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Sólo 30 por ciento de productores acceden al crédito
Lourdes Edith Rudiño Si se consideran los antecedentes de lo que fue el Banrural, la banca de desarrollo enfocada al campo en México cumple 81 años de existencia este 2009, y sin embargo de los 6.1 millones de unidades de producción agrícola que hay en el país tan sólo 1.5 millones están en condición de acceder al crédito. Rodrigo Sánchez Mújica, director de Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), reconoce esta situación (que fue definida así desde 2005 en una evaluación del FIRA hecha por Banco Mundial) y acepta que el grueso de los campesinos sin posibilidad de ser financiados “tiene necesidades que desafortunadamente cubren con el agio, con créditos de usura que llegan a costarles 10 por ciento mensual, o se autofinancian con familiares o con recursos procedentes de empleos urbanos y de proveedores”. Un factor básico determinante es que los campesinos de autoconsumo simplemente no califican para el crédito formal. En entrevista, el director de FIRA –institución con 55 años de vida y principal fondeadora del medio rural– afirmó sin embargo que son injustos los señalamientos de que la banca de desarrollo orienta su atención sólo al agronegocio y carece de sentido social. “Muchas veces la información que se maneja es resultado de percepciones de cómo eran las cosas dos o tres años atrás. Estoy en FIRA desde hace dos años y tenemos la encomienda de Hacienda y de Banco de México de atender con prioridad a los productores de ingresos medios y bajos. Previamente FIRA se había enfocado más hacia los agronegocios: a las empresas más grandes, más competitivas a nivel global y se había alejado de su propósito original, que es apoyar a los productores de bajos ingresos. Pero las cosas han cambiado”, dijo. Ha habido un avance muy importante en términos de dinero, pues el descuento total de FIRA, de 52 mil 994 millones de pesos en 2006, creció en 31 por ciento real en 2008, a 76 mil 710 millones de pesos, y las garantías sin fondeo aumentaron en 30 por ciento real, de 9 mil 852 millones a 14 mil 136 millones de pesos, y se prevé que para 2009 –cuando el crecimiento del sector agroalimentario será moderado, por la crisis económica, aunque tendrá el motor de la sustitución de importaciones debido al peso devaluado– ambos rubros aumentarán 10 por ciento. Además, entre 2006 y 2008 los recursos canalizados a los productores de ingresos bajos y medios (PD1 y PD2) pasaron de representar 36 a 45 por ciento del total fondeado por FIRA. Y se duplicó el número de productores que recibieron recursos crediticios de esta institución: en 2006 sumaron 898 mil 283 y para 2008 fueron un millón 909 mil 917, de los cuales 97 por ciento correspondieron a PD1 y PD2. El funcionario aclaró que estos recursos y productores implican no sólo labores agrícolas, sino otras económicas muy importantes para poblaciones de hasta 50 mil habitantes (industria, servicios, transporte, comercio). También precisó que, si bien es cierto que hay agronegocios que reciben fondeo de FIRA, ello ocurre sólo cuando están vinculados en cadenas de producción, y por tanto funcionan esas compañías como vehículo para hacer llegar el recurso a sus proveedores, esto es a pequeños productores primarios. Sánchez Mújica dijo que FIRA tiene el propósito de elevar cada vez más la atención a pequeños y medianos productores, pero también fortalecer los créditos con capacitación y asistencia técnica (servicios éstos que crecieron en FIRA en 169 por ciento en los dos años recientes), pues ello redunda en mayor productividad, mejor nivel de vida y capacidad de pago. Evaluaciones externas hechas a FIRA por la Universidad Autónoma Chapingo y el Grupo de Economistas y Asociados (GEA) muestran, dijo, que el crédito por sí solo eleva los ingresos de los productores en 24 por ciento, la asistencia técnica en 28, y si van juntos en 42 por ciento. “Esto nos dice que por allí debemos avanzar, porque no sólo se trata de facilitar el dinero, como se hizo en el pasado con Banrural. En 1993, cuando el campo vivió una crisis financiera anticipada a la nacional (de 1994-95), el financiamiento al agro era mayor al Producto Interno Bruto sectorial, pero el sistema era insostenible: el Banrural daba dinero como si fuera crédito (en realidad resultaba subsidio) y el campesino hacía como que iba a pagar, pero año con año los créditos se condonaban”. Había una cultura de no pago del crédito, fomentada por Banrural, que propició carteras vencidas de hasta 50 por ciento en el sector agropecuario y la salida de la banca privada de este crédito. Y Banrural, que llegó a tener 30 mil empleados –en comparación con los menos de dos mil que hoy cuenta FIRA y mil 200 de la Financiera Rural– debió ser saneado en 1982 en 50 por ciento de su cartera y para 2002 requirió un nuevo saneamiento de la misma magnitud. Cero para los de autoconsumo. Con tales