicos.

• El Estado debe definir y desarrollar un plan de asistencia técnica que responda a las verdaderas necesidades y condiciones de hombres y mujeres y debe asignarle presupuesto realista.

• El Estado debe recuperar el sistema de almacenamiento público de granos comprados a precios justos y que se fundamentan en los costos de producción a los campesinos, con el objetivo de ejercer un rol de regulación de precios, con miras a garantizar un sistema de reservas alimenticias. En este proceso es clave facilitar el acceso a tecnología para la cosecha, potenciando el papel que las mujeres han asumido en este proceso.

• Se deben facilitar canales de crédito agrícola para la producción campesina de granos básicos.

• El Estado debe dar una atención especial a las mujeres productoras de granos básicos y debe reconocer el rol y el aporte productivo directo que realizan.

• El Estado debe definir planes de asistencia técnica y crediticios que presten especial atención a las demandas de las mujeres productoras.

“¡Vamos al grano, Guatemala en manos de todos y todas!”