Son jóvenes que se asumen herederos de una dinastía empresarial y su cerebro rechaza que se les ubique como delincuentes.

Estudiosos de la mente y expertos en sicofisiología y neurosicología que han elaborado perfiles para la Procuraduría General de la República (PGR) sobre el tipo de comportamiento de estas personas, refieren que son narcisistas, egocéntricos, misóginos, soberbios, mitómanos, seductores, amantes del bien vestir, conquistadores de mujeres y no caen en una conducta ordinaria.

Su nivel académico alcanza licenciaturas y maestrías. Están convencidos de que no son criminales sino empresarios que generan empleos y benefician a cientos de familias. Se trata de los llamados narcojuniors.

En su mayoría son hijos de importantes capos de la droga que entre los años 70, 80 y 90 fundaron los cárteles más importantes que operan en México, como el de los hermanos Arellano Félix, el de Sinaloa, de Juárez, del Golfo y el de los Beltrán Leyva.

También hay sobrinos, ahijados y nietos de aquéllos. Han asumido la responsabilidad como herederos de un imperio económico-delictivo que les ha permitido estudiar en colegios y universidades privados y vivir en zonas residenciales rodeados de lujos, servidumbre, escoltas, ayudantes, lugartenientes y bellas mujeres.

Registros emitidos por peritos sicólogos de la PGR y por especialistas en esa materia externos a esa dependencia, como la doctora Feggy Ostrosky-Solís, autora del libro Mentes criminales, refieren que estos narcojuniors tienen una personalidad siquiátrica antisocial y/o actitudes de sociopatía.

“Estas personas presentan, desde un punto de vista siquiátrico, un patrón continuo de rompimiento de reglas y violación a los derechos de los otros.

Gran parte de la conducta antisocial que manifiestan los individuos con agresión premeditada es de naturaleza instrumental, esto es, tiene el objetivo de obtener el dinero de los demás, favores sexuales o respeto, poder y control, destacan los expertos.