Kiev se compromete con la Unión Europea a estudiar el aumento del bombeo de gas ruso
El gobierno de Timoshenko acordó con Bruselas modernizar la red de transportación de ese fluido
Miércoles 25 de marzo de 2009, p. 35
Moscú, 24 de marzo. En una aplicación clásica de la política del palo y la zanahoria –esa mezcla de represalias y recompensas que emplea el fuerte para doblegar al más débil–, el Kremlin decidió este martes aplazar por tiempo indefinido la ronda de consultas intergubernamentales que tenían previsto celebrar los primeros ministros de Rusia y Ucrania la semana entrante.
El pretexto formal: el gobierno ruso necesita tiempo para aclarar las dudas originadas por la declaración que, el lunes anterior, firmó Ucrania con la Unión Europea para modernizar su red de transportación de gas.
Partimos del hecho de que la seguridad económica es parte inalienable de nuestra estrategia de seguridad nacional. Tenemos que estar muy atentos a todo lo que ocurre en el mundo y detectar cuando se afectan los intereses económicos de nuestro país
, dijo el presidente Dimitri Medvediev al anunciar la medida en una reunión del Consejo de Seguridad ruso.
Detrás del aparentemente inocuo aplazamiento de consultas, hay una severa represalia a Kiev por pactar con Bruselas al margen de Moscú. Porque en esas consultas
se iban a fijar las condiciones del crédito de 5 mil millones de dólares –de ese tamaño era la zanahoria– que Rusia estaba dispuesta a conceder a Ucrania.
Parte considerable de ese dinero se iba a destinar al pago del gas ruso que consume Ucrania y, si no se logra pronto normalizar la relación con Rusia, el gobierno ucraniano tendrá que encontrar otra fuente de financiamiento para evitar que se redite el escenario poco halagador del cierre de la llave, que afecta también, como daño colateral, los suministros del hidrocarburo a Europa.
Las reticencias del gobierno de Moscú se sustentan en que el entendimiento entre Ucrania y la Unión Europea se alcanzó sin tomar en cuenta la opinión de Rusia, la única nación que utiliza los gasoductos que hay en territorio ucraniano para proveer el combustible a sus clientes de Europa.
Para nadie es un secreto que Rusia aspira a ser copropietaria de la red de gasoductos ucranianos, una oferta que siempre ha presentado como eventual forma de pago por el gas que envía al vecino país eslavo.
Por ello, el Kremlin deplora la exclusión de Rusia a la hora de adoptar decisiones sobre el futuro de la transportación del gas ruso y considera que la declaración firmada en Bruselas no es sino un intento del comprador y el intermediario de llegar a un arreglo a costa del vendedor.
Nada gustó aquí, por ejemplo, que Ucrania, sin consultar con Rusia, se haya comprometido a estudiar la posibilidad de aumentar el bombeo de gas ruso que pasa por su territorio, posibilidad que la víspera calificó de poco seria y absurda
el primer ministro ruso, Vladimir Putin.
Su colega ucraniana, Yulia Timoshenko, trató hoy de restar importancia a la reacción del Kremlin al afirmar desde Kiev que Rusia puede invertir y participar en la modernización de la red de gasoductos ucranianos. Sabemos que no todo (lo acordado en Bruselas) resultó del agrado de Rusia. Tampoco le habrá gustado que el (equipo) Shakhtar Donetsk le ganara al TsSKA (en la liga de campeones del futbol europeo). Pero eso no es traicionar los intereses nacionales de Rusia, es simplemente ganar un partido
.
Según Timoshenko, quien en su afán de sumar puntos para llegar a la presidencia se presenta como ganadora de este otro partido mucho más difícil, Ucrania logró convencer a la Unión Europea de que es más barato modernizar su red de gasoductos que construir vías alternativas de suministro de gas que eludan su territorio.
Ahora, para que su victoria no sea pírrica, solamente falta que los europeos le presten dinero para pagar el gas ruso.