17 de marzo de 2009     Número 18

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Nuestra Cafeticultura ante la Crisis Económica Global

Fernando Celis Callejas

En diversos ámbitos se escucha la idea de que “a los productores de café le está yendo muy bien con la devaluación del peso”. Veamos qué tan cierto es eso. La cafeticultura nacional atravesó una crisis brutal de 2000 a 2004 debido a una caída de los precios internacionales de 55 por ciento, a la sobrevaluación del peso en relación al dólar de 30 por ciento promedio en el periodo y a la reducción de la producción de 5.2 millones de sacos (de 60 kilos) como promedio en el último quinquenio de los 90s a 3.5 millones en el ciclo 2004-05.

En el ciclo 2002-2003, los ingresos de los productores por la venta de su café se redujeron en no menos de 75 por ciento. Fue cuando se desencadenó una migración sin precedentes y la mayoría de las familias cafetaleras decidieron ya no depender tanto del grano y diversificar sus ingresos sin abandonar sus cafetales.

Para los ciclos del 2004-05 al 2007-08, los precios internacionales mejoraron al elevarse sobre 120 dólares las cien libras, pero persistió el problema de la sobrevaluación del peso, por lo que no fue remunerativa la producción para la gran mayoría de los cafeticultores.

En los años recientes los precios reales de venta han representado casi 50 por ciento de los observados en los 70s y 80s. Aun así, los cafetaleros han aumentado en 40 por ciento su producción, de 3.5 millones de sacos del ciclo 2004-05 a cerca de cinco millones en la actual cosecha 2008-09. El consumo interno ha crecido en 30 por ciento en este periodo, por lo cual las exportaciones no han aumentado significativamente, suman unos 2.5 millones de sacos y unos 400 millones de dólares en promedio anual.

Actualmente se tienen ya casi los mismos niveles de producción que en periodos anteriores de mayores precios.

Para la actual cosecha 2008-09, que inició en octubre pasado, las perspectivas eran que los precios en la Bolsa del Café de Nueva York pasarían de 135 dólares las cien libras a unos 130 dólares en el transcurso de 2009, como resultado de una mayor cosecha mundial, de alrededor de 138 millones de sacos contra un consumo de unos 130.5 millones.

Precios volátiles. Pero la realidad muestra algo diferente. Los precios en 2008 fueron influidos por la crisis económica en Estados Unidos. A fines de febrero se elevaron hasta 170 dólares las cien libras en un periodo muy corto y luego descendieron. Mucha tinta se gastó en análisis de que los precios de los productos agrícolas estaban en ascenso y ya no disminuirían, pero el aumento en las bolsas fue coyuntural debido a una participación masiva de fondos especulativos que no tenían ganancias en los mercados inmobiliarios y bancos. En abril-julio de 2008 los precios del café se movieron alrededor de 135 dólares. Para julio un nuevo embate especulativo elevó fuertemente las cotizaciones del petróleo y otras materias primas y el café llegó a un pico poco duradero de 155 dólares. En octubre inició el derrumbe de los mercados accionarios, que arrastró también a las bolsas de productos agrícolas y para diciembre el aromático cayó a sus niveles más bajos de 103 dólares por cien libras; en los meses posteriores se ha movido alrededor de 114 dólares.

Si a partir de las condiciones del mercado del café se calculaban originalmente precios de 130 dólares por cien libras para 2009 y se ha tenido un promedio de 115 dólares el quintal (101.41 libras), el impacto negativo de la crisis económica es de 12 por ciento.

Así, los precios del café en comparación con los del petróleo y de otras materias primas han descendido en menor medida. ¿Por qué? Varios factores del mercado del café explican esta situación.

1. Escasos inventarios de café en los países productores; son los más bajos en muchas décadas; al inicio del ciclo 2008-09 el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) calculaba 12.6 millones de sacos y los estimados por la Organización Internacional del Café (OIC) no rebasan los siete millones.

2. El fuerte aumento del consumo mundial en los cuatro años recientes, con crecimientos anuales de 2.5 por ciento; aun cuando se han tenido cosechas récord, han sido absorbidas por la mayor demanda.

3. El exceso de lluvias en Colombia, los países de Centroamérica, la India y otros disminuirían la producción este ciclo, aun cuando los estimados son de una cosecha histórica de 138 millones de sacos.

4. La cosecha de 2009-10 se estima menor de unos 127 millones de sacos como resultado del ciclo de cosecha baja en Brasil.