antecedentes, el funcionario afirmó que FIRA está muy atenta a cuidar el patrimonio y si bien tiene el mandato de ir creando sujetos de crédito, “nuestro mercado es restringido: el crédito no es para las actividades de autoconsumo y buena parte de los campesinos se dedican a ello”. FIRA, que trabaja desde el segundo piso, con intermediarios, opera vía 19 bancos que son los que canalizan 84 por ciento de los recursos; el resto llega a los productores por conducto de 41 intermediarios financieros no bancarios, como Sofoles, Sofomes y uniones de crédito, “y vamos a ampliar este último número, además de empezar a operar también con cajas y entidades de ahorro y crédito popular; estamos evaluando con Fonaes (Fondo Nacional de Empresas de Solidaridad) aquellas cajas más establecidas, más grandecitas. Incorporarlas elevará de forma sustancial la intermediación”. La institución está buscando acreditar a intermediarios que se ubiquen en regiones donde son escasos o nulos como la Península de Yucatán y Tabasco. “Las regiones más atendidas hoy son el sur y sureste del país. Hay nuevos (intermediarios) que incluso están saturando Oaxaca y Chiapas”. Rodrigo Sánchez reconoció que es una tarea del país integrar a los muchos pobladores rurales hoy excluidos no sólo del crédito, sino del conjunto de servicios financieros como el ahorro y el seguro, y que partimos con desventaja en el contexto de América Latina. “Andamos muy mal. Perú, Ecuador, Bolivia... tienen niveles de penetración financiera mejores que México (...) Un problema es que en México hacen falta 80 mil especialistas en el otorgamiento del crédito que no podemos crear de la noche a la mañana”. Ante los señalamientos de que la banca de desarrollo derrama demasiados subsidios en la intermediación del crédito y que ésta se vuelve en sí un negocio que encarece el crédito, afirmó que en efecto existen tales subvenciones pero se justifican porque “el crédito rural es muy caro en su administración y a ello se suman riesgos climatológicos y de mercado”, estos últimos que se están abatiendo con contratación de seguros y agricultura por contrato vinculados al financiamiento. “Es muy cara la originación y la dispersión del crédito rural porque los agricultores están dispersos. Hay uno aquí y otro a 10 kilómetros y otro a 50. Tenemos apoyos especiales para que los intermediarios abran sucursales remotas, que contraten gente especializada en captar productores de bajos ingresos, y apoyamos también la capacitación para hacer sujetos de crédito. “A nosotros nos interesa que el subsidio llegue directamente al productor y por eso estamos también operando con intermediarios financieros de los propios productores. La Sofom de ANEC (Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo) es una, los cañeros tienen Sofoles, vamos a autorizar muy pronto una de una organización de la Confederación Nacional Campesina. Así queremos abatir la intermediación y también los costos del crédito y las tasas de interés, aunque hasta ahora –viendo por ejemplo cómo trabajan las Sofoles cañeras– pues hay mucho parecido (en cuanto a costos) respecto de como lo hacen los bancos porque lo caro del crédito rural en su administración”. Explicó que FIRA maneja la tasa de interés interbancaria de equilibrio (TIE) para todos sus fondeos, aunque a los beneficiarios de más bajos ingresos –los que ganan hasta mil salarios mínimos al año, esto es 50 mil pesos anual–, es TIE menos seis por ciento para el intermediario. Y lo que cobran los intermediarios varía, desde cero, como lo hacen grandes empresas, hasta algunos que cobran seis por ciento, o sea la TIE, y si los intermediarios trabajan con parafinancieras (esto es se amplía el número de intermediarios con proveedores de insumos o comercializadores) los cobros pueden llegar a ser de TIE más tres o cuatro puntos. “En promedio la tasa que cobran los intermediarios va de nueve a 11 por ciento”. Consideró que FIRA y en general la banca de desarrollo va en la dirección correcta de fomentar cada vez mayor número de intermediarios financieros, aunque el proceso es lento. “En 2004 no había ningun intermediario no bancario, ahora tenemos más de 50, y en el caso de FIRA participan en 18 por ciento del financiamiento. Creo que en un momento esto se va a detonar. A la vuelta de dos o tres años vamos a ver un crecimiento importante”. Respecto de la situación del financiamiento rural en general en México –que no ha logrado recuperarse después del desplome de 1993–, el entrevistado afirmó que FIRA presta hoy mucho más de lo que registraba en ese entonces; que la banca privada ha elevados sus montos en forma sustancial respecto de 2004 aunque sigue debajo de 2003, y en lo relativo a Banrural –hoy convertido en Financiera Rural–, “hay que ver las cifras con mucho cuidado, pues buena parte de lo que se reportaba como cartera eran créditos reestructurados, no crédito nuevo; había refinanciamiento de intereses y eso inflaba mucho las cifras”. |