Opinión
Ver día anteriorMiércoles 25 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿Funcionará el plan Geithner?
L

a luna de miel para la presidencia de Barack Obama ha concluido. Esa administración será juzgada por su capacidad para enfrentar y superar la crisis financiera y económica. Pero los planes anunciados en las últimas semanas y, en especial, el programa público-privado de inversiones dado a conocer hace unos días, revelan que Obama no tiene un buen análisis sobre las raíces de esta crisis y por eso ha sido capturado por la pandilla de Geithner y Summers, los dos testaferros de Wall Street. Esto le costará caro a Obama.

La estrategia de la nueva administración se ha basado en dos grandes tipos de acciones. Por una parte un paquete de estímulos para reactivar la economía. Ese paquete es insuficiente y se aplicará lentamente. Además, las proyecciones para absorber 50 por ciento del déficit fiscal en 2013 son muy poco creíbles, para decirlo diplomáticamente.

El otro pilar de la estrategia presidencial se compone de las iniciativas para rescatar al sector bancario y financiero. En mi opinión, estas medidas también son insuficientes y, peor aún, están basadas en diagnósticos equivocados. Así que por el momento, las cosas no pintan bien y lo más probable es que la economía de Estados Unidos se dirija hacia un escenario de estancamiento prolongado como el sufrido por Japón en la década de los años noventa.

El nuevo Programa Público Privado de Inversiones (PPPI) anunciado por el secretario del Tesoro, Tom Geithner, consiste en un esquema de compras de los llamados activos tóxicos que están en las hojas de balance de los bancos y que impiden el restablecimiento del crédito entre bancos. El plan Geithner implica un fuerte subsidio a grandes inversionistas (como fondos de cobertura) a través de la Reserva Federal, el Tesoro y la Corporación de Seguros de Depósitos Bancarios (FDIC, por sus siglas en inglés). Con este subsidio en forma de préstamos no recurrentes y generosos márgenes de intermediación, los inversionistas tendrán un incentivo para comprar los activos tóxicos que se supone tienen tapado el sistema bancario. Lo que está realmente mal es que aún con ese subsidio, es posible que el plan fracase.

El PPPI supone que el valor de los activos tóxicos (por ejemplo, el de las hipotecas de segunda) ha caído artificialmente, por razones (pánico) que no tienen que ver con su valor fundamental. Por lo tanto, si el sistema tiene liquidez, esos activos serán comprados y su valor va a subir. Al apreciarse esos activos, las hojas de balance de los bancos van a sanearse y el problema de la capitalización será resuelto. Por eso, Geithner insiste en que no es necesario nacionalizar los bancos.

El problema está en el supuesto de que esos activos ya no se van a depreciar más. Pero eso es algo que simplemente no se sabe y si Geithner le apuesta a que la depreciación ya tocó fondo, muchos analistas opinan lo contrario. Es posible que el gobierno de Obama vaya a subsidiar operaciones en un mercado que tiene activos cuyo precio sigue inflado.

Además las hojas de balance de los bancos están plagadas de otros problemas. Los sectores de crédito para bienes raíces comerciales, hipotecas de primera clase, préstamos para autos, tarjetas de crédito, estudios universitarios y otros más están tan lastimados como el de la burbuja hipotecaria subprime. Esos créditos son activos para los bancos, pero al aplicarse las reglas contables estándar en Estados Unidos esos activos deberán ser evaluados a su valor de mercado. La descapitalización que eso acarrea puede deletrear la palabra bancarrota.

En síntesis, el plan PPPI está diseñado para enfrentar un problema de falta de liquidez, no de insolvencia o de bancarrota. Obama se ha dejado seducir por Geithner y Summers y se ha puesto del lado de Wall Street. La prueba es que el PPPI es un súper subsidio para los grandes fondos que serán los que ahora recurrirán, como buitres, a devorar la carcasa que quedó después del festín.

Hace unas semanas, en una entrevista con la cadena ABC, se le preguntó a Obama si no sería mejor nacionalizar los bancos. El presidente dijo que en el caso de Japón en los noventa, el gobierno le inyectó billones a la banca en esquemas parecidos al de Paulson y ahora Geithner. La economía japonesa permaneció estancada diez años, dijo Obama. En cambio, continuó, en Suecia se procedió a nacionalizar la banca y en un par de años, la economía estaba en plena recuperación. Pero en lugar de sacar las conclusiones correctas, Obama se salió por la tangente y dijo que eso es contrario a las tradiciones culturales en Estados Unidos.

En vez de repetir frases huecas, Obama debería estar poniendo atención a los tiempos que corren. Su abrazo del dúo Geithner-Summers lo ha debilitado políticamente. Su presidencia enfrenta la peor crisis en la historia del capitalismo estadunidense, con desequilibrios gigantescos en lo interno y en las cuentas externas. Obama ya no va a tener muchas oportunidades para tomar decisiones que realmente conduzcan al cambio que predicó desde su campaña.