Devaluación positiva. El impacto de los menores precios en la bolsa de Nueva York en la cosecha mexicana seria el siguiente. Considerando el precio internacional de 115 dólares el quintal, si el tipo de cambio hubiera permanecido en 10 pesos por dólar, los compradores internos hubieran tomado un promedio de 35 dólares por quintal para gastos de comercialización y utilidades (entre 27 y 50 dólares, según la región), y el pago al productor hubiera sido de 80 dólares, esto es 800 pesos por un quintal de café pergamino, muy debajo de mil 450 (25 pesos por kilo) que se requieren como precio remunerativo.

La diferencia la hace la devaluación del peso.

Si calculamos un tipo de cambio promedio para la cosecha de 14.30 pesos por dólar, los costos de comercialización y utilidades del comprador se reducen a un promedio nacional de 25 dólares por quintal (de 20 hasta 40 dólares, según la región), y el pago al productor sería de 90 dólares, esto es mil 290 pesos por quintal.

Esto significa que un buen número de productores sí ha recibido un precio remunerativo, principalmente en las regiones de precios más altos, como Tapachula y Jaltenango en Chiapas, Pluma Hidalgo en Oaxaca y el centro de Veracruz, así como los que venden café orgánico en el llamado Comercio Justo.

Como promedio nacional calculamos que se tendría cerca de 90 por ciento de un precio remunerativo que permita recuperar la inversión realizada en el cultivo.

Mucho se debate en México si la devaluación es negativa, cuando lo más perjudicial para el país ha sido la fuerte sobrevaluación del peso durante los años pasados que favoreció importaciones indiscriminadas.

El tipo de cambio normal de acuerdo con la inflación interna según el Banco de México debería estar en unos 14.70 pesos por dólar.

Oportunidad de mejora. Un peso no sobrevaluado es benéfico para la cafeticultura nacional y los niveles actuales de precios internos deben llevar a un mayor esfuerzo de reactivación de la actividad; es necesario sostener el aumento de la producción ligado a un crecimiento equivalente del consumo nacional y debe impulsarse que se venda mejor el café mexicano en el extranjero. Actualmente Colombia vende su café arábigo lavado (pergaminizado) a 152 dólares el quintal y Guatemala y Costa Rica a más de 135 dólares, pero el de nuestro país no rebasa los 120 dólares por quintal.

Vender mejor implicaría romper el oligopolio en la comercialización del café mexicano que tienen cuatro grandes compañías que se caracterizan por no pagar a los productores mayores precios por los cafés de mejor calidad y poco hacen para prestigiar el aromático nacional.

Asesor de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)


Porcicultura

Riesgo de que México se convierta en vertedero de desechos

Enrique Domínguez Lucero, director de la Confederación de Porcicultores Mexicanos.

El primer problema que enfrentamos es el de abastecimiento de insumos, principalmente de granos y pasta de soya, cuyos precios están dolarizados y constituyen poco más de 85 por ciento del costo directo de producción de carne de cerdo. Ello está comprometiendo la viabilidad de esta rama, pues es imposible pensar que se pueda transferir ese aumento de costos al consumidor final. Hay otros insumos de importación encarecidos por la devaluación, como son los productos veterinarios y las fórmulas iniciadoras de los cerdos. Los apoyos del presupuesto federal 2009 podrían mitigar parcialmente el conflicto, pero el escenario es muy incierto.

Abrigamos la esperanza de que haya un cambio de política económica respecto de lo que ha ocurrido en los 20 años recientes; necesitamos una mayor oferta nacional de los insumos para la porcicultura (granos básicos fundamentalmente). Debemos fortalecer la planta productiva en función de los intereses de la producción nacional y crear empleos en México, no en Estados Unidos. Que el campo sea visto realmente como un activo de desarrollo.

Por otro lado, hay evidencia de saturación de carne importada. Estamos evaluando la pérdida de producción nacional que tuvimos durante finales de 2007 y todo 2008, estimada en 15 o 20 por ciento, como consecuencia de dificultades de comercialización, de caída de precios del cerdo, de importaciones y del encarecimiento de los insumos del alimento animal.

No obstante la devaluación del peso, en los tres meses recientes hemos visto incrementos de importaciones muy fuertes, luego de que en 2008 éstas crecieron en 28 por ciento respecto de 2007 (pasaron de 326 mil toneladas a 420 mil). No sabemos si fueron compras hechas con coberturas (con lo cual no habría impactado el dólar más caro), y además vemos una importación inusitada de combos donde viene carne que hemos cuestionado, de muy dudosa calidad, carne de segunda, de animales que tienen un castigo de precio en el mercado estadounidense porque son livianos (lo que indica que estuvieron enfermos). El riesgo de la devaluación es que las importaciones continúen pero con carne de baja calidad; estamos trabajando con la Secretaría de Agricultura para que México no se vea como un vertedero de desechos de otros países, abusando de que no tenemos normas de calidad obligatorias.

