Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los demonios del consumo
E

n un estudio pionero* descubrimos hace 18 años que las familias mexicanas tiran cada día miles de artículos que contienen residuos tóxicos o peligrosos.

En la ciudad de México se cuentan por millones al año los productos que son enterrados en sitios que, por lo general, no cumplen con los requisitos mínimos de seguridad. Allí liberan las sustancias que los componen hasta formar un líquido muy contaminante formado por la interacción de más de 120 sustancias peligrosas que se hallan en productos de uso en el hogar: limpiadores para sanitarios, pisos, tapicería, cocina y hornos, hasta destapacaños, detergentes y blanqueadores, pulimentos para muebles, madera y metales; artículos automotrices (aceites y líquidos para transmisión, ceras, enfriadores, solventes, aditivos); para el mantenimiento de la casa (pinturas, thinner y removedores de pintura, lacas barnices, pegamentos y selladores), así como plaguicidas, fertilizantes, herbicidas, tratamientos para mascotas y control de pulgas; baterías y eléctricos, medicinas y fármacos; quitaesmalte, removedor de maquillaje, tintes y delineador de cejas.

En ese entonces apremiamos a las autoridades a tomar cartas en el asunto, pues esos artículos podían comprarse libremente, sin advertir al público los peligros que representaban. En muchas etiquetas las leyendas de advertencia eran tan diminutas que resultaba imposible leerlas.

Precisamente sobre estos temas, en la Quinta Colorada del Bosque de Chapultepec mañana se presenta Tóxicos en el hogar, el primero de varios folletos didácticos que muestran y denuncian lo que sigue pasando con muchos de esos productos. Fue elaborado por Marisa Jacott, Azucena Franco, Areli Carreón y la doctora Lilia Albert, quienes nos descubren en forma amena el enemigo que llevamos a casa. Por ejemplo, dos tipos de plásticos de uso muy frecuente en México: el PVC (policloruro de vinilo) y el policarbonato. El primero se usa para fabricar lo mismo juguetes o empaques de alimentos que objetos de decoración y utensilios de cocina. Pero el PVC tiene aditivos como son los ftalatos, que se agregan al plástico para hacerlo flexible y moldeable. Su uso afecta especialmente la salud de niños y adultos. Con el segundo se fabrican desde biberones hasta selladores dentales y alimentos para bebés, pero el policarbonato contiene un aditivo, el bisfenol-A, que perjudica la salud y se transfiere a las personas por medio de la ingesta de alimentos.

En el folleto se advierte cómo durante la fabricación de aparatos electrónicos, almohadas, colchones y textiles se les agregan los llamados retardantes de flama bromados, para que no se incendien fácilmente. Son tóxicos. Como también los numerosos productos que se anuncian en los medios de comunicación para que el hogar, la oficina o el coche estén más resplandecientes y huelan mejor que nunca. Pero esos detergentes, limpiadores y aromatizantes contienen ftalatos, alquifenoles y almizcles sintéticos. Tóxicos los tres.

Las autoras también señalan el peligro que hay en muchos cosméticos, artículos de higiene personal y hasta perfumes, ya que contienen sustancias que hacen daño a quienes los usan. Insisten en lo poco que hemos avanzado en controlar las sustancias tóxicas en el país, como los peligrosísimos contaminantes orgánicos persistentes (COP), que se encuentran lo mismo en plaguicidas que en la industria. Los COP entran en el cuerpo humano, vía la ingestión de alimentos. Se acumulan y aparecen hasta en la leche materna. Pueden ocasionar cáncer, además de alterar el sistema hormonal.

Esta nueva contribución al conocimiento de lo que compramos sin saber que puede perjudicar se cierra con un llamado a no dejarse llevar por los anuncios insistentes que ofrecen como milagrosos productos que son un peligro, y a preferir lo natural, lo biodegradable. Asuntos todos en los que el gobierno todavía no hace su tarea. Agreguemos los intentos de la diputación panista por modificar en la Comisión de Salud la legislación y favorecer los intereses de la gran industria de los cosméticos en detrimento del bienestar y los derechos de los consumidores.

* Los demonios del consumo. Basura y contaminación en México. Iván Restrepo, Gerardo Bernache, William Rathje. Centro de Ecodesarrollo, México, 1991