Bogotá, 23 de marzo. La nacionalización y desarticulación gradual del Plan Colombia –en el que Estados Unidos inyectó seis mil 500 millones de dólares en casi una década– estaban previstas desde el inicio, advirtió la embajadora colombiana en Washington, Carolina Barco, en declaraciones que desestiman la versión del vicepresidente Francisco Santos en el sentido de que Bogotá debería acabar con este esquema porque tiene un costo para la dignidad del país demasiado grande.

Barco, en entrevista con el diario El Tiempo de Bogotá, planteó asimismo que el surgimiento del Plan Mérida suscrito entre Estados Unidos y México para combatir el tráfico de drogas –que será financiado con unos 350 millones de dólares, y fue aprobado el año pasado por el Congreso estadunidense– no debería significar el abandono de una aproximación regional y el consecuente apoyo a Colombia.

El 15 de marzo pasado, Santos sugirió terminar con el Plan Colombia porque cumplió su función, ya no es necesario y ha propiciado que sectores del Congreso estadunidense den un trato injusto a Colombia que resulta indigno.

Es una posición personal del vicepresidente... Ahora es claro que estamos en un proceso de nacionalización, pero eso estaba previsto desde que se inició el plan. Era de cinco años y ya vamos para nueve, señaló Barco.

Desde hace dos años el Congreso de Estados Unidos comenzó a recortar recursos al Plan Colombia, acordado por los presidentes Bill Clinton (1993-2001) y Andrés Pastrana (1998-2002), pese a que el presidente George W. Bush (2001-2009) extendió sus objetivos a la lucha contrainsurgente. Según El Tiempo, el apoyo estadunidense se tradujo en la entrega de casi 100 helicópteros, 30 avionetas, lanchas artilladas, armas y el entrenamiento de 50 mil uniformados en operaciones especializadas antinarcóticos, antiterrorismo y antisecuestro.

En medio de la crisis financiera global, que ha absorbido alrededor de mil millones de dólares del presupuesto estadunidense, altos funcionarios del Pentágono proyectan recortes en diversos proyectos, incluido, por ejemplo, el gasto para sistemas antimisiles, informó este lunes el vicepresidente del comando conjunto de las fuerzas armadas estadunidenses, James Cartwright.

Los recortes en el Plan Colombia, de acuerdo con Barco, implican transferir el control y el costo de los programas sustentados por Washington hacia Bogotá, pero estamos en conversaciones con Estados Unidos para que se haga de manera paulatina.

A la pregunta sobre qué papel ejerce la preocupación por México en este recorte, la embajadora dijo creer que en Estados Unidos entienden que hay que seguir apoyando a Colombia, porque los problemas están interconectados. No se puede abandonar un lado por apoyar el otro. Lo que se va a ver es una aproximación más regional.