De llegarse a una etapa más crítica en la contingencia sanitaria, la Iglesia católica acatará todas las medidas que indiquen las autoridades, incluso podría suspender en todo el país los servicios religiosos, muchos de cuales se realizan actualmente al aire libre, como bodas, bautizos, confirmaciones o primeras comuniones.

Ante esto, por segundo domingo consecutivo los servicios litúrgicos en la arquidiócesis de México serán suspendidos, al igual que la festividad de la Santa Cruz, que se realizaría ese mismo día.

En tal sentido, en la Basílica de Guadalupe se informó ayer que en concordancia con las medidas sanitarias derivadas de la aparición de la influenza A/H1N1, mañana 3 de mayo no habrá celebraciones religiosas en dicho templo mariano y sólo se hará una misa a puerta cerrada a las 9 de la mañana, la cual será oficiada por el cardenal Norberto Rivera Carrera.

La ceremonia será transmitida por los canales católicos El Sembrador y Mariavisión, así como por televisión abierta, a través de las dos principales cadenas televisoras.

Obispos de distintas partes del país emitieron comunicados relacionados con la contingencia. El de Nezahualcóyotl, Carlos Garfias Merlos, dio a conocer la suspensión de las celebraciones ordinarias, dominicales y de fiestas hasta nuevo aviso.

La diócesis de Veracruz también notificó la suspensión de su peregrinación anual, mientras el obispo de Saltillo, Raúl Vera, ordenó cancelar las celebraciones litúrgicas del próximo domingo.

Dijo que en el caso de matrimonios y acciones de gracia programadas para el sábado, si no se pueden cancelar, se realicen bajo especiales condiciones reduciendo al mínimo el número de participantes.

El arzobispo de Chihuahua, José Fernández Artega, dijo confiar en que el jueves 7 de mayo se reanuden las actividades en forma acostumbrada, en tanto ordenó la suspensión de las mismas.

Según datos de la arquidiócesis de México, al ponerse en marcha la alerta sanitaria, la asistencia a los templos se desplomó entre 60 y 70 por ciento; las actividades de la Universidad Pontificia de México se cancelaron y los seminaristas fueron enviados a sus domicilios, todo esto con el fin de seguir las medidas recomendadas por la autoridad federal.