17 de abril de 2009     Número 19

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

El banderazo fallido

  • La siembra experimental de maíz transgénico es ilegal

Adelita San Vicente

Al iniciar marzo se anunció que se había dado luz verde a la siembra experimental de maíz transgénico. Acompañado de una gran campaña propagandística, Felipe Calderón publicó en el Diario Oficial de la Federación el 6 de marzo un escueto decreto que reforma el reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM).

Parece que con la distorsionada información que emiten en su mayoría los medios de comunicación se pretende engañar sobre la ilegalidad que comete con esta reforma y el verdadero objetivo de la misma.

La siembra de maíz transgénico sigue siendo ilegal en México y no es con decretos presidenciales que se puede evitar el cumplimiento de las leyes. Recordemos que Fox lo intentó en los últimos días de su sexenio, al publicar dos decretos para permitir la siembra de maíz transgénico, pero no es suficiente el deseo presidencial para pasar por alto la ley y los intereses de una nación.

Ahora con un decreto presidencial de nueve artículos el Ejecutivo intenta concluir la consulta convocada en abril de 2008 por la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) sobre el Régimen de Protección Especial del Maíz (RPEM). Este es un subterfugio para ignorar los argumentos sólidos que sustentan miles de comentarios emitidos y las recomendaciones que científicos de gran reconocimiento vertieron en la consulta.

El RPEM es un instrumento de bioseguridad asentado en la Ley de Bioseguridad en su artículo segundo, sin embargo con esta reforma al Reglamento se pretende desaparecerlo. El artículo 73 de la reforma dice “Las actividades relacionadas con la protección especial del maíz contarán con un apartado específico en el Sistema Nacional de Información sobre Bioseguridad”. El problema es que se reduce un mandato de la Ley a un apartado en un sistema de información.

Cuando se discutió la LBOGM fue claro el propósito de la inclusión de esta figura en la legislación: establecer “(…) cultivos de los cuales México sea centro de origen, en especial del maíz, que mantendrá un régimen de protección especial”. En la interpretación de algunos juristas, este es un régimen de excepción similar a los fiscales, en el que se entiende que el maíz queda al margen de la experimentación con transgénicos.

Además de la ilegalidad de la anunciada siembra experimental de maíz transgénico, la posible autorización es muy preocupante a la luz de la situación del maíz en México y lo que sucedería en la práctica con este supuesto “banderazo”. En el año reciente se ha reportado la presencia de diversos transgénicos que carecen de autorización en cultivos de maíz, en zonas que utilizan semilla híbrida como Chihuahua, y en regiones con maíz nativo (criollo) como Oaxaca, Chiapas y el mismo Distrito Federal. Esto se ha documentado por científicos en prestigiadas revistas internacionales, que han dado la vuelta al mundo en diversos medios (Le Monde, BBC); por organizaciones de la sociedad y por el mismo gobierno.

La contaminación de los campos de maíz en México con transgénicos se ha difundido a pesar de la moratoria y de la ilegalidad que implica. La situación no tiene precedentes en un país centro de origen y menos con su alimento básico. No sabemos cómo llegaron los transgénicos a los predios, lo que puede suponerse es que, una vez sembrados en Estados Unidos e importados a México como grano sin etiquetado, han llegado semillas transgénicas viables a los campos de los agricultores sin que ellos lo hayan advertido. Pero de esto no podemos culpar a los productores y campesinos cuando el gobierno no obliga a las compañías a segregar sus semillas transgénicas de las no transgénicas y a etiquetarlas en cada caso. La contaminación también pudo haber llegado en los híbridos importados de Estados Unidos, que distribuye el mismo gobierno; otra posibilidad es que la contaminación haya ocurrido por el polen de plantas sembradas en el otro lado de la frontera o de plantas de maíz transgénico que se han escapado de cargamentos o que han llegado a las tiendas rurales.

Podría pensarse que ante la imposibilidad legal de sembrar maíz transgénico en México, las corporaciones, que son las más interesadas en su autorización, se dedicaron a difundir esta semilla de manera subrepticia.

No sería extraño que “coincidentemente” los mismos maíces transgénicos con los que se quiere experimentar (25 eventos de empresas privadas, según ha dicho la prensa) sean los mismos que se han encontrado contaminando los campos.

