FOTO: Enrique Pérez S. / Anec |
Estrategias de Supervivencia
Óscar A. Chacón
El creciente desempleo que afecta a la
sociedad estadounidense en su conjunto
y cuya tasa oficial alcanzó 7.6
por ciento en enero, de acuerdo con el Buró
de Estadísticas Laborales, afecta de manera
más intensa, con una tasa de 9.7 por ciento
a fines de ese mismo mes, a la población de
origen latinoamericano.
Es importante aclarar que la tasa oficial
de desempleo es una medida imprecisa del
grado real del fenómeno, ya que sólo mide el
número de personas que están activamente
buscando empleo y se basa en el número de
casos de seguro de desempleo o cesantía involuntaria
abiertos. No toma en cuenta a los
trabajadores inmigrantes indocumentados,
quienes debido a su condición no pueden
solicitar seguro de desempleo, ni tampoco
considera a las personas que han agotado los
beneficios de dicho seguro.
Observadores aseguran que la tasa general
real de desempleo en Estados Unidos es de
12 por ciento. Esto sugeriría que la tasa real
del segmento de origen latinoamericano seguramente
andaba cerca de 14 por ciento a
finales de enero. Algunos de los sectores del
mercado laboral que más se han encogido en
los seis-nueve meses recientes, como el de la
construcción, son espacios en los cuales cientos
de miles de trabajadores mexicanos, y en
general latinoamericanos, se han empleado
en las dos décadas pasadas.
¿Hay regreso o no? Estas cifras y estimaciones
ilustran que miles y miles de trabajadores
inmigrantes en Estados Unidos, particularmente
los de origen mexicano, han
visto un deterioro en su situación laboral en
sólo un año. Ello ha generado mucha especulación
en torno al posible retorno masivo
de migrantes a sus lugares de origen. No hay
datos duros; sin embargo, las historias anecdóticas
que se escuchan a lo largo y ancho
de la Unión Americana sugieren que al menos
por ahora los migrantes han optado por
otras medidas para bregar con la crisis, antes
de considerar seriamente la posibilidad de
un retorno.
En primer lugar, el deterioro laboral de
muchos migrantes no necesariamente significa
haberse quedado sin empleo. En muchos
casos quiere decir que de haber tenido hasta
dos empleos, ahora sólo se conserva uno. En
otros casos, que han tenido que cambiar su
área de desempeño, por ejemplo, alguien que
perdió su empleo en la industria de la construcción,
ahora tiene uno en un restaurante,
ya que el migrante es muy flexible en cuanto
a su campo de ocupación. En ambos casos,
cambios de este tipo han afectado los ingresos
semanales y/o mensuales.
Si se toma en cuenta la dedicación al trabajo
que tienen los migrantes, y el hecho de que
con frecuencia devengan salarios inferiores a
las que se pagarían a no migrantes, particularmente
sin son de raza blanca o negra, los migrantes
no son necesariamente un grupo en
la primera línea de personas a despedir cuando
un patrón determinado está considerando
maneras de reducir sus costos de operación.
Estrategias ante la crisis. En todo caso, el
deterioro laboral ha derivado en reducción de
los gastos de funcionamiento de las personas
y/o familias migrantes, en una vida más austera
en Estados Unidos. Algunas de las medidas
que están tomando son: (a) compartir vivienda
con familiares y amigos, lo cual además de
reducir el gasto en arrendamiento mensual,
genera ahorro en servicios como gas propano
y electricidad; (b) eliminación de gastos superfluos,
como comidas en restaurantes, teléfono
móvil y otros gastos de entretenimiento;
(c) una revisión cuidadosa de los gastos semanales
en el supermercado, para eliminar
de la dieta todo lo que sea prescindible, y (d)
reducción de gastos de ropa, calzado y otras
áreas de compras no urgentes.
La realidad es que la idea de regresar, especialmente
para los migrantes sin papeles, es
una decisión sumamente delicada. Además de
sopesar cuidadosamente la condición social y
económica a la cual se tendría que regresar, la
esperanza de que pueda haber un cambio en la
política de inmigración de Estados Unidos que
les beneficie hace que muchas personas migrantes
indocumentadas resistan fuertemente
la idea de regresar al país de origen como la
primera acción a tomar en respuesta a la crisis.
La ausencia de una condición de vida que
ofrezca verdaderas oportunidades de seguridad
personal, bienestar y progreso para la
mayoría de personas en México o en el resto
de América Latina, es decir la falta de condiciones
óptimas de desarrollo económico y
social, pesa mucho a la hora de considerar la
idea de regresar. La pregunta que muchos se
hacen es: ¿A qué voy a regresarme a México?
Mientras no haya respuestas positivas,
concretas y responsables a esta pregunta, no
sólo será improbable que migrantes mexicanos
quieran voluntariamente regresar, sino
que muchas más personas seguirán viendo
en la migración la única manera de alcanzar
una mejor condición de vida para ellos y sus
familias, aun en el marco de una crisis económica
global.
Director ejecutivo de la Alianza
Nacional de Comunidades Latino
Americanas y Caribeñas (NALACC)
www.nalacc.org
650 mil Mexicanos ven Cerrar Válvula de Escape
Lourdes Edith Rudiño
Entre 2000 y 2006 unos 600 mil connacionales emigraron
anualmente a Estados Unidos (EU) y en 2007
lo hicieron otros 650 mil, la mayoría con la intención
de quedarse en aquel país de forma definitiva y no regresar
a México más que por sus familiares, porque –como lo
advirtió en noviembre la Federación del Sur de Zacatecas,
que integra a más de 60 clubes de migrantes– “aquí no hay
garantías de empleo, bienestar y ni siquiera de integridad
física” dada la violencia galopante.
