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Brasil
La disputa territorial: campesinado y agronegocio Bernardo Manzano Fernandes El campo de nuestros países es formado por distintos territorios. La tierra campesina, la comunidad campesina, la propiedad campesina es donde el campesinado construye su existencia. La propiedad capitalista es otro territorio, desde donde el agronegocio se reproduce. Estos dos generan el proceso de disputa territorial. Pero el campesinado está siendo expropiado de sus territorios y una forma de resistencia es la lucha por la tierra para recuperar su participación territorial. Un ejemplo es la disputa de estos territorios en el campo brasileño. En la tabla uno vemos un análisis sobre el territorio del país en diferentes espacios que lo componen. En 2003 el territorio brasileño de 852.22 millones de hectáreas se componía así: 15 por ciento eran tierras indígenas; 12 por ciento, unidades de conservación vegetal; 3.5 por ciento formaban las áreas urbanas y áreas ocupadas por ríos, carreteras y “posse” (condición en que el campesino vive en tierra del Estado pero no es propietario); 69.5 por ciento estaba ocupado por propiedades rurales; 49.5 por ciento por inmuebles catastrados por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria, y 20 por ciento eran tierras “devolutas”, esto es áreas públicas ocupadas por terratenientes o por grandes empresas.
En la tabla dos analizamos el territorio campesino y el capitalista, o sea los inmuebles rurales catastrados para comprender mejor los cambios ocurridos en las estructuras agrarias entre 1992 y 2003. Los inmuebles capitalistas y los campesinos producen relaciones sociales diferentes: capitalistas y no capitalistas, siendo, por tanto, territorios distintos. Tenemos diferentes formas de organización del espacio y del trabajo. Hay por tanto dos relaciones sociales que producen dos territorios distintos y, para expandirse, precisan destruirse uno a otro. El territorio capitalista se territorializa destruyendo territorios campesinos, o destruyendo territorios indígenas, o se apropian de otros territorios del Estado. Los territorios campesinos se territorializan destruyendo el territorio del capital, o destruyendo territorio indígena o se apropia de otros territorios del Estado. Si la frontera agrícola está abierta, ese proceso se mantiene. Con el cierre de la frontera agrícola, el enfrentamiento entre los territorios campesinos y los de la capital sería más intenso. La tabla dos nos posibilita una buena noción de ese enfrentamiento. Hubo un aumento de área de ambos territorios que sólo fue posible porque la frontera agrícola está abierta. Un factor importante de territorialización campesina es, sin dudas, la lucha por la tierra y las políticas de reforma agraria que posibilitaron la expansión de territorios campesinos. Todavía la expansión y el reflujo de los territorios son resultado de coyunturas económicas y con la nueva onda de la agroenergía aumenta la tendencia de expansión principalmente de territorio capitalista. Más allá de esta tendencia, el capital tiene el poder de territorializar más rápido que el campesinado por causa de las desigualdades generadas por el modo de producción capitalista que expropia al campesinado de sus territorios. La territorialización del campesinado ocurre primordialmente por medio de la lucha popular y políticas públicas. La lucha por la tierra y la reforma agraria forman el principal factor de territorialización del campesinado en el territorio nacional. El desarrollo territorial y la reforma agraria son procesos inseparables. Por tanto, la obtención de tierras y el desarrollo de los asentamientos campesinos son también procesos inseparables. El capital forma sus territorios y se territorializa, o sea, se expande multiplicando el control de enormes áreas en todas las regiones. En la actualidad, en el campo brasileño, el agronegocio procura apropiarse de tierras pertenecientes al campesino por medio de la tercerización de la producción (que muchos llaman integración) o con la expropiación vía la verticalización de la producción, controlando todos los sistemas que la componen. Al pensar en territorio en esta coyuntura, deben considerarse los conflictos existentes entre campesinos y agronegocios que disputan territorios. Esos componen diferentes modelos de desarrollo, por tanto forman territorios divergentes, con organizaciones espaciales diferentes, paisajes geográficos completamente distintos. En esta condición tenemos tres tipos de paisajes: uno, el del territorio del agronegocio, que se distingue por la gran escala y la homogeneidad del paisaje; por la desertificación poblacional, el monocultivo y la producción para la exportación; dos, el territorio campesino, caracterizado por la pequeña escala y la heterogeneidad de su paisaje geográfico con frecuentes doblamientos; se distingue por la policultura y por la diversificación de alimentos orientados el desarrollo local, regional y nacional; y tres, el territorio campesino monopolizado por los agronegocios, que se distingue por la escala y homogeneidad de su paisaje geográfico y por el trabajo subordinado y controlado técnicamente por los commodites que se utilizan en los territorios campesinos. Esta realidad nos sitúa, por lo menos, en una interrogante: ¿qué es desarrollo territorial para esta diversidad de territorios? Necesitamos varios modelos. Todavía la tendencia de los gobiernos es pensar en el desarrollo desde perspectivas del agronegocio, porque éste es comprendido como la totalidad de la cual la agricultura campesina formaría parte. Asumir esta visión es comenzar perdiendo y terminar derrotado. El desarrollo territorial y la reforma agraria deben estar contenidos en el conjunto de intereses de diferentes tipos de campesinos y cuando se refiere a la reforma agraria, pensar en proyectos de asentamientos como territorios. Un principio importante es pensar el desarrollo territorial como una totalidad donde están presentes todas las dimensiones: política, social, cultural, ambiental y económica, no necesariamente en este orden, pero como un conjunto inseparable. Desarrollo y territorio son conceptos multidimensionales. En este sentido, la reforma agraria es un proyecto de desarrollo territorial. Y al mismo tiempo, la reforma agraria es una cuestión nacional. Geógrafo, profesor del Programa de Posgrado en Geografía de la Universidad Estadual Paulista; investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científi co y Tecnológico; coordinador del Grupo Trabajo Desarrollo Rural en América Latina y el Caribe del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). |