Crisis del capitalismo mundial / XI
Un sistema social alternativo al capitalismo: no hay otro camino
ohn Bellamy Foster y Fred Magdoff (FyM) citan a un par de autores de lo que en Estados Unidos se llama economía radical que sostienen la tesis inversa a la que ellos, siguiendo a Paul Sweezy y Harry Magdoff (padre, ya fallecido, de Fred) desarrollan en su libro The Great Financial Crisis (Monthly Review Press, 2009), tesis que sostiene que la tendencia crónica al estancamiento del capital monopolista, genera una masa de excedente que no encuentra oportunidades de inversión productiva y que se canaliza al sistema financiero buscando ganancias. Ante la oferta masiva de recursos, el sistema financiero fomenta el sobre-endeudamiento de todos los sectores de la economía, incluidos los hogares (la deuda global acumulada en Estados Unidos de hogares, empresas y gobierno era de 3.5 veces el PIB en 2007) y diseña nuevos instrumentos financieros, de traslado de riesgos y de aseguramiento de éstos. Todo ello da lugar a la financiarización de la economía (el traslado del centro de gravedad de la economía del sector productivo al financiero). Es decir, la tesis central es que la financiarización es un resultado de la tendencia al estancamiento.
Thomas Palley al igual que Özgur Orhangazi sostienen la tesis opuesta: es la financiarización la que genera el estancamiento. Palley incluso atribuye a la financiarización el estancamiento de los salarios reales y la creciente concentración del ingreso. No hay duda, dicen FyM, que un estancamiento prolongado y profundo puede derivar del estallido de una burbuja financiera, como ocurrió en Japón después de la ruptura de la burbuja de los valores del mercado inmobiliario en 1990. Sin embargo, sostienen que esta enfermedad económica puede ser vista de manera más útil como una crisis de financiarización que, al atascarse, paraliza el crecimiento que había generado.
Orhaganzi argumenta que las mayores oportunidades de ganancias financieras excluyen las inversiones productivas, al cambiar los incentivos de los directivos corporativos. Así, el estancamiento se explicaría porque el crecimiento de la inversión financiera genera, por exclusión, un crecimiento muy lento de la inversión productiva. FyM refutan a este autor señalando que la idea de que la inversión real es excluida por la inversión financiera hace muy poco sentido cuando se le sitúa en el contexto de una economía caracterizada por cada vez menos oportunidades de inversión productiva y una creciente capacidad ociosa: el promedio de capacidad utilizada en la industria manufacturera en los años 1960-1969 fue de 85 por ciento, y más bajo en el periodo 1972-2007: 79.8 por ciento. También presentan una gráfica que muestra la tendencia a la baja de la inversión neta fija no residencial (INFNR) y el bajísimo nivel absoluto al que llegó en 2006. (Véase gráfica).
Continuando su argumento contra Orhaganzi agregan que, como hay un número limitado de salidas de inversión rentables en la economía real, y como, ante ello, el proceso de acumulación se atasca constantemente, y como el amontonamiento de más y más deuda se convierte en palanca poderosa del crecimiento, cualquier desaceleración en el inflado de la burbuja de la deuda se convierte en una amenaza a tal crecimiento. Está en la naturaleza del capital monopolista financiero el que tienda a volverse adicto a la deuda: más y más deuda se requiere sólo para mantener la máquina funcionando, añaden citando un libro de Paul Sweezy y Harry Magdoff de 1988. Y rematan: “lo anterior no debe cegarnos al hecho que el problema real está en otra parte. En todo el sistema de explotación de clase enraizado en la producción. En este sentido, la financiarización es sólo una manera de compensar la enfermedad subyacente que afecta la acumulación de capital misma”. Y nos recuerdan que Marx escribió: La superficialidad de la economía política se muestra en el hecho que concibe la expansión y la contracción del crédito como la causa periódica de las alteraciones del ciclo industrial, cuando es un mero síntoma de ellas
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La bien intencionada crítica de Palley, Orhaganzi y otros en la izquierda está orientada a la re-regulación del sistema financiero (después de muchos años de des-regulación), creando una arquitectura financiera que estabilice la economía y proteja el trabajo asalariado, dicen FyM. “Pero si la argumentación previa es correcta, continúan, tales empeños para re-regular las finanzas probablemente fracasarán en su objetivo principal, puesto que cualquier intento serio de controlar el sistema financiero corre el riesgo de desestabilizar el régimen de acumulación en su conjunto, que constantemente requiere de la financiarización para elevarse a niveles cada vez más altos”. Los autores terminan el capítulo 5 de su libro que he venido reseñando, comentando que Sweezy señaló en una conferencia en 1994 que lo único que podría hacerse para estabilizar la economía sería expandir de manera muy acelerada el gasto gubernamental en áreas que beneficiaran realmente a la población y llevar a cabo una redistribución radical del ingreso y la riqueza.
En este capítulo, escrito originalmente en abril de 2008 como artículo de la revista Monthly Review, antes de que Obama fuese electo presidente, señalan que ninguna de las propuestas de Sweezy está en la agenda. Sin embargo, sabemos ahora que el presupuesto enviado por el presidente Obama y ya aprobado por el Congreso, sí conlleva la aceleración del gasto público en algunas áreas de alto beneficio para la población, como servicios de salud. No incluye medidas de redistribución radical del ingreso y la riqueza pero sí de elevación de las tasas impositivas a los altos ingresos, que se habían venido desgravando, como parte de las políticas neoliberales, desde 1980.
Los autores muestran su cara radical y su coherencia al cerrar el capítulo: Si la meta es avanzar las necesidades de la humanidad como un todo, el mundo tarde o temprano tendrá que acoger un sistema social alternativo al capitalismo. No hay otro camino
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