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Siento muchísima vergüenza, dice Benjamín Galindo ante la actuación de Cruz Azul

Puebla impuso su ley en la casa de La Máquina y la derrota 2-1

En el vestidor del equipo de La Franja hubo lágrimas a mares al festejar su salvación

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El paraguayo Christian Riveros, de Cruz Azul, disputa el balón con Ramón Núñez, del Puebla, durante el encuentro en que el equipo de La Franja se impuso a La MáquinaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de abril de 2009, p. a17

El inspirado Puebla festejó su salvación tras vencer 2-1 al Cruz Azul y quedó listo para sazonar la liguilla, mientras que La Máquina, con siete juegos sin victoria, brindó uno de los peores partidos en casa, al punto que el técnico Benjamín Galindo confesó tengo muchísima vergüenza, y se aferró a su única opción: ganar la final de la Concachampions contra Atlante.

Ante cerca de 20 mil aficionados reunidos en el estadio Azul, el cuadro de La Franja impuso su ley y aunque por lapsos cedió el esférico a los celestes, generó las acciones más cercanas al gol, como la ocurrida al minuto 12, cuando Daniel Osorno puso en apuros al portero Alfonso Blanco.

En el banquillo local Galindo no dejó de sufrir porque Dany Osorno demostró que volvió por sus fueros. El amante de la música de banda derrochó todo su capital en su grupo Pura caña y con los bolsillos vacíos volvió a su otra pasión, el futbol. Ayer fue sin duda la bujía que rubricó la permanencia en el máximo circuito con dos valiosos pases para gol.

Al minuto 45 Osorno desbordó por la derecha y sacó centro hacia segundo poste, donde cerró puntual el uruguayo Alejandro Acosta para imponer el 0-1. El Puebla ya tiene también su porra Perra brava, porque de inmediato la gente ubicada en la cabecera sur se descamisó al estilo de la barra toluqueña y con los torsos descubiertos agitó los playeras por los aires para celebrar la anotación.

Para el complemento Galindo ingresó a Gerardo Lugo, pero como balde de agua helada cayó el segundo tanto de la visita. Osorno sirvió hacia el centro para el arribo del hondureño Ramón Núñez, quien con un escopetazo venció al portero Blanco.

El capitán Gerardo Torrado acabó con gran parte de las esperanzas de los cruzazulinos al hacerse expulsar por fuerte entrada sobre Álvaro González. Pablo Zeballos y Alejandro Vela redondearon los cambios celestes y fue hasta la recta final cuando el equipo cementero sacó el orgullo, aunque maltrecho, para apenas lograr el tanto del honor por medio de Zeballos, al minuto 73, tras recibir un largo pelotazo.

Luego del pitazo final de Armando Archundia, el timonel visitante José Luis Sánchez Solá corrió a abrazar al destacado Duilio Davino, quien tuvo un par de acciones geniales al desarmar a Luis Landín y César Villaluz. Al festejo se sumó Alejandro Acosto, pero el emocionado Chelís corrió a un palco para celebrar con su hija, mientras sus pupilos buscaron con los brazos en alto la zona donde se ubicó la afición poblana.

De fácil llanto, el Chelís rechazó micrófonos y mandó a la rueda de prensa a su auxiliar Eduardo Fentanes, quien dijo que en el vestidor, en efecto, hubo lágrimas a mares y sobre todo mucho cansancio. Se cumplió el primer objetivo gracias a la unión de grupo, determinación e ilusión. Ascendimos hace dos años y el equipo se mantuvo, señaló triunfal.

Fentanes resaltó la labor del timonel porque “siempre supo mantener aislado al grupo de los problemas de la directiva y pelear para que se les pagara a tiempo... En el vestidor ahorita hay más llorones, no sólo el Chelís. A falta de 3 partidos estamos prácticamente salvados”, abundó.

El capitán Luis Noriega señaló: Cruz Azul venía con muchos problemas y sabíamos que era la ocasión propicia.

Cruz Azul, con 12 puntos y virtualmente eliminado del torneo de liga, provocó pena en su técnico, “hoy fue el peor partido que le vi a este equipo... La Concachampions es un gran consuelo”, dijo un Galindo pálido y desencajado, que admitió haber recibido duras palabras del presidente Guillermo Alvarez, quien reprochó la pobre actitud del plantel. No obstante, recalcó que no renunciará porque eso es de cobardes.