Después de 1968, como fotógrafo, ha cambiado, aseguró Josef Koudelka, quien con su cámara de 35 milímetros captó la invasión de Praga, cuando los tanques del Pacto de Varsovia entraban en la capital checa.

Al respecto, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco el miércoles se inauguró la muestra Invasión 68: Praga, del artista checo, que reúne 70 imágenes seleccionadas del libro con el mismo título, que la editorial Aperture publicó para conmemorar el 40 aniversario de la irrupción soviética en la capital checa.

Josef Koudelka (Moravia, República Checa, 1938) empezó en el mundo de la fotografía en 1968 y las situaciones que vio cambiaron su percepción: La vida impone a las personas diferentes problemas y uno se da cuenta de lo que es capaz de hacer. Seguramente ahora no haría lo mismo de hace 40 años.

El acontecimiento de agosto de 1968 fue único para Koudelka. Desde entonces nunca viví ni fotografié algo semejante.

El fotógrafo consideró que 1968 es muy importante en la historia de la humanidad, sin embargo, reconoció que la mayoría de los jóvenes de Praga no saben nada sobre la invasión, mientras los mayores prefieren guardar silencio.

Los más viejos no quieren hablar del 68 porque lo ocurrido fue una masacre moral. Se comportaron como lo hacen las personas que todo el día tienen enfrente un tanque y no pueden pensar, sólo desean olvidar. Después de varios años la memoria regresa con mi libro del que surge la exposición. Los checos no olvidan que una vez estuvimos ocupados y dejamos de hacer todo.

Todos contra el ejército invasor

Koudelka explicó que nunca imaginó que la gente pudiera cambiar tanto cuando una causa común la une, porque con la llegada de los rusos, las personas olvidaron quiénes eran, lo único importante era que un ejército extranjero había invadido al país y todos estaban en contra de eso.

Josef KoudelkaFoto María Luisa Severiano

Entre los proyectos del artista figura la realización de imágenes sobre el conflicto en Israel y Palestina. Me han propuesto trabajar sobre la manifestación contra el muro que separa a palestinos e israelíes, donde están los soldados y también las personas heridas que deben llevar a los hospitales. No me siento muy bien ante esta situación, antes era más observador.

Hasta el 20 de agosto de 1968, Koudelka jamás había fotografiado algún acontecimiento político. Acababa de regresar de Rumania con unos negativos sobre las costumbres gitanas cuando comenzó la invasión de Praga.

Durante 10 días se dedicó a registrar lo que ocurría en las calles recién ocupadas y posteriormente filtró clandestinamente las imágenes captadas y las hizo llegar a la agencia Magnum, de Nueva York. Después de 16 años, Koudelka reconocería públicamente la autoría de las fotografías.

La serie de imágenes de la invasión rusa es relevante como documento histórico. Muestro lo que sucedió realmente en Checoslovaquia en 1968. Las mejores imágenes no son aquellas en las que no importa quién es checoslovaco y quién ruso, sino aquéllas donde una persona tiene un arma y la otra no. Y quién no la tiene es, de hecho, el más fuerte.

Docenas de personas fueron asesinadas en una masiva represión militar en Checoslovaquia por cinco países del Pacto de Varsovia. Koudelka, con sus imágenes, mostró al mundo las manifestaciones y los enfrentamientos en las calles de Praga.

La exposición –que luego itinerará en China y Japón– se inauguró la noche del miércoles en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (avenida Ricardo Flores Magon número 1, colonia Nonoalco).