Dejó inconclusa una serie de siete marionetas para el bicentenario de la Independencia
Miércoles 8 de abril de 2009, p. 6
Considerado uno de los tres mejores hacedores de títeres del mundo, el mexicano Alberto Mejía Barón –conocido como Alfin– falleció el sábado 4 de abril a causa de una neumonía, a cuatro días de cumplir 61 años de edad. Según su última voluntad, su cuerpo fue incinerado.
Este miércoles 8 de abril, fecha de su cumpleaños, colegas, discípulos, amigos y familiares, han organizado un homenaje en el Centro Cultural San Ángel (Revolución, esquina Madero, San Ángel), a las 14 horas.
El trabajo del artista plástico, restaurador, vestuarista, coleccionista de marionetas, escenógrafo y coreógrafo también abarcó ópera, cine y televisión.
Su empeño por conservar y continuar la tradición de las marionetas en México, aunado a la difusión de la historia, leyendas y tradiciones del país lo hicieron merecedor de varios reconocimientos en México y en festivales internacionales de títeres.
Por más de 20 años, de modo ininterrumpido, se presentó en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo como amigo vivo
, con exposiciones y espectáculos.
Su trabajo de “performance-conductor” entre el público y la obra, en el Museo de Arte Moderno, a principios de los años 90 del siglo pasado, tuvo que ver con 44 exposiciones en dos años.
De igual manera, se presentó en recintos como el Antiguo Colegio de San Ildefonso y la Casa de Cultura de Tlalpan.
Invitación de Balanchine
En 1999, en la Bienal Internacional de Marionetas de Évora, Portugal, el maestro Mejía Barón fue distinguido como uno de los tres mejores talladores de títeres de madera en el mundo. George Balanchine, uno de los coreógrafos más importantes del siglo XX, reconoció en Alfin a un gran hacedor de muñecos, al grado que en 1983 le pidió viajar a Nueva York para proponerle la creación de un ballet con marionetas.
Entre las diversas actividades que realizó en el terreno de las artes escénicas, trabajó en el Palacio de Bellas Artes entre 1981 y 1983 en el departamento de vestuario teatral para montajes como Aída, Turandot, El Barbero de Sevilla y Norma, entre otras, y con directores como Antonio López Mancera, René Durón y José Solé.
Como escenógrafo y coreógrafo, en 1993 participó en las óperas Cavalleria Rusticana e I Pagliacci, en ese mismo escenario, bajo la dirección de Juan José Gurrola.
Entre el amplio repertorio de obras para títeres de Mejía Barón, destaca La maya, espectáculo para 150 marionetas en el que recrea parte de la historia del encuentro entre indígenas y españoles.
Como actor participó en 60 películas, entre las que figuran Cabeza de vaca, de Nicolás Echevarría, y Mezcal, de Ignacio Ortiz. Aparece también en casi 30 documentales, muchos sobre su vida artística.
Poseedor de una colección de casi 600 marionetas de diferentes épocas, técnicas y materiales, Alberto Mejía Barón dejó inconclusa una serie de siete personajes para la celebración del bicentenario de la Independencia, una serie de muñecos azules inspirados en El Mahabarata, así como la relaboración de su colección Mozart. Además, esperaba volver a montar la producción La maya.