Si con la situación existente y la falta de control se liberara maíz transgénico en fase experimental, se perdería la oportunidad de saber qué transgenes están ahora sembrados de manera ilegal, o cómo se difundieron, pero sobre todo se aumentaría el riesgo de contaminación y su reversión sería cada vez más difícil. Más que ir al fondo del problema, se está actuando a la ligera en respuesta a intereses de algunas empresas, más que del interés público y de la bioseguridad de México, legalizando la contaminación.

El asunto es muy delicado para los miles de productores de maíz pues enfrentarían un escenario en el que estas empresas los demandarían y les exigirían el pago de regalías por el uso de su tecnología insertada de manera involuntaria en su maíz. Esto significaría la privatización del maíz por la vía de la contaminación y con ello el desmantelamiento de un robusto y crucial sistema colectivo y público de recreación y mantenimiento y de la diversidad genética del grano.

Y todavía más peligroso es para los millones de consumidores de maíz, que tendríamos que comer forzosamente maíz transgénico de manera directa en nuestros alimentos. Se ha dicho que ya consumimos el maíz transgénico que se importa, pero éste es el amarillo que se destina principalmente a la industria y al alimento para ganado. Esta legalización en la situación actual significaría perder el control sobre la calidad del maíz blanco que usamos en nuestra alimentación en forma de tortillas, tamales, elotes, etcétera; con el riesgo adicional de que pudieran ser maíces para uso industrial o farmacéutico, los cuales no pueden ser consumidos como alimento. Urge determinar el tipo de transgenes presentes en las parcelas contaminadas detectadas hasta ahora.

Todavía peor podría ser para la humanidad el perder la posibilidad de contar con el reservorio genético del maíz mexicano, el más grande e importante del mundo y crucial para la seguridad alimentaria futura. Esto pasaría si se sigue contaminando el centro de origen del maíz. Por la importancia de los centros de origen es que se han mantenido libres de transgenes en todo el mundo.

Los mexicanos tenemos derecho a consumir maíz libre de transgénicos como lo han demandado los pueblos que consumen trigo, razón por la cual no hay en el mercado trigo transgénico. También los campesinos tienen el derecho de sembrar el maíz sin pagarle a nadie por eso; por el contrario. son ellos quienes de manera generosa y sin cobrar han brindado al mundo este maravilloso cereal. No permitamos que lo expropien los intereses de unas cuantas empresas a cambio de dinero y bajo el servilismo de algunos que se beneficiarán con esos recursos.

Es urgente asumir una postura decidida para revertir la situación y proteger nuestro maíz; los apoyos a los productores son fundamentales pero no pueden comprar voluntades. Es indispensable un debate amplio y con los mejores especialistas en bioseguridad, biología de maíz y biotecnología del mundo; con los destinatarios directos de esta tecnología: productores y campesinos; con las organizaciones de la sociedad: ambientalistas, de derechos humanos y de consumidores; sobre la conveniencia de esta tecnología frente a la riqueza inconmensurable de uno de los principales patrimonios de México: el maíz.

Semillas de Vida


FOTO: D. P.

India

Algodón transgénico : campesinos, especie en peligro de extinción

Emma Cossío

El algodón transgénico, sembrado en sólo cinco por ciento de la tierra cultivable, consume 54 por ciento de total de pesticidas empleados en toda India. En algunas zonas el efecto es concentrado y con enormes daños económicos, ecológicos y humanos. Ello está demandando urgentemente el cambio a productos orgánicos.

Las injustas reglas del comercio multilateral han deprimido los precios domésticos y globales, causando que los campesinos no reciban remuneraciones justas. A esto se añaden los créditos leoninos, que han motivado suicidios masivos. Han quedado miles de viudas y familias desamparadas que sólo consiguen mantenerse un tiempo con la venta de sus tierras.

Engañados y mal guiados, el cambio a la siembra del algodón Bt ha representado un gran fracaso. En las zonas donde todavía se siembra con las técnicas tradicionales y orgánicas, esto no ha sucedido. Parece como si la India estuviera llegando al punto de no retorno. Habiendo sido un país autosuficiente e incluso exportador de alimentos, se ha convertido en importador. Se habla de un posible proyecto masivo de comida por trabajo, lo mínimo que se puede hacer, y también la creación de empleos rurales. ¡¡La autosuficiencia de la India para producir sus alimentos fue un triunfo para un país que había estado en constante hambruna!! Y esto se está acabando.