En cuanto a la exportación, vemos una contracción de nuestro principal mercado, el japonés, aunque por el posicionamiento que tiene nuestra carne, aspiramos a que no haya deterioro, además de que estamos avanzando muy fuerte para vender a China, pero todavía falta contar con el protocolo sanitario que pide el país. Ojalá podamos exportar desde zonas no tradicionales, pues ahora estas ventas están concentrada en Sonora en 90 por ciento y el resto en la península de Yucatán. Estamos viendo en todo mundo una contracción (de importaciones) y un reposicionamiento para favorecer su estructura y su planta productiva nacional. Aquí se piensa al contrario. Ojalá cambie eso.

Riesgos y Oportunidades

Lourdes Edith Rudiño

El escenario de crisis económica es común para el sector agroalimentario –devaluación del peso, encarecimiento de insumos de importación, contracción de los mercados, desajustes o manipulación de precios y ganancias por parte de algún eslabón de la cadena productiva, y quiebras–, pero cada rama expresa sus peculiaridades. En entrevista con representantes de organizaciones de productores, se hacen evidentes riesgos y oportunidades, por ejemplo, el peligro –ya en marcha– de importaciones de cerdo o fórmulas lácteas de cuestionable calidad alimenticia y sanidad, y la oportunidad que brinda la condición del peso frente al dólar de impulsar la producción de granos básicos para sustituir importaciones o de que por fin México se apropie de una parte del mercado azucarero en Estados Unidos.


Bovinos

Sobreoferta; precios bajos al productor, altos al consumidor

Andrés Piedra Ibarra, director de Estudios Económicos de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG).

La crisis energética y alimentaria nos ha afectado desde hace dos años, sobre todo en los costos del maíz para alimento animal, que se elevaron agudamente debido al consumo de este grano para elaborar etanol en Estados Unidos (EU), para enfrentar sus problemas de abasto energético. Y por la crisis financiera y económica de ese país, estamos viendo una caída en la exportación de ganado en pie a EU. En 2008 les vendimos sólo 700 mil cabezas, en comparación con 1.2 millones promedio de 2006 y 2007, y además con un precio muy castigado de 80-90 centavos la libra, contra 1.30 dólares de los años previos.

Entonces los becerros que han dejado de exportarse empezaron a colocarse en corrales de engorda del centro y norte del país, y esto repercutió en un desplazamiento de animales del sur-sureste que tradicionalmente llegan a esas engordas. La saturación de animales provocó en enero una caída sin precedente de precios nacionales del becerro en pie de 20-21 pesos por kilo a 15 o 16, aunque hoy están repuntando un poco. El precio de la carne en los mercados y supermercados, sin embargo, no ha bajado; incluso se ha encarecido. Siempre hemos expresado la preocupación de por qué si hay castigos al precio del becerro esto no favorece al consumidor. La respuesta es que alguien está ampliando su margen de utilidad, pero nadie en la cadena lo va a decir (después del ganadero, está el engordador, luego el introductor y por último el comercializador).

Por otra parte, tarde o temprano tendrá que repercutir la devaluación del peso en el precio de la carne importada, en prácticamente 50 por ciento, pues traíamos un dólar de 10.20 o 10.50 pesos y ahora está arriba de 15. Es un hecho que tendrá que caer el consumo, no sé si ya está pasando, y que habrán de quebrar ganaderos, pues los costos, altamente atados al dólar, se han elevado tremendamente: hablamos no sólo de maíz, sorgo y todo lo que es alimento animal, sino medicinas, biológicos, productos veterinarios y ganado reproductivo, todo de importación.


Leche

Por carestía, creciente preferencia por fórmulas lácteas

Álvaro González Muñoz, presidente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche de El Barzón.

Con la crisis económica, el desempleo y caída de ingresos, se ha contraído en 1.4 por ciento el consumo de leche en los seis meses recientes. También, por razones de precio, hay una tendencia de los consumidores a comprar fórmulas lácteas baratas en lugar de leche. Estas fórmulas –que se encuentran en los supermercados con marcas propias como Aurrerá y Chedraui a precios de unos diez pesos por litro al menudeo– son sueros con bajos niveles de proteína y en ningún país más que en México se consumen en sustitución de la leche.