Pero hoy surge una gran pregunta: ¿adónde van a ir o qué
va a pasar con los migrantes potenciales? Por la grave crisis
económica y financiera que sufre, la Unión Americana no está
en condición de absorber esos 650 mil mexicanos por año, y
en México no se están generando empleos –en 2007 sólo se
crearon 150 mil nuevos puestos de trabajo–, comentó Rodolfo
García Zamora, académico de la Universidad Autónoma de
Zacatecas (UAZ).
Señaló que el modelo económico aperturista que se aplica
en México desde diciembre de 1982 –y que privilegia los servicios
al gran capital y desatiende sus obligaciones de bienestar
y progreso de la población– tuvo como válvula de escape una
creciente emigración hacia EU, que se agudizó siempre en
los años de crisis (1982, 1994) de tal forma que los diez estados
del centro y occidente de la República presentan hoy un
56 por ciento de despoblamiento, y en el caso particular de
Zacatecas, que es el caso extremo, un 75 por ciento. En esta
entidad ha influido de manera definitiva la ausencia de rentabilidad
de su principal cultivo agrícola, el frijol.
Éxodo por miedo. La emigración ha ocurrido no obstante el
endurecimiento de la frontera norte desde hace 20 años y ahora
mismo en las comunidades la gente sigue “votando con los
pies”: buscan emigrar aprovechando sus redes sociales y familiares
trasnacionales, y ya no sólo por los conflictos de desempleo
y económicos, también por el miedo, el pánico y la violencia.
“Hace tres años era desconocido que hubiera esas migraciones
por miedo desde Zacatecas, Durango, Jalisco, Michoacán,
Guanajuato... y ahora hay un éxodo de cientos de familias que
han sido objeto de secuestro, extorsiones, robos y asesinatos”.
Entrevistado en el marco del seminario “La crisis económica
en Estados Unidos y México. Implicaciones para los migrantes”,
organizado por Iniciativa Ciudadana para la Promoción
de la Cultura del Diálogo, García Zamora dijo que en la UAZ
hicieron un estudio en noviembre y diciembre pasados sobre
29 comunidades de Zacatecas para observar los fenómenos de
la migración en medio de la crisis económica. Los resultados
más importantes fueron: a) Hay una caída en las remesas a
una tasa de más del doble respecto de la caída nacional; b) las
remesas llegan más espaciadas, debido, dicen los familiares a
que hay menos trabajo en EU y los migrantes ya no tienen dos
trabajos, y en algunos casos se quedaron desempleados; c) los
emigrados no piensan regresar mientras puedan sobrevivir en
EU. El retorno será la última opción pues ven que sería imposible
regresar después a ese país en las condiciones actuales.
Urgen empleos. El entrevistado, docente del doctorado
de Estudio del Desarrollo de la UAZ, consideró urgente una
reorientación del modelo económico de México y como
primer paso aplicar una “economía de guerra” para generar
empleos, por lo menos 1.2 millones anuales –lo cual debería
ocurrir incluso por coherencia, pues Felipe Calderón se
promovió en campaña como “presidente del empleo”—; de
otra manera ocurrirá una desintegración económica, social
y política del país. “El empleo debió ser la prioridad cuando
el Congreso aprobó el presupuesto federal”.
Recordó que, según varios analistas, este año la crisis económica
en México podría arrastrar a 10 millones de mexicanos a
la pobreza, con lo cual sumarán 65 millones en esa condición.
Hasta hoy el Ejecutivo y el Congreso se han mostrado
autistas; “tal parece que están esperando estallidos sociales
para que tengan que asumir la gravedad de la crisis social,
económica, política, de legitimidad y de confianza; parece
que quisieran llevar al país al extremo de la colombianización
y la pobreza para darse cuenta de que no pueden seguir
gobernando de espaldas a la realidad y al bienestar del
pueblo. Y eso explica los temores no sólo del Congreso de
EU, sino también de los órganos de seguridad y del propio
ejército del país.
“(...) Hay un gran cinismo de la clase política mexicana.
Están preparando el proceso electoral de 2009 como si no
hubiera crisis, y la estimación de que van a derrochar cerca
de 18 mil millones de pesos en las elecciones demuestra una
actitud criminal, porque con 50 por ciento de eso podrían
generarse fondos regionales de desarrollo y fondos emergentes
de empleo. Con abstencionismo en las votaciones, la sociedad
va a sancionar la incompetencia y mezquindad de la
clase política que padecemos”.
Caída del PIB. Sobre Zacatecas particularmente comentó
que las remesas que llegaron al estado en los ocho años
recientes rebasaron los 600 millones de dólares anuales; en
el momento en que caen, se da una recesión; es previsible
una caída de 1.5 puntos en el Producto Interno Bruto estatal.
“Al margen del presupuesto federal, las remesas son nuestra
principal fuente de ingresos propios, la segunda es la agricultura,
que está en crisis, con el frijol sin precio. Vemos una
tendencia hacia el estancamiento crónico de Zacatecas”.
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