17 de marzo de 2009     Número 18

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Guatemala

El estrangulamiento económico y su impacto en el campo

Susana Gauster

El 2008 se caracterizó por múltiples crisis que salieron a luz conforme avanzó el año. Inició con la crisis alimentaria y la energética, que se manifestaron con mayor fuerza en el primer semestre del año, y siguió con la financiera, lo cual completó la crisis del modelo económico en el segundo semestre. Al final se hizo evidente que todas las crisis tenían una misma causa: el total descontrol de los mercados en cuya capacidad de autorregulación habían confiado ciegamente las doctrinas neoliberales.

Los precios de los alimentos se incrementaron de forma imparable desde finales de 2007, con un pico en los de maíz, trigo y arroz entre marzo y junio de 2008. El petróleo llegó a su precio más alto en julio y cayó después a niveles no vistos en años: en sólo cinco meses se desplomó a una cuarta parte del pico de julio (de 132.5 dólares el barril a 41).

Mientras la canasta básica alimentaria (CBA) y vital en Guatemala participó de lleno en la subida precios, no sucedió lo mismo cuando los precios internacionales cayeron. En lugar de bajar, se estabilizaron y se han mantenido en niveles superiores a los internacionales.

Salarios insuficientes. Todo esto ha dañado gravemente la capacidad de la población para adquirir alimentos, bienes y servicios. El salario mínimo agrícola, que en 2006 servía para adquirir más de 90 por ciento del costo de la CBA , cubrió sólo 74 por ciento en julio de 2008. En noviembre se dispuso un aumento del salario mínimo de 10.63 por ciento pero aún así apenas se logró cubrir el 78 por ciento de esta canasta en enero de 2009. A eso se suma que los trabajadores rurales siguen reportando salarios reales que están entre 15 y 40 por ciento debajo del salario mínimo agrícola.

Por otro lado, los productores rurales que todavía tienen suficiente tierra para cultivarla están sufriendo los efectos del alza en los costos de producción. Ello, debido al incremento internacional de los precios de los fertilizantes. Sin embargo, de nuevo, cuando los precios de los fertilizantes en los mercados globales empezaron a bajar, no sucedió lo mismo en el país. Hoy en día en Guatemala se cobra casi el doble por algunos fertilizantes respecto del mercado internacional. La concentración del negocio en pocas empresas que definen los precios de manera cartelizada es evidente.

Por haberse hecho dependientes de estos paquetes agroquímicos, hoy muy encarecidos, muchos productores dejaron de producir parte de su tierra. Sólo cultivan lo que el capital disponible les permite. Si al costo de producción se suma el de arrendamiento (para quienes no poseen tierra), la actividad se hace insostenible pues los precios que los productores obtienen no han aumentado en la misma medida que los costos. Se estima que todo ello afectará la producción maicera del año agrícola 2008-09, y ahondará la dependencia alimentaria del país.

Sustentabilidad. Los menos afectados de la crisis han mostrado ser las comunidades que poseen tierra y aplican modelos productivos agro-ecológicos. No han sufrido el aumento en los costos de producción y, por aplicar sistemas agroforestales, producen una diversidad de productos (alimenticios –maíz, frijol, haba, frutas– y energéticos como la leña) que les permite hacerse mucho menos vulnerables frente a choques externos.

Todo esto manifiesta lo falaz de los postulados de las instituciones financieras internacionales, que han venido reduciendo la actividad agrícola a un simple aspecto de “competitividad”, y lo verídico de los postulados de la soberanía alimentaria.

Coordinadora del Instituto de Estudios Agrarios y Rurales de CONGCOOP, Guatemala

FAO y Oxfam

Continúa la
Debacle Alimentaria

  • Anulados hoy, los esfuerzos de 15 años de abatimiento del hambre en AL
  • En dos años crecen 120 por ciento las importaciones de granos de países pobres

Como efecto de la crisis alimentaria mundial, con precios que ascendieron vertiginosamente durante los dos años pasados, en 2007 el número de personas con hambre en el planeta aumentó en 75 millones respecto de 2003-05, en lugar de disminuir en 43 millones –como se esperaba para atender el compromiso de la Cumbre Mundial de Alimentación de 1996— y se estima que en 2008 otros 40 millones engrosaron las filas del hambre, lo cual significa que en total hay 963 millones de malnutridos, de una población total de 6 mil 500 millones de personas. Esto es, casi uno por cada seis.

