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Tipos de servicios financieros requeridos por los productores y familias rurales en méxico Olivier Pierard Es innegable que cualquier persona económicamente activa, como son los productores rurales, necesitan utilizar servicios financieros en algunos momentos de sus vidas y de sus actividades productivas. Pero es complejo responder qué clase de servicios requieren estos productores y sus familias. Hasta hace unos años el campesino era considerado un agente económico “diferente” a un agricultor mediano o grande, o peor, a un empresario o un comerciante urbano. Según las teorías económicas en aplicación en esas épocas, los pequeños productores agrícolas necesitaban créditos para poder producir. El crédito era considerado como un insumo al mismo nivel que la semilla o el fertilizante. Estos créditos debían ser entregados por el Estado, eran altamente subsidiados y complementados por ineficientes servicios de extensión agrícola. Según las teorías vigentes hasta hace 20 años éste era el único esquema con el cual los productores rurales podían tener acceso a servicios financieros. Esto llegó a tener efectos muy negativos de dependencia del agricultor hacia un crédito barato, y se llegó al extremo de que si por alguna causa no llegaba el crédito el agricultor no sembraba. Todo el producto de la venta de la cosecha se vendía y el dinero se gastaba; el campesino no se preocupaba por guardar una parte para el ciclo siguiente. Este modelo cambió drásticamente a partir de los años 90s, al considerar al crédito como un servicio entre otros tal vez más importantes como el ahorro o los seguros. El crédito ya no era parte de la función de producción sino un pasivo que permite, bajo ciertas condiciones, adquirir bienes e insumos. También a partir de esas fechas los economistas del desarrollo reflexionaron más detenidamente acerca de los efectos de los servicios financieros sobre la pobreza. Fue entonces que aparecieron y crecieron rápidamente las entidades de microfinanzas con el objetivo de contribuir a luchar contra la pobreza mediante la colocación masiva de microcréditos. Otros analizaron los efectos perversos del endeudamiento permanente y optaron por poner en marcha mecanismos que permitían a los productores y sus familias depositar ahorros en forma segura con el fin de constituir un pequeño capital que podría ser utilizado como garantía parcial de un préstamo. Había claramente dos enfoques distintos para atender el problema de la pobreza y del acceso de la población rural pobre a servicios financieros. Uno basado en el endeudamiento y el crédito, y el otro en la acumulación de activos por el ahorro constante. Un efecto idéntico en los dos enfoques es el aprendizaje por las personas, de cumplir con un compromiso de realizar pagos periódicos y constantes para lograr un objetivo. La gran diferencia reside en el campo de la sicología, ya que al tener una deuda, las personas se sienten presionadas, angustiadas, preocupadas por la eventualidad de no poder pagar. En cambio, el hecho de que una persona pobre logre depositar una pequeña suma de dinero en forma periódica sin afectar la economía de su hogar provoca un inmenso sentimiento de satisfacción y de superación personal. Por esta razón cuando debemos definir qué servicios financieros requieren poblaciones en situación de pobreza, debemos primero pensar en su seguridad y su exposición a los riesgos de todo tipo. El ahorro junto con los seguros son los dos servicios financieros que permiten dar seguridad a las personas, disminuir su perfil de riesgo, estabilizar su sistema de producción. Sólo cuando estas personas logran una cierta estabilidad y tener oportunidades de invertir en actividades rentables se debe utilizar los créditos. El enfoque de servicios financieros permite adaptar o modular los productos para cada segmento de población. Las políticas públicas deben permitir que instituciones financieras atiendan a todos los segmentos de poblaciones pobres y especialmente en las zonas rurales. Consultor en finanzas para el desarrollo opierard@microfi nanzarural.org |