Equipo de científicos describe mecanismo de la muerte celular programada del parásito
La Entamoeba histolytica es capaz de decidir el momento de morir sin provocar inflamación para evitar que otras sean reconocidas y atacadas, expone Guillermo Pérez Ishiwara
Martes 14 de abril de 2009, p. 2
México se ubica entre los 10 países con mayor frecuencia de amibiasis; sin embargo, las autoridades sanitarias prefieren continuar invirtiendo grandes cantidades de recursos económicos en medidas curativas que en políticas preventivas de esa enfermedad, la cual afecta a más de 20 millones de mexicanos, y evitar que continúe extendiéndose entre la población, afirmó el científico Guillermo Pérez Ishiwara.
Este investigador fue galardonado recientemente, junto con el equipo que dirige en la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional, con el EMBO Poster Prize, otorgado por la Organización Europea de Biología Molecular, por la investigación que describe el mecanismo de la muerte celular programada de la amiba.
La amibiasis es una enfermedad parasitaria intestinal producida por la Entamoeba histolytica y se contrae generalmente por ingestión de alimentos o líquidos contaminados. Sólo 10 por ciento de los casos que adquieren la enfermedad desarrollan sus síntomas; sin embargo, las consecuencias de este mal pueden ser desde una simple diarrea hasta lesiones cerebrales o la muerte.
La comunidad científica internacional aún no ha encontrado una vacuna contra la amibiasis; no obstante, hallazgos como el logrado por el equipo que dirige Pérez Ishiwara contribuyen a aplanar el terreno hacia ese objetivo.
En entrevista el especialista explicó en qué consiste el descubrimiento obtenido en el Politécnico y los retos que nuestro país tiene para erradicar esa enfermedad.
–¿Cómo se llegó a descubrir la muerte celular programada de la amiba?
–Llevábamos algunos años de estudiar la resistencia de la amiba a los fármacos, pero ahora descubrimos que desarrolla un importante mecanismo para defenderse del sistema inmunológico del huésped, es decir, del ser humano.
“En los momentos iniciales, el huésped trata de destruirla y pone en juego sus defensas y sus moléculas para tratar de agredir al parásito, pero éste también activa dos mecanismos: uno conocido como evasión y explotación inmune, en el cual secreta moléculas para tratar de matar a las células ofensoras y que no la maten.
El otro es producir unas moléculas en su superficie de membrana que evitan que las armas del huésped la maten por apoptosis. Es decir, la amiba es capaz de decidir en qué momento morir sin provocar inflamación para que otras células o parásitos que están en el tejido no sean reconocidos y no sean atacados.
–¿Este descubrimiento acerca a la creación de una vacuna?
–Hay muchos intentos en el mundo por hallar la vacuna, y con este estudio no la vamos a descubrir, pero sí representa un paso adelante. La investigación convencional estudia etapas finales de la infección, es decir, cuando el parásito está instalado; pero nosotros trabajamos la etapa temprana del proceso, y con los mecanismos de la amiba que hemos encontrado nuestra propuesta es desarrollar una terapéutica adecuada o una vacuna, un medio para bloquear esos mecanismos del parásito.
Sin embargo, el organismo es muy complejo en su metabolismo, por lo que un estimado razonable para el desarrollo de una vacuna podría ser 10 años.
–¿Es conveniente la automedicación para desparasitarse?
–El problema de la automedicación es que la amiba va generando mayor resistencia a los fármacos. No es malo medicarse, siempre y cuando vaya acompañada de un diagnóstico de laboratorio, porque hay varios tipos de parásitos y, por otro lado, que no se interrumpa el tratamiento, porque entonces es cuando empieza a desarrollar algunos de los mecanismos que descubrimos.
–¿En qué lugares tiene más frecuencia esta enfermedad?
–Donde se carece de sistemas de drenaje o de cloración de agua; por eso está fuertemente relacionada con la pobreza, aunque no es exclusiva de ella.
“En la ciudad de México es más complejo, porque ya no tiene tanto que ver con la calidad de agua de la llave, sino que, como muchas veces es una enfermedad asintomática, no se toman medidas higiénicas suficientes.
“Hay muchos changarritos en las calles que preparan aguas frescas, alimentos crudos, y seguramente muchos están contaminados. Al no tomar medidas profilácticas, podemos generar parásitos cada vez más virulentos.
–¿Debería incrementarse la vigilancia en esos puestos?
–Aunque no se sabe con exactitud la cantidad, esta enfermedad cuesta mucho dinero al gobierno y por eso sería más rentable que, en vez de tomar medidas remediativas, desarrollara mediadas profilácticas y educativas.
“Pero además hay un proceso de corrupción que no ayuda a erradicar la contaminación, porque cuando el funcionario público va a supervisar el changarro le dan 20 pesos y el establecimiento sigue operando. Otra de las necesidades del país es aumentar los recursos para la investigación, la cual está por debajo del 0.3 del PIB, cuando debería ser por lo menos de uno por ciento.
Hay temas importantes, como el de la amibiasis, que los científicos mexicanos necesitamos y podemos abordar, pero no tenemos recursos. Por eso requerimos que el gobierno tome la investigación como una política de Estado.