Aquí los campesinos siembran cada vez más transgénicos, pero grandes grupos de activistas luchan para promover la agricultura orgánica y la preservaci6n de las semillas originarias.

En diciembre de 1998 granjeros de los estados sureños de Karnataka y Andhra Pradesh quemaron plantíos de algodón transgénico sembrados bajo la cobertura de Monsanto. Este movimiento ve el esparcimiento de transgénicos como “un nuevo ataque imperialista al Tercer Mundo”. Hay una lucha entre Monsanto y grandes grupos de campesinos por la producción del algod6n Bt. Monsanto afirma que éste ha incrementado la producción en 80 por ciento, e insiste en sus ventajas en países desarrollados. Eso ha provocado grandes protestas de los campesinos indios. Estos granjeros sureños son un grupo de 10 millones en una poblaci6n total de 60 millones. En 1992 sus miembros atacaron y saquearon las oficinas de Cargill. Un estudio que hizo la Universidad de Washington revelo que los grandes cambios producidos por los transgénicos han provocado el desplome de los sistemas de cultivo del algodón, echando abajo la teoría de los beneficios que tendrían los campesinos pobres. El estudio se hizo en la universidad de Andhra Pradesh, donde varios pastores informaron de extrañas enfermedades y muerte de sus animales que comían rastrojo del algodón transgénico.

Se exigió al Ministerio de Agricultura que prohibiera la venta de semillas transgénicas. El asunto se llevó también a la Suprema Corte de Justicia. Pidieron el análisis de toxicidad, lista de los problemas con los transgénicos y un plan nacional sistemático contra contaminación de las tierras y la comida; además, la creación de un ombudsman para supervisar la supuesta seguridad de los transgénicos y que se suspendiera toda acción hasta que él garantice su seguridad, pues los pobladores del país no admiten ser conejillos de Indias y que se experimenten en ellos los transgénicos.

Los científicos agrónomos Abdul Qayum y Kieran Sakhare hicieron una investigaci6n sobre el algodón Bt y sus resultados durante tres años consecutivos de cosechas en 87 comunidades de Andhra Pradesh y sacaron estas conclusiones:

* Casi no redujo el uso de pesticidas.

*No proporcionó ganancias a los campesinos; los productores tradicionales ganaron alrededor de 60 por ciento más que los sembradores de Bt.

*No redujo el costo del proceso de cultivo: los sembradores de Bt gastaron 12 por ciento más que los tradicionales.

*No mejoró el medio ambiente, al contrario. Los científicos encontraron una pudrición de raíces causada por el Bt que infectaba la tierra para que otras semillas no crecieran.

Otro informe titulado ‘La historia del algodón Bt en Andhra Pradesh” publicado por el Centro de Agricultura Sustentable, analiza la parte económica y la incidencia de pestes y enfermedades en diez supuestos organismos benéficos del algodón Bt y el manejo sin pesticidas en otros campos.

Se concluyó que el manejo de pesticidas en el Bt es 690 por ciento más alto que en las siembras tradicionales. Además, el costo de sus semillas es 350 por ciento más caro que el de las tradicionales. Estas investigaciones están documentadas por las mujeres de la Deccan Development Societies Community Media Trust quienes además hicieron un filme llamado Bt cotton in Warangal: a three year fraude. Why are Warangal farmers angry with Bt cotton?

En el Punjab, Monsanto causó gran indignación al promover sus semillas usando la religión como gancho para venderlas como “milagrosas”. El gobierno fundó el Departamento de Tecnología que promueve la tecnología de los transgénicos, ya que estas semillas están en pruebas de campo para resistencia a insectos, salinidad, sequía, para crear vacunas comestibles y aumentar el poder nutritivo de las plantas.

La fachada india de Monsanto está solicitando que le permitan, por 20 años, sembrar, a gran escala, berenjena Bt. Esta es la primera verdura comestible con genes Bt en todo el mundo. Hasta ahora no hay suficiente oposición a pesar de que se trata de la pureza de un comestible.