Así lo consignó Jacques Diouf, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y vicepresidente del Equipo de Tareas de Alto Nivel sobre la Crisis Mundial de la Seguridad Alimentaria , en la reunión “Seguridad alimentaria para todos”, celebrada en Madrid.

Allí advirtió que la situación internacional actual, “marcada por una grave crisis del sistema financiero”, limita el reto de realizar inversiones en la agricultura, particularmente de los países pobres, lo cual es preocupante pues, si bien los precios globales de los productos agrícolas han descendido desde julio de 2008, “ello no debe interpretarse como el final de la crisis alimentaria. Esta crisis no sólo sigue estando presente, sino que puede aun agravarse”.

Riesgo de más carestía. Explicó: la contracción de los precios agrícolas, la incertidumbre económica y la limitación del financiamiento podrían desalentar a los agricultores. La siembra del próximo ciclo 2009/10 podría reducirse y caer la oferta con un consecuente aumento brusco de los precios, “que podría ser más fuerte que el de 2007 y 2008” , a menos que se amortigüe por la recesión económica (por caída de consumo). Además, la demanda creciente de productos agrícolas para el sector de la bioenergía apunta a agudizar los riesgos de la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo, donde la malnutrición afecta particularmente a niños, mujeres e indígenas.

La FAO ofreció en esa reunión datos que son “prueba abrumadora” del bajo nivel de inversión agrícola en los países pobres: en 2008 la producción mundial de cereales (maíz, trigo, sorgo, canola, centeno, cebada) se estima en dos mil 245 millones de toneladas. Esta es una cifra récord que se debe a un incremento de 11 por ciento en las cosechas de los países industrializados; en las naciones en desarrollo tan sólo hubo un alza de 1.1 por ciento, y de hecho, si se aíslan las producciones de China, India y Brasil, el resto del mundo en desarrollo disminuyó en 0.8 por ciento.

También las cifras revelan la creciente dependencia de los países en desarrollo. En el año 2007-08 las importaciones que hicieron de cereales sumaron 78 mil millones de dólares, 127 por ciento más que los 34 mil millones de 2005-06.

Inventarios escasos . Un elemento que muestra la vulnerabilidad de la oferta alimentaria y el riesgo de nuevos encarecimientos es que las reservas de cereales en el mundo son de apenas 431 millones de toneladas y su relación respecto al consumo es de 19.6 por ciento, su nivel más bajo de 30 años, según la FAO.

Un reporte de la FAO sobre el “Panorama del hambre en América Latina y el Caribe” indica que “la región continúa siendo vulnerable a los shocks externos y se encuentra en una situación expectante dado el nuevo escenario de crisis económica mundial.” Dice que el subcontinente logró avances importantes en la reducción del número de hambrientos entre 1990-92 y 2003-05. Pero esos logros, y en general los registrados en los 15 años recientes, “prácticamente se perdieron entre 2005 y 2008 por la escalada de precios de los alimentos”, y se espera que la situación se agrave en 2009 debido a los efectos de la crisis financiera y desaceleración de la economía mundial, y al menor acceso a alimentos y otros bienes por causa del desempleo y reducción de ingresos de remesas en los hogares pobres.

Según la FAO , en América Latina y el Caribe las personas malnutridas en 1990-92 sumaban 52.6 millones, esto es 12 por ciento de la población total, y para 2003-05 la cifra bajó a 45.2 millones, ocho por ciento de la población. En el caso específico de México, en el primer período los malnutridos fueron 3.8 millones y en el segundo bajaron a 3.4 millones. La FAO no define cifras específicas para los años recientes.

Nuevos embates. Las inquietudes de la FAO son compartidas por otras instancias que siguen de cerca el tema de la crisis alimentaria. En la misma reunión de la FAO en Madrid, Carlos Galian, experto de Oxfam Internacional en política agrícola, alertó que aun cuando los precios de los alimentos han bajado desde julio de 2008, “no han regresado a sus niveles anteriores y es probable que aumenten significativamente en el futuro”.

Para Oxfam, lo que hoy vivimos es producto de “décadas de inversiones paupérrimas en agricultura, sumadas a la creciente amenaza del cambio climático”. Y el aumento precipitado de gente malnutrida obedece también a la escasez de agua y energía y a la inestabilidad política y conflictos armados en varios países.

En enero la organización, junto con Chatham House (grupo de expertos del Reino Unido), publicó los informes “Mil millones de personas hambrientas” y “Alimentar a nueve mil millones”, donde auguran que para 2050 la población global sumará nueve mil 200 millones de personas y el número de malnutridos podría crecer hasta en 170 millones. En los documentos se hace un llamado a