En sus tres lustros, el Papalote Museo del Niño nunca había cerrado por más de un día cada año, pero ahora, debido a la contingencia sanitaria por el brote de un nuevo tipo de influenza, estuvo inactivo casi dos semanas. En ese tiempo perdió más de 6 millones de pesos por el no ingreso de unas 40 mil personas, el sostén principal de este museo privado.

El pequeño fondo que tenía se agotó, pero Marinela Servitje, su directora, no considera que el Papalote esté en quiebra, y en dado caso se recurriría a un préstamo, dice antes de partir a una reunión con autoridades culturales y directivos de museos, donde con seguridad se anunciará un programa de apoyo emergente y se lanzará una campaña en pos del público perdido.

El Papalote, con una nómina de 500 empleados, se recuperará, afirma Servitje, quien acaba de despedirse de la esposa del presidente Felipe Calderón, Margarita Zavala, que acudió con sus tres hijos para apoyar la reapertura ayer del recinto y disfrutar de la exposición temporal sobre Einstein y de la película Gran Cañón: río en riesgo, en la megapantalla Imax.

Revisión médica a la entrada

Los visitantes comenzaron a llegar en grupos, a cuentagotas, a partir de las 10 de la mañana, y después del mediodía se habían vendido unos 80 boletos, muy pocos para un museo que recibe hasta 3 mil personas diariamente y unas 80 mil en promedio al mes.

A la entrada se instaló una mesa donde una doctora revisaba a los visitantes y les aplicaba un cuestionario sobre los síntomas de la nueva influenza: fiebre, escurrimiento nasal, dolor de cuerpo, de cabeza. No les entregaban cubrebocas, pero casi todos los visitantes lo portaban, aunque sí les proporcionaban gel o toallitas antibacteriales.

Desde la entrada varios letreros indicaban la mejor manera de estornudar, tapándose boca y nariz con la parte interna del codo, así como el uso del cubrebocas o el lavado constante de manos con agua y jabón.

Los niños se mostraban más que felices, pues no sólo salían del encierro y escapaban de lo que varios analistas llaman exageradas campañas de miedo, sino que ingresaban por la puerta grande a la aventura del juego y la ciencia.

En las varias salas de exhibición, los cuates o asesores de los niños limpiaban de manera constante los diversos juegos y experimentos, ya que el atractivo principal del Papalote es que todo se puede tocar y manipular.

El cierre durante casi dos semanas por la contingencia sanitaria, dice Marinela Servitje, ha sido algo difícil, con un impacto económico muy fuerte. El Papalote no tiene subsidio del gobierno y los donantes te ayudan para patrocinar niños, pero no para cubrir la operación.

Servitje sabe que los días recientes representaron un sacrificio, pero asegura que van a recuperar lo perdido. Hemos estado hablando con el patronato del museo, vamos a hacer un fondo patrimonial para ya tener uno de ahora en adelante, y los propios directores y subdirectores del museo van a sacrificar una parte de su sueldo. Todos tenemos que hacer un esfuerzo muy grande, porque nuestras finanzas sí se vieron desequilibradas.

La directora general también dice: Esto nunca nos había pasado, el fondo patrimonial del museo era muy chiquito, de unos cuantos millones, y se agotó. Vamos a invitar a las empresas fundadoras y el propio patronato va a ayudar a conformar ese fondo patrimonial, porque todos los museos privados grandes del mundo, lo tienen. E informa que se cancelaron muchos proyectos, como las actividades nocturnas y las visitas escolares.

–¿Están endeudados?

–No. Papalote tuvo algún día un crédito y estamos terminando de pagarlo. En el peor de los casos, pediríamos un crédito. Pero no quisiéramos endeudarnos porque es un año difícil.

Por lo pronto, entre las medidas para que el Papalote levante el vuelo figura la promoción de que todas las madres podrán entrar gratis durante mayo.