La Coalición para la India Libre de Transgénicos ha llamado a grandes protestas nacionales contra los transgénicos, alegando que el gobierno se deja seducir por las transnacionales en vez de proteger a su pueblo. En esta desesperada situación poco se ha hecho. Se critica duramente al gobierno por haber promovido los transgénicos y lo único que ha hecho es admitir el fracaso del algodón Bt. Debido a un mal sistema regulatorio se permitió que miles de semillas ilegales se plantaran en Gujarat. No se supervisaron las siembras y el polen llegó a las plantas tradicionales. Los científicos Rajendran Venugopalan y Tarhalkar del Instituto Central para la Investigación sobre el Algodón y la Oficina Nacional de la Investigación de la Tierra (planeación del uso de la tierra) opinan que la India tiene una baja productividad de algodón, según los índices mundiales, a pesar de ser un sector muy importante de su economía agraria e industrial y es base de la industria textil, pues participa en 70 por ciento de sus fibras textiles y en 38 por ciento del total de las exportaciones. El área de cultivo asciende a 8.9 millones de hectáreas, la mayor del mundo, y emplea a siete millones de personas.

En el Punjab, kilómetro tras kilómetro los campos de algodón transgénico se ven devastados por plagas. Este algodón, que en un principio se llamó “la bala mágica”, ahora resulta una píldora amarga para los campesinos a los que se les prometió grandes ganancias. Toda la zona ha sido gravemente afectada. En los cuatro principales distritos productores se ha sembrado casi el cien por ciento del terreno. El algodón Bt está sólo protegido contra una plaga y puede ser afectado hasta por 165, así que terminan por usar mucho más pesticidas que antes.

Las plagas se han extendido a los campos de tabaco. En muchos casos no han encontrado la manera de erradicarlos. Los científicos de la Universidad Agrícola del Punjab trabajan empeñosos para encontrar 1a solución a estas calamidades. En esta zona las poblaciones informaron que cuando menos dos hectáreas de plantas se están arrancando a diario. Y se observa la misma historia en cientos de poblaciones. Las fumigaciones constantes han producido un serio problema de contaminación. Si estas cosechas no se venden a buen precio, lo cual es improbable, los campesinos sufrirán grandes pérdidas, lo que aumentará los suicidios y el cáncer. Ante estos problemas el gobierno permanece en silencio. Queda establecido que los campesinos pagan el pato por la incompetencia de los legisladores y la avidez sin límites de las trasnacionales.

Este desastre no se limita a las consecuencias de la siembra misma del Bt sino como ha sido afectada la tierra para futuras cosechas. La producción de trigo ha bajado en un 30 por ciento. De acuerdo con estudios de la Universidad de Hyderabad, el Bt necesita más fertilizante que sus contrapartes naturales. Además, la toxina que aparece en la zona de las raíces puede afectar la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas. Esto puede explicar, en parte, la disminución de la productividad. A pesar de esta transgénica invasión, hay campos que siguen produciendo algodón exitosamente con sistemas orgánicos intercalando plantas como el sorgo, frijoles, maíz, chicharos, etcétera. Si aparece alguna plaga, se riegan las plantas con la combinación de hojas y vainas del árbol Neem, datura y orines de vaca. Hay noticias fidedignas del número alarmante de ganado que ha muerto pastando el rastrojo del algodón Bt. Los científicos de la Coalición en Defensa de la Diversidad demostraron que los campesinos ganan más cultivando algodón tradicional que no afecta la tierra. Por supuesto la versión de Monsanto, encargada a una agencia de publicidad y no a científicos, ofrece datos contrarios.

Ante el clamor popular, el gobierno tomo cartas en el asunto y el ministro de agricultura Shobhanadrishwara Rau, recomendó suspender la siembra del Bt, pero al mes el gobierno volvió a las andadas y sin remordimiento alguno invito a Monsanto a vender su Bt en las tiendas gubernamentales. Los científicos se preguntan quién paga los costos ecológicos de una contaminación de suelos, aire y agua de las toxinas liberadas por el Bt. En los dos años recientes los campesinos mezclaron semillas del Bt y el tradicional, lo cual preocupa pues las semillas se usan para extraer aceite comestible y el rastrojo va para los animales. ¿Cómo los afectará consumir aceite de algodón y leche de ganado contaminado? ¿Quién está monitoreando esto? ¿Por qué las autoridades evaden la responsabilidad? Se está entregando el control de la agricultura, salud y medio ambiente a una industria irresponsable sólo ávida de ganancias. Esto puede ser una tragedia de proporciones monumentales.