Esto repercute en la nutrición sin que el consumidor lo sepa porque aunque el empaque dice “fórmula láctea”, las tiendas estratégicamente colocan estos productos en el anaquel de las leches. Y si parecen leche, saben a leche, huelen a leche y tienen el color de la leche, pues la gente no se da cuenta de que le dan gato por liebre. Hace seis o siete años ese producto prácticamente no se vendía en México, pero a partir de que en 2003 salió la norma oficial mexicana 155 para fórmulas lácteas en el país se venden más de cinco millones de litros diarios. La cada vez mayor comercialización de estas fórmulas, aunada a las importaciones de leche en polvo que crecieron de 140 mil toneladas en 2007 a más de 200 mil en 2008, provocan una inundación del mercado hoy –que no se frena a pesar de la devaluación del peso— y ello propicia una caída del precio que se paga al ganadero lechero: hace seis o siete meses la industria pasteurizadora estaba pagando la leche a 5.50 pesos por litro y ahora a sólo cuatro o 4.50 y en algunos lugares, como lo estamos viendo en Jalisco, a sólo dos pesos, y en cambio la ha encarecido al consumidor final a 12 o 13 pesos el litro. Quien gana con la crisis es el oligopolio de la leche. A los ganaderos nos cuesta 5.20 pesos producir cada litro de leche en promedio nacional; la situación hoy está poniendo en riesgo de quiebra a 150 mil productores. Urgen medidas gubernamentales para frenar el daño a los ganaderos.


Granos básicos

Posible, tomar ventaja de la crisis y sustituir importaciones

Víctor Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

La crisis económica y la devaluación del peso frente al dólar colocan a México ante una oportunidad invaluable para replantear radicalmente la política errónea de dependencia de las importaciones para el abasto del mercado interno, en particular de granos básicos. En 2008 importamos casi tres mil millones de dólares en maíz, frijol, trigo, sorgo, arroz y cebada. La devaluación nos debe llevar a sustituir en 50 por ciento estas compras en los próximos años y reactivar la producción interna, por medio de incorporar dos millones de hectáreas al cultivo, duplicar el monto de créditos que hoy disponen los productores de granos, disminuir en 50 por ciento las tasas de interés y alinear los apoyos gubernamentales. Y también por la vía de mayor productividad y de mayores fuentes de empleo rurales.

Sin embargo se requiere una decisión política que hoy no observamos en el gobierno federal ni en los estatales, además de que encontramos una posición pasiva del Congreso de la Unión.

Con la devaluación, los precios de importación de los granos se han elevado. Por eso tenemos un incentivo. En el caso del maíz, el principal básico, el precio internacional ha caído en los mercados internacionales en los meses recientes, de seis a cuatro dólares por bushel, pero el peso ha pasado de 10 a 15 dólares, y hay que agregar los costos asociados de la importación, también dolarizados, de manejo y transporte.

Los precios de la oferta nacional resultan más competitivos. El maíz blanco está hoy en el orden de dos mil 650 pesos por tonelada, un precio inferior a dos mil 850 o dos mil 900 que sería el precio de indiferencia de importar maíz blanco o es el que podría obtenerse si se exporta a Centro y Sudamérica o África. Entonces está siendo castigado el precio del maíz blanco, pero esa es una oportunidad frente a las importaciones caras procedentes de EU y ello hace previsible la caída de importaciones. Ya en 2008 México importó ocho millones de toneladas de maíz frente a 10-11 millones del año anterior y se calcula que en 2009 serán 6.5 o siete millones de toneladas.

Pero hay una contraparte negativa de la devaluación, que encarece los insumos de los que dependemos, como fertilizantes, semillas, maquinaria y equipo y refacciones. Es indispensable entonces relanzar un programa de producción nacional de fertilizantes, de químicos, de biofertilizantes y abonos orgánicos, así como el desarrollo de producción nacional de semillas a bajo costo y de alta calidad. Es un conjunto de acciones que en el corto y mediano plazos generarían mayor oferta interna y tendríamos una canasta alimentaria de más bajo precio y de más fácil acceso para los consumidores.

Por otra parte, tenemos problemas estructurales. Grandes compradores como Maseca arguyen problemas de liquidez y están retrasando el pago de las cosechas, lo cual es una presión de carácter especulativo. Estas compañías ejercen su poder de compra monopólico. Suspenden sus pagos a efecto de que los precios al productor caigan y propician incertidumbre en los agricultores, y el gobierno está pasmado, además de que también le conviene que se abatan los precios al productor para acotar las presiones inflacionarias. Eso es justamente lo contrario de lo que se debe realizar en una recesión económica profunda, pues es necesario que haya precios justos para el agricultor, para que incremente su producción. Por ello hay que crear reservas estratégicas alimentarias en México para evitar cualquier presión especulativa interna o internacional.

