Miércoles 15 de abril de 2009, p. 8
Desde hace por lo menos dos años la organización delictiva Los Zetas, brazo armado del cártel del Golfo, comenzó a reclutar mujeres que son adiestradas en el uso de armas y hacen trabajo de publirrelacionistas.
La mayoría de quienes son afiliadas –conocidas en ese grupo criminal como Las Panteras– son jóvenes (tienen entre 18 y 30 años), proceden de familias de bajos recursos y sus estudios máximos son de secundaria.
Su labor dentro de Los Zetas consiste en contactar a autoridades estatales y municipales, concertar reuniones en lugares públicos con ellas y ofrecerles sobornos a cambio de protección para los delincuentes, hasta que logran cooptarlos.
En menor medida, algunas panteras fungen como sicarias o escoltas de los principales capos del cártel del Golfo. Otras tienen el mando en algún municipio o estado, donde son responsables de mantener el control territorial para favorecer el tráfico de drogas que sicarios trasladan cada mes a Estados Unidos.
Sicarias y publirrelacionistas
Lo anterior se desprende de documentos a los que tuvo acceso La Jornada después de la detención de Ashly Narro López, La comandante Bombón (lideresa de Los Zetas en Nuevo León), arrestada el 9 de febrero pasado en Cancún, Quintana Roo, y de Cynthia Janet Flores Cepeda, detenida el pasado 9 de abril en Fresnillo, Zacatecas.
Cynthia trabajaba directamente para Israel Nava Cortez y/o Eduardo Ríos, El Ostión, un ex kaibil (de las fuerzas especiales militares de Guatemala) que durante varios años fue jefe de sicarios de Los Zetas y formaba parte del primer círculo de personas de confianza de Miguel Treviño Morales, El Z-40, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, fundadores de ese grupo
Según consta en el expediente 189/2009, Cynthia forma parte de Las Panteras y al menos desde hace dos años ese grupo está integrado por unas 40 mujeres.
“La actividad de ese grupo de mujeres a las que se denominaba Las Panteras era ir a contactar policías, militares, presidentes municipales y cualquier autoridad o personas civiles con las que se quisiera hacer un acuerdo para beneficio de la organización.
Dichas mujeres estaban entrenadas para matar. Eso hacían cuando la persona que contactaban no se prestaba para colaborar con la organización
, declaró a la Procuraduría General de la República un testigo protegido identificado con el sobrenombre de El Pitufo, quien también perteneció a Los Zetas.