Sábado 21 de marzo de 2009, p. 8
Acapulco, Gro., 20 de marzo. Carlos Santana, y nacido en Autlán, Jalisco, ciudadano del mundo, puso a bailar en sus butacas a los 4 mil asistentes al Foro Imperial de Acapulco, en el Vive Tu Luz World Tour 2009, con el que recorrerá cuatro ciudades más del país.
Sin mayor preámbulo, con imágenes de su participación en Woodstock, en agosto de 1969, se inició este ritual de música que fue aprovechado por el músico para dar su mensaje místico.
Hoy, más que nunca, es importante reconocer que nada más existen dos vibraciones: amor y miedo. Es todo. La única realidad es que Dios nos ama, completamente, incondicionalmente; todo lo que veo en los canales de satélite o cable es ilusión colectiva, no es la realidad. La única realidad es el amor de Dios para nosotros
, y llevó las manos al capo y a las cuerdas de su guitarra para extraer el llanto de la tierra a través de Soul Sacrifice.
Generaciones complacidas
Primero fue el verbo y después la música. El respetable esperaba los éxitos. En las butacas muchas calvas, muchas canas, minifaldas en cuerpos tallados por los aerobics; largas cabelleras; floridos lazos en la cabeza; algunos hasta llevaron a sus nietos para hacerlos partícipes de su nostalgia; otros más jóvenes esperaban los éxitos de su etapa reciente, que incluyó dúos con Maná y otros. Las dos generaciones fueron complacidas con la música que el guitarrista ha hecho por 40 años.
Sin depender de nadie levantó a estos adultos en plenitud y los hizo bailar. Luego, un balde de agua fría para los creyentes en el nacionalismo, según la televisión; otros aplaudieron la honestidad del líder: “Y no quiero que se ofendan, pero desde que estaba en la cuna me llamaron el cristalino, porque cuando a un cristal le da la luz sale un arcoiris; así que no quiero que se lastimen, pero yo no me identifico con banderas ni fronteras, ni patriotismo, ni nacionalismo. Sólo me identifico con el corazón, esa es mi bandera, el corazón puro, inocente…”
En Acapulco, ciudad donde iniciaron las decapitaciones y batallas que ya envuelven muchas regiones del país, el intérprete de Oye cómo va, Jingo, Caminos del mal, María, Corazón espinado, que fueron parte del repertorio, vestido de blanco hasta los zapatos, dijo: quiero que sepan que la guerra que está pasando aquí en México no es de drogas, sino de dinero y territorio
.
En más de dos horas de música, Santana demostró que más allá de sus creencias religiosas es un ejecutante magistral.