Opinión
Ver día anteriorViernes 24 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Por la Universidad y la Biblioteca Nacional Digital
L

a educación constituye uno de los principales anhelos del pueblo mexicano. Entre los objetivos iniciales trazados por el constituyente de 1917, estuvieron en primera línea los relacionados con el trazo del fortalecimiento de una educación pública, laica, gratuita y obligatoria. Con el tiempo, los objetivos iniciales se fueron esfumando, dando paso a estructuras burocratizadas, al surgimiento de caciques sindicales, al debilitamiento de las políticas educativas y, en consecuencia, un sistema educativo del cual cada vez un mayor número de ciudadanos quedan excluidos, ya sea por la falta de espacios educativos o por la necesidad de trabajar que tienen amplios sectores de la población. Es claro que de seguir los patrones actuales, el rezago educativo será mayor y las tensiones sociales se seguirán acumulando en detrimento de los grandes sectores de la población.

Se diseñan carreras profesionales pensando en el mercado, pero no en la gente. Por ejemplo, se limita el acceso a las carreras de medicina, con el argumento de que no debe saturarse el mercado, cuando en las comunidades indígenas de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, entre otros muchos estados, lo que faltan son médicos. Se rechazan a miles de estudiantes porque no pasan los exámenes de admisión o por la falta de espacios educativos.

Sin ser el único factor, la restricción de las opciones educativas reduce las esperanzas de la juventud mexicana y favorece las posibilidades para que muchos de nuestros jóvenes se vean atraídos o deslumbrados por otro tipo de actividades, muchas de carácter delictivo.

Por ello se hace necesaria una reformulación del pacto nacional en materia educativa que permita recuperar el tiempo perdido, rencauzar los esfuerzos, vincular la educación profesional con los temas de la realidad social y echar mano de los recursos tecnológicos contemporáneos a fin de generar las opciones para quienes hasta hoy se ven imposibilitados para acceder a los sistemas tradicionales educativos. Es momento para la creatividad, la imaginación y el esfuerzo colectivo.

Las herramientas digitales, sin ser las únicas, constituyen una opción para apoyar el desarrollo educativo y cultural de la sociedad mexicana.

En esta semana la UNESCO ha puesto en marcha la Biblioteca Digital Mundial, donde se podrán consultar documentos, textos, obras, creaciones literarias y artísticas de todo el mundo.

En México, el estado de Chiapas ha puesto en marcha una interesante Biblioteca Virtual y Baja California se encuentra dando los primeros pasos para echar adelante un proyecto similar. Sin embargo, no pueden ser sólo los estados los encargados de proyectos de esta naturaleza. La Secretaría de Educación Pública y el Congreso de la Unión deben estar pensando en el diseño de un ambicioso proyecto, que utilizando esta tecnología y los recursos de comunicación al alcance del Estado mexicano, pueda crear la Universidad Nacional Digital y la Biblioteca Nacional Digital, donde las y los jóvenes mexicanos puedan estudiar a distancia la preparatoria o la carrera de su elección, así como consultar los libros de texto de la profesión elegida. Algunos de ellos se pueden consultar, pero la mayoría todavía no, por lo que se hace necesario establecer un programa que permita rentar los derechos de autor con las casas editoriales para permitir el acceso a los mismos, desde cualquier lugar de la geografía de México.

Un dato que puede ilustrar la cantidad de material bibliográfico que se genera, tan sólo en idioma español, es proporcionado por el Fondo de Cultura Económica, cuya directora Consuelo Zaizar afirmó que anualmente se publican más de 100 mil títulos en nuestro idioma. De ellos, en México, un total de 274 editores publicaron 18 mil 310 títulos en 2005. No habría biblioteca tradicional capaz de adquirir, clasificar, resguardar y administrar tal cantidad de libros.

Por lo general, la biblioteca tradicional es un recinto establecido en un espacio físico al que acuden los usuarios del servicio a realizar consultas en los textos que forman parte del acervo de la biblioteca. Algunas se han modernizado y permiten al solicitante localizar en algún dispositivo electrónico el libro o documento a consultar y acudir personalmente a tomarlo.

En contraparte, la biblioteca virtual, al existir en el ciberespacio, puede ser visitada desde cualquier sitio teniendo sólo una herramienta: una computadora conectada a Internet. En la biblioteca virtual, la cantidad de colecciones digitalizadas, libros y documentos que puede contener es muy superior a la que podría albergar cualquier biblioteca.

En la biblioteca virtual es el bibliotecario-tecnólogo quien estructura, dirige y administra las colecciones digitalizadas y los recursos electrónicos propios de las distintas interfases del sistema, lo cual facilita la oferta de servicios de información a distancia. Adicionalmente, la biblioteca virtual puede disponer de una diversidad de programas y recursos, que incluyen seminarios y cursos a distancia, en beneficio de los usuarios y las comunidades.