Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Una programación a la medida
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Imagen tomada del portal Videodromo
D

iseñar un entretenimiento audiovisual a la medida, la idea no es novedosa. Durante al menos una década se ha intensificado la discusión sobre las ventajas de incorporar el espectro televisivo al universo infinitamente más amplio de la comunicación por Internet. La idea es desprender al espectador de la pasividad del sofá, de su calidad de consumidor de programaciones prediseñadas que ya sólo ajusta a sus tiempos de ocio, y conducirlo a tener una función más proactiva en el diseño personal de sus opciones de entretenimiento. La Internet ha conseguido, en especial entre la población joven, agilizar este proceso y romper las distancias entre el consumidor de imágenes y el dispositivo que se las proporciona.

El desarrollo de YouTube, con cientos de millones de usuarios en el planeta, y de sitios como Netflix, capaces de crear catálogos inmensos de cine y video, y ofrecerlos en instantes a sus incontables suscriptores –aunado todo ello a las modalidades que ofrece la televisión por cable y la programación abierta digitalizada, con menús interactivos y comandos que facilitan el resguardo de material audiovisual y su programación ulterior, según el capricho y disponibilidad de quien la consume–, han transformado muchos hábitos de entretenimiento.

En la década reciente, el perfeccionamiento de las pantallas LCD y plasma, y de los sistemas de sonido que las acompañan, han desgastado en buena medida la magia y la convicción popular de que el cine se ve mejor en una sala de cine. Considérense, en una inevitable balanza comparativa, las desventajas que supone la frecuentación de esos grandes espacios: costos cada vez más elevados (boleto de entrada, estacionamiento, dulcería); las conversaciones y las consultas de teléfonos celulares como elementos distractores que aminoran el disfrute de las pretendidas ventajas tecnológicas; la incomodidad de los desplazamientos en una ciudad crecientemente intransitable y la espada de Damocles de la inseguridad urbana; el tamaño reducido de muchas salas y el concepto elitista de un cine cómodo (VIP) destinado a un público con mayor poder adquisitivo; la incorporación virtual de la avanzada tecnológica (pantallas Imax, 3D, etc.) a un concepto de parque de diversiones, y finalmente la saturación de todas esas salas con una programación estacional que reserva casi el 90 por ciento de sus pantallas a la producción hollywoodense.

Apenas sorprende en este panorama el auge inusitado del video, la proliferación de la piratería (como una opción económica más que cultural), la creación de un espacio de video en muchos hogares (con la conversión doméstica de bibliotecas decorativas en videotecas funcionales), la ventaja de recobrar el cine como un placer comunitario (familiares, amigos) y no sólo como esa pantalla anónima en la sala 19 del multicinema en el centro comercial más cercano, que sirve de fondo al ejercicio solitario de la consulta de celulares.

Apenas sorprende la renta online de películas, la frecuentación de los videoclubes alternativos como www.videodromo.net, www.blockbusteronline.com.mx, el placer de la exploración del cinéfilo, donde una disciplina autodidacta remplaza ventajosamente a la confianza pasiva en el buen tino de las recomendaciones ajenas. El espectador proactivo puede hoy suplir con creces las carencias de la cartelera comercial, aprovechar el catálogo inmenso que hoy ponen a su alcance la Internet y los videoclubes, revisar las filmografías de sus directores favoritos (sin tomar como referencia clave la obtención del Oscar de la Academia), consultar el acervo histórico disponible, crear su propia lista de favoritos clásicos, y diseñar, si lo desea, sus retrospectivas ideales.

Este espectador no se siente mínimamente perdido cuando una situación de contingencia le cierra todas las salas de cine, y aprovecha en cambio la inesperada extensión obligada de su tiempo de ocio, para reflexionar sobre la calidad de su entretenimiento audiovisual y las herramientas a su alcance para transformarlo.