Medidas extremas
La ciudad en camino a la parálisis
í, más que nunca hay que decir simplemente, pero con todos los focos rojos encendidos, y no se trata nada más de un recurso retórico, que es verdad y que no cabe interpretación alguna que pudiera esconder un plan con maña desde el gobierno de la ciudad. El virus de la influenza porcina requiere ya de un procedimiento aún más enérgico, de mayor profundidad para evitar que siga matando mexicanos.
Durante el fin de semana que pasó, las calles de la ciudad mostraron el rostro de la desgracia. La cara de los pocos que circularon en el DF borraron sus rasgos físicos con el distintivo por excelencia de los momentos difíciles: el cubreboca.
Las medidas por el momento no fueron suficientes. El número de decesos y el de enfermos de este nuevo mal barruntan un horizonte mucho más complicado que el que se vive. Por lo pronto, el éxito de la primera fase de prevención no ha sido suficiente, aunque para muchos, que no toman en cuenta que la epidemia sería mucho más grave sin las medidas tomadas, el primer paso fracasó ante la fuerza y la rapidez con la que actúa el virus.
Como se quiera ver, las autoridades locales preparan la segunda parte de la estrategia de combate al virus: el paro del transporte colectivo.
Eso quiere decir que el plan contempla la suspensión de actividades, primero de los microbuses, que es el transporte más requerido por la población, después el Metro y, en último lugar, el Metrobús.
Hoy por la noche, tal vez mañana, el gobierno tomará la decisión que ya suena a tragedia si se toma en cuenta el tamaño de la ciudad y las distancias que la gente tiene que recorrer para cubrir desde sus necesidades trabajo hasta las de diversión. En pocas palabras, ante lo novedoso del enemigo, sin experiencia sobre su comportamiento, sin una vacuna –debido a su reciente descubrimiento– que evite su propagación, sólo queda, como medida de prevención, el recluir a la gente en sus casas.
Por el momento no parece haber otra salida. Los microbuses realizan al día cerca de 18 millones de viajes-hombre –60 por ciento de todos los de la ciudad– más que el Metro, y su control, por lo anárquico de su comportamiento, es casi imposible.
Es decir, la suspensión de sus actividades, las de los microbuses, es casi una urgencia y a esto le deberá seguir la interrupción de los servicios del Metro y del Metrobús. Por lo pronto hoy se estarán ejecutando algunas medidas de prevención en el sistema de transporte colectivo subterráneo para que, en caso de que se dicte el paro de los microbuses, el Metro no se vea rebasado por quienes requieran de su servicio. Se trata, principalmente, de medidas de organización.
Y es que si pensamos que el DF está dedicado, en su mayor parte, a los servicios –ya prácticamente no existe industria– el cierre de restaurantes, bares, antros, cines, lugares públicos de paseo, de facto ya está suspendida la mayor parte de la actividad económica del Distrito Federal.
Sólo faltaría suspender el transporte para que casi toda la actividad económica de la capital de México cesara, y eso creará un hoyo económico cuya dimensión aún se desconoce, en los momentos en los que ya se nos advertía que la crisis económica golpearía con mayor fuerza al Distrito Federal.
Habrá medidas compensatorias para los empleadores, seguramente también para los empleados. Estamos, nos dijo Marcelo Ebrard, a la mitad de la ola, y hoy, al iniciarse el quinto día de la pesadilla, aún no se sabe cuándo terminará.
De pasadita
Según el Banco Mundial, una pandemia de influenza significaría una pérdida de 3 billones de dólares, y una caída de cerca de 5 por ciento del producto interno bruto global, eso, junto con la crisis que sufre el mundo, significa, en pocas palabras, que ahora sí estamos jodidos.