Texcoco renovó su tradicional costumbre de regalar apéndices a granel, sin rigor ni seriedad de ninguna especie. En la corrida de anteayer, sábado, la cosecha fue de ocho orejas y dos rabos, que quedaron repartidas de la siguiente manera: Eulalio López Zotoluco, después de pasar en blanco ante el primero de la tarde, al cuarto le cortó las dos orejas y el rabo. Ignacio Garibay, idéntico siempre a sí mismo, se llevó una oreja del segundo y las orejas y el rabo del quinto. Por último, Fermín Spínola, más parejo en sus dos trasteos, obtuvo las orejas del tercero del encierro y una más del que cerró plaza.

Un día antes, en el mismo coso, el niño prodigio de Aguascalientes, que ha hecho su carrera en Europa, el gran Joselito Adame, se llevó en la espuerta las dos orejas de su segundo enemigo, el último de un sexteto de la ganadería de Medina Ibarra, que también lidiaron Rafael Ortega (vuelta al ruedo en su primero, aplausos en su segundo) y Miguel Abellán (saludos desde el tercio tras la muerte de su primero y discutida oreja en premio a su labor con su segundo).

Para el próximo sábado 18, Texcoco verá juntos a Joselito Adame y Arturo Macías El Cejas, quienes dos semanas después, a principios de mayo, acompañarán en la feria de Aguascalientes, de donde ellos son, al francés Sebastián Castella, quien toreará tres tardes consecutivas.

En otras cosas, en Málaga, al sur de España, el diestro Miguel Ángel Perera, triunfador de la temporada 2008-2009 de la Plaza México, resultó herido de una cornada de dos trayectorias, que no parecía seria, porque el diestro permaneció en el ruedo toda la tarde y se dio maña para matar a los dos toros de su lote, alternando con José Tomás.

Poseído por el afán de superar el maestro de Galapagar, Perera le cortó una oreja a cada uno de sus dos adversarios, y luego accedió a ir la enfermería, donde le aplicaron de inmediato anestesia general y lo operaron para limpiarle y suturarle una herida de 12 centímetros de profundidad, en la cara externa de la pierna izquierda, con una trayectoria hacia arriba y otra hacia adentro, que seccionó el músculo tibial y que los médicos diagnosticaron como grave.

La plaza de Málaga recibió al público con el letrero de no hay billetes en las taquillas, clásico en todos los cosos donde se presenta José Tomás, quien también le cortó una oreja a cada uno de sus toros, en tanto Javier Conde anduvo por la calle de la amargura, al fracasar ante su primero y ser objeto de una lluvia de cojines por lo mal que se vio con su segundo.