Miércoles 29 de abril de 2009, p. 5
Yo no sé si el alma tiene alitas y sube al cielo, o cae, fulminada, al infierno.
Me lo decían en la infancia.
Como no me morí, no pude comprobarlo.
En cambio sí sé, me consta, que hay palabras que viajan.
Aunque calle la boca que las nombró, esas palabras vagan por los cuatro rumbos del mundo.
Idea Vilariño fue un arbolito que creció al revés, con las raíces al aire. El arbolito ya no está, pero de sus raíces se han desprendido palabras de rara hermosura.
Esas palabras, dolidas y dolientes, andan por los caminos del aire.
Van en busca de queridos y querientes.
Texto enviado por el colaborador de La Jornada, con motivo de la muerte de la poeta uruguaya Idea Vilariño