a Oficina Internacional Católica de la Infancia (Bice, por sus siglas en inglés), red de organizaciones que realiza acciones de defensa y reflexión internacional y local sobre ese tema, tomó en París el pasado 13 de marzo la iniciativa de lanzar en Ginebra el próximo 4 de junio un llamamiento mundial urgente para una nueva movilización por la niñez, a propósito del 20 aniversario de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños y las Niñas. Su llamado interpela a los estados, los medios, las autoridades morales y religiosas, las organizaciones de la sociedad civil y en general a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad. Para ello inició hace dos años una amplia consulta sobre la situación de la infancia en el mundo, que reunió a grupos de expertos en África, América Latina, Asia y Europa. Con motivo del 60 aniversario de la Bice, sus conclusiones se presentaron en París el 4 de junio de 2008, bajo la forma de tomas de posición. El exhorto está abierto a la firma de ONG, instituciones independientes de defensa de los derechos humanos y los derechos del niño, instituciones educativas, organizaciones de la juventud, instituciones sociales, organizaciones y autoridades morales y religiosas, personalidades comprometidas y público en general, y puede consultarse en la siguiente dirección electrónica: www.biceinternational.org.
La Bice fue la que en 1979 tomó la iniciativa del Año Internacional del Niño, que dio gran impulso al proyecto de la convención. Posteriormente colaboró para elaborarla, y desde su adopción, gracias a una red de socios, organizaciones miembros y expertos en 77 países, ha participado en el seguimiento de su puesta en marcha ante el Comité de Derechos Humanos del Niño en Ginebra, donde mantiene una representación permanente, con estatuto consultivo ante la ONU. La Convención de la ONU sobre los Derechos de los Niños y las Niñas fue adoptada el 20 de noviembre de 1989. Hasta el momento ha sido ratificada por todos los países, excepto Estados Unidos y Somalia. Gracias a ella, los niños y las niñas deben ser considerados personas de pleno derecho, como verdaderos sujetos de derechos y titulares de derechos humanos de manera inalienable y sin discriminación. Aunque al mismo tiempo tengan que ser protegidos, por su situación de fragilidad y estar en periodo de crecimiento.
Sin embargo, la realidad nos muestra que millones de niños se encuentran hoy ajenos a sus derechos, pues todavía se les considera objetos de asistencia o destinatarios de algunos derechos que se les conceden como limosna. Niños soldados; niños que trabajan en condiciones peligrosas; niños abusados, violados y violentados; niños obligados a huir, con o sin familia, a causa de las guerras, el hambre, las calamidades naturales, las condiciones económicas y sociales; niños abandonados y rechazados por todos, obligados a vivir en la calle; niños brujos
(África), sin educación, sin patria, sin documentos. Niños que debido a la situación de vulnerabilidad de las familias, la urbanización masiva, la degradación del medio ambiente, la globalización neoliberal, los modelos socioeconómicos y la crisis actual del sistema, se encuentran hoy más amenazados que nunca.
Todos ellos coinciden en compartir la situación de desarraigados, sea como víctimas de desarraigo físico, sicosocial o sicosocial y material a la vez. Por ello la Bice propone en su llamamiento comprender más a fondo las causas y graves consecuencias para la humanidad actual y futura de estos desarraigos, y adoptar un enfoque renovado sobre las niñas y los niños, que tenga en cuenta sus necesidades más profundas, así como su derecho a la vida y a un desarrollo integral, incluyendo el espiritual.
Para ello llama a movilizarse prioritariamente respecto de cuatro de los 10 urgentes desafíos que identifica en la segunda parte del documento de referencia de su exhorto: 1) luchar contra toda forma de violencia hacia los niños, ya sea la pobreza extrema o la violencia en los conflictos armados, la escuela, el trabajo, el ciberespacio y las mismas familias, donde la violencia está más generalizada; 2) garantizar una educación de calidad para todos los niños y las niñas, con el fin de que no sean condenados a la pobreza y a la marginalización perpetuas; 3) apoyar a las familias en situación de vulnerabilidad, especialmente a las familias monoparentales, cuyo jefe de familia es frecuentemente una mujer
, y viven a menudo una situación de precariedad económica y aislamiento social
(cfr. Documento de Referencia, p. 18). Promover un clima de buenos tratos y reforzar las capacidades educativas de los padres, ante el abandono o aislamiento de los niños en orfanatos o centros de acogida; 4) humanizar la justicia juvenil y la asistencia a los jóvenes en conflicto con la ley, bajo el principio de que la justicia de menores debe buscar siempre y de manera prioritaria su educación y su reinserción.
El llamamiento pide a la comunidad internacional poner en práctica una nueva gobernabilidad mundial para tratar los temas de carácter trasnacional relativos a las niñas y los niños, especialmente los que tienen que ver con las migraciones, la trata de personas, las redes de pornografía infantil y la venta de órganos… Exige que los estados respeten su compromiso de apoyar con 0.7 por ciento de su PIB a los países en desarrollo, y que favorezcan la producción, distribución y comercialización equitativa de los bienes de primera necesidad.