arack Obama anunció un nuevo comienzo
en las relaciones con Cuba. A partir de entonces, el inquilino de la Casa Blanca, la secretaria de Estado Clinton y sus voceros no hacen más que pedir gestos
al gobierno cubano, como si la tibia medida autorizando los viajes y remesas de los cubanos residentes en ese país bastara para borrar el expediente delictivo de Washington hacia La Habana. ¿Habrán pensado que era suficiente con levantar la detestable prohibición de Bush para hacer creíble el supuesto nuevo comienzo
?
Porque el bloqueo –condenado por la abrumadora mayoría de los miembros de Naciones Unidas y los asistentes a la cumbre de Puerto España, quienes pidieron a Obama levantarlo– sigue intacto y hasta continúa la prohibición de intercambio cultural y académico bilateral, una ventanita abierta por decreto presidencial de Bill Clinton, también cerrada por Bush, que Obama bien pudo haber abierto de nuevo, ya que ni tenía que pedir autorización al Congreso. En este contexto se inscribe la inflexible negación de la visa al cantautor Silvio Rodríguez para participar en el homenaje al legendario compositor de música folk Pete Seeger. La Casa Blanca pudo al menos haber hecho una excepción, cargada de simbolismo en este caso, como muestra del nuevo comienzo
y permitir el encuentro entre las dos culturas en las personas de dos de sus más grandes y admirados bardos, justo en ocasión del 90 cumpleaños del segundo, de quien se afirma que Obama es admirador. De nada valieron las gestiones de la familia Seeger ante las autoridades estadunidenses ni la intervención de un miembro del Congreso ante el Departamento de Estado.
Si de veras existiera el deseo de dar un nuevo enfoque a las relaciones bilaterales ya sería hora de que Obama hubiese dado una respuesta clara y sin evasivas a la reiterada disposición expresada por Raúl Castro de discutirlo todo
entre ambas partes, una actitud de buena voluntad y total apertura por el presidente de un pequeño país al que Estados Unidos no ha hecho más que hostigar, agredir e intentar asfixiar económicamente. ¿O es que temen discutir cara a cara con Cuba? ¿Y más lo temen por la que Raúl planteara como única base de la discusión: en igualdad de condiciones, sin la más mínima sombra a nuestra soberanía y sin la más mínima violación al derecho de autodeterminación del pueblo cubano
? El presidente de Cuba no tardó en responderles que no es al agredido y bloqueado al que corresponde hacer gesto alguno.
Confundieron sus magnánimas palabras con debilidad y desde entonces han machacado sin cesar pidiendo la liberación de algunos miembros de su quinta columna puestos a buen recaudo en la isla y reclamando por el respeto a los derechos humanos en Cuba, cuando no los observan en su propio territorio ni en ninguna parte del mundo. Para colmo, y al parecer con el ánimo de no dejar dudas de en qué consiste el nuevo comienzo
con Cuba, el departamento a cargo de la señora Clinton vuelve a incluir a la isla en la lista de países patrocinadores del terrorismo. No hay mejor respuesta a este acto de arrogante hipocresía que las palabras del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, citadas por Fidel en una reciente Reflexión, aquí sintetizadas:
“…no reconocemos ninguna autoridad política ni moral al gobierno de Estados Unidos para hacer lista alguna (…) El gobierno de Bush fue ‘certificado’ por la opinión pública mundial como… violador del derecho internacional, agresivo, guerrerista (…) Bush ha sido el único presidente… que creó un campo de concentración donde se tortura en la porción de territorio que usurpa a… Cuba (…) El gobierno de Estados Unidos históricamente ha tenido un largo expediente de acciones de terrorismo de Estado, no sólo contra Cuba (…) El gobierno de Estados Unidos realizó un proceso amañado contra los cinco jóvenes luchadores antiterroristas cubanos que hoy permanecen como presos políticos en sus cárceles (…) Estados Unidos ampara actos de terrorismo de Estado, cometidos por Israel, contra el pueblo palestino y los pueblos árabes. Guardó silencio ante los crímenes ocurridos en la franja de Gaza (…) A Estados Unidos no habría que reconocerle la menor autoridad moral y… creo que nadie hace caso ni lee esos documentos, entre otras cosas, porque su autor es un delincuente internacional en muchos de los temas que critica”.
Cabe esperar que el nuevo comienzo
de Obama con Cuba sea más que una promesa.