Domingo 10 de mayo de 2009, p. 22
Washington, 9 de mayo. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está listo para revivir el sistema de comisiones militares para juzgar a los detenidos en la prisión de la base naval de Guantánamo, Cuba, pero con más protecciones legales para los acusados.
Las nuevas normas impedirían el uso de evidencia obtenida mediante interrogatorios coercitivos, informó el diario The Washington Post, el cual citó a funcionarios del gobierno estadu- nidenses que no identificó.
Según el rotativo, las reglas propuestas también volverían más difícil la admisión de testimonios sobre rumores y permitirían a los detenidos en Guantánamo, que el mandatario planea cerrar antes de enero de 2010, mayor libertad para escoger a sus abogados.
El Post citó a un funcionario de la Casa Blanca, quien aseveró que aún no se ha tomado una decisión definitiva. Sin embargo, una fuente declaró al periódico que el plan aún requiere la aprobación del presidente de Estados Unidos.
Después de que asumió el cargo, en enero pasado, el gobernante ordenó una suspensión de cuatro meses de los juicios en Guantánamo, mientras su gobierno decidía continuar con los procesos en tribunales civiles ordinarios de Estados Unidos o mantenía los criticados tribunales militares especiales, establecidos por el gobierno republicano de George W. Bush.
Ampliarán la suspensión de juicios para reos en Guantánamo
Funcionarios señalaron al Post que el gobierno de Barack Obama buscará la próxima semana una extensión de 90 días a la suspensión de los juicios. Luego reanudaría las comisiones militares en suelo estadunidense, probablemente en bases del ejército, indicó un abogado informado sobre el plan.
No obstante, el presidente aún evalúa qué hacer con los 241 detenidos y los republicanos han aprovechado el tema al advertir que no es posible tenerlos prisioneros dentro de Estados Unidos.
Organizaciones de derechos humanos anunciaron que opondrán resistencia masiva a la reanudación de los juicios.
La prisión de Guantánamo fue abierta para recibir a sospechosos de terrorismo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos, y se convirtió en símbolo de los abusos y las detenciones sin que se presentaran cargos durante el gobierno de Bush.