INVERSIONES
Martes 12 de mayo de 2009, p. 22
Europa fue un lugar sombrío durante los difíciles tiempos políticos y económicos del siglo XVII. Pero el estado de ánimo en América Latina era diferente, como ha observado el historiador Ruggiero Romano. Mientras en Europa caían la población, el consumo y la producción, las colonias españolas prosperaban.
Las empresas españolas que han hecho muchos negocios en América Latina esperan que ésta siga la misma tendencia también esta vez. Hasta ahora ha resultado más resistente a la crisis financiera global que España, donde un auge de una década se ha detenido. El desempleo en aquel país ha llegado a 17%, más de dos veces el promedio europeo. El FMI prevé que el PIB español se contraiga 3% este año y 0.7% en 2010. En contraste, se espera que la producción económica en América Latina se encoja menos y se recobre más rápido. La fortaleza institucional de la región debe protegerla de lo peor de la crisis, según Alfredo Arahuetes, decano de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid.
Telefónica, empresa española de telecomunicaciones y la mayor inversionista española en la región, afirma que América Latina será el motor de su crecimiento en los años venideros. Las firmas proveedoras de servicios básicos también se muestran optimistas. La percepción es que las operaciones en América Latina se vuelven nuevamente una fuente de fortaleza
, señala Sergi Aranda, director de operaciones latinoamericanas de la compañía Gas Natural.
Desde la crisis del tequila
en México, en 1994, hasta el colapso de Argentina en 2001, las compañías españolas andaban en la montaña rusa en la región. Luego de casi dos décadas de frenética actividad, España es hoy día la mayor inversionista en la zona, después de Estados Unidos. La primera ola de interés serio comenzó en 1993, luego de la instauración del mercado único europeo. Frente a creciente competencia y al riesgo de posturas hostiles de grandes rivales en Europa, las firmas españolas se volvieron a América Latina en busca de utilidades y operaciones en mayor escala.
Esta tendencia coincidió con una ola de liberalización en la región. Impulsadas por la afinidad cultural y el idioma común, las empresas españolas invirtieron un promedio de 9 mil 700 millones de dólares al año de 1993 a 2000, sobre todo en Argentina, Brasil y Chile, refiere Arahuetes. Las crisis posteriores y ciertas políticas nacionalistas redujeron el entusiasmo. Muchas firmas ibéricas hicieron cuantiosas adquisiciones en Europa y Estados Unidos para equilibrar su exposición a América Latina. Aun así, continuaron invirtiendo en ésta, aunque a un ritmo menos frenético.
Las cifras son pasmosas. Seis empresas realizaron 95% de la inversión española en América Latina: Telefónica, Repsol, Santander, BBVA, Endesa e Iberdrola, según un estudio de Enrique Alberola, economista del Banco de España. También Gas Natural y Unión Fenosa hicieron grandes inversiones. Todo esto generó una utilidad de operación de 28 mil 900 mdd en 2008. En las seis mayores inversionistas españolas, América Latina representó un gran trozo (16-51%) de sus ganancias (ver tabla).
Telefónica ha hecho la mayor apuesta, con un total de 100 mil mdd. Los analistas creen que los activos en América Latina representan un tercio del valor de la empresa, que asciende a 147 mil mdd, deuda incluida. Aun tomando en cuenta los dividendos y honorarios de manejo repatriados en el curso de los años, las inversiones de Telefónica en la región valen apenas 60% del costo original. Pero las valuaciones de las telecomunicaciones han disminuido en todas partes. Y el desempeño de Telefónica en América Latina ha mejorado marcadamente en los seis trimestres anteriores, indica Jonathan Dann, analista de JPMorgan. Ha ganado o sostenido participación de mercado en todos los grandes mercados, excepto Colombia. Los inversionistas parecen respaldar su estrategia: sus acciones han sobrepasado el rendimiento de las de sus rivales en los 10 años pasados, y a partir de que ocurrió el ahogamiento del crédito, en agosto de 2007.
No todas las inversiones tienen el mismo potencial. Repsol lo aprendió de la manera más dura cuando adquirió YPF, que era la empresa petrolera del gobierno argentino, lo que duplicó de la noche a la mañana el tamaño de ésta. Repsol pagó 15 mil mdd en 1999, sólo para ver que la economía del país entraba en caída libre dos años después. YPF no pudo aprovechar el auge petrolero porque los controles de precios la obligaron a vender por debajo de las tasas de mercado. Y sus reservas disminuyen. Repsol vendió 15% de YPF el año pasado a un empresario local, con un préstamo de la misma Repsol. Aun así, desde 1999 YPF le ha proporcionado un promedio de más de mil 300 mdd en utilidades anuales. Y la suerte de Repsol en América Latina mejora: el año pasado, la empresa realizó, en Brasil, Perú y Bolivia, tres de los cinco mayores descubrimientos de crudo y gas del mundo.
América Latina es también importante para Santander y BBVA, los dos bancos más grandes de España. En 2008 la región representó 43% de las utilidades operativas de Santander y más de mitad de las de BBVA. Pese a que ambos bancos sufrieron un grave descalabro durante la crisis argentina de 2001, BBVA compró la participación de los otros accionistas de su filial mexicana en 2004. Esa apuesta tuvo éxito: la división generó 2 mil 800 mdd en utilidades netas durante 2008, contra una inversión total de 8 mil 350 mdd. Pero la economía mexicana se ha contraído de manera aguda. La contracción de los créditos mexicanos durante los tres primeros meses del año ha deteriorado las utilidades del BBVA en la región. Pese a ello, México y Brasil aún ofrecen mayor potencial que España. Santander ha fortalecido su presencia en Brasil, donde adquirió el Banco Real durante la segregación del grupo bancario ABN AMRO en 2007.
América Latina no es un fondo de inversión perfecto para las empresas españolas. Las recientes devaluaciones de algunas divisas latinoamericanas han afectado sus utilidades. Pero si la región se recupera de la recesión con cierta rapidez, esto justificaría su decisión de invertir tan lejos de casa.
Traducción de textos: Jorge Anaya