Hay que decir que la relación costo-beneficio resulta positiva para un grupo de productores medios y altos de granos básicos y no es rentable para un sector de pequeños productores, porque no tienen acceso a créditos, a subsidios, inversiones; su productividad es muy baja y sus costos muy altos. En ellos debemos enfocar los apoyos y el crédito.

Pesca

Mercados internacionales contraídos

Rafael Ruiz, presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Acuícola y Pesquera (Canainpesca).

La restricción del financiamiento a escala internacional afecta severamente a la pesca mexicana en sus mercados del exterior. En el estadounidense, que para nosotros es el más importante, los compradores están adquiriendo menos volúmenes por la falta de liquidez (lo que los lleva a reducir sus volúmenes de almacenamiento) y porque no cuentan con suficiente demanda. Esto se ve muy claramente en el camarón cuyas compras por lo general repuntaban en noviembre-diciembre. En 2008 no ocurrió eso. Así, la devaluación del peso no nos está ayudando a mejorar nuestra posición en el extranjero. En el mercado interno se ha reducido la demanda en general de los productos pesqueros, y más que una caída de los precios, no estamos viendo el alza que tradicionalmente se observa en la cuaresma. En el caso del camarón, que tiene su precio atado al dólar, vemos un precio interno que no se ha movido en dos años; la devaluación de más de 40 por ciento del dólar no se ha visto reflejada.

Sabemos que la duración de las crisis depende en gran medida de lo que hagan los gobiernos y las expectativas más benévolas o menos duras sobre la recuperación de la economía de Estados Unidos –que es de la que dependemos—son para 2010, por ello pensamos que obtendremos el rebote para el segundo trimestre de ese año. Habrá algunas ramas productivas que no aguantarán y otras que aun con pérdidas puedan sostenerse. En la actividad pesquera, lo más grave es que se siga deteniendo la actividad por falta de ventas o por incosteabilidad para tener los barcos activos; eso genera desempleo directo e indirecto. Nos preocupa que estamos teniendo una acumulación fuerte de inventarios. En cuanto a costos, somos altos consumidores de diesel marino, que representa hasta 60 por ciento de nuestros costos y sabemos que va a incrementarse cinco centavos mensuales; con la reducción de 75 por ciento en las alzas mensuales determinada por el presidente Calderón, nos disminuye el efecto de carestía. Pero hay que ver que otros costos siguen al alza, como cadenas, redes y mallas. Podemos hacer poco para controlar eso, lo más que podemos hacer es tener mayores volúmenes de captura, lo cual será factible si se concreta el acuerdo que firmamos con el gobierno federal, el cual implica ordenamiento, inspección y vigilancia.


Azúcar

Gran oportunidad de exportación a EU

Carlos Blackaller Ayala, presidente de la Unión Nacional de Cañeros de la Confederación Nacional de Productores Rurales (CNPR).

El tipo de cambio peso-dólar genera una gran oportunidad para que México se posicione en el mercado de Estados Unidos; los precios de exportación resultan muy atractivos respecto de los que privan en el mercado nacional. No tengo cifras precisas, pero en este año 2008-09 (septiembre-agosto) se está considerando que las ventas al mercado estadounidense y las empresas IMEX (que importan materia prima para reexportar procesado) sumarán unas 800 mil toneladas, esto es 550 mil de excedentes propios de la zafra actual y casi 300 mil de inventarios anteriores. El año pasado esta colocación fue de 600 mil toneladas, una cifra ya importante.

La ventaja es que ya el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), con una desgravación total, permite el acceso libre de azúcar de México a EU, y siendo nuestro país superavitario y EU deficitario, esas ventas están ocurriendo. Somos un proveedor natural. Estamos en una etapa en que ingenios y campo cañero debemos acrecentar la inversión productiva para lograr más eficiencia, productividad, competitividad y calidad.

Este año 2009 Estados Unidos realizará importaciones por dos millones de toneladas de azúcar; considerando que la cuota de importación que tiene comprometida (por mecanismos políticos) con varios países es de 1.2 o 1.3 millones, hay suficiente espacio para la colocación de azúcar mexicana.

Antes de 2008 (previo a la eliminación de aranceles del TLCAN) hubo manejos o malentendidos o desavenencias entre México y EU en materia de azúcar, relacionados con la interpretación de las reglas del tratado, que provocaron una sobreoferta del mercado nacional, la caída de precios, la precariedad de flujos económicas en los ingenios, pero el propio TLCAN y la situación deficitaria del mercado de EU genera hoy la posibilidad de que coloquemos nuestros excedentes allá, y la expectativa de aquí al año 2012 es exportarles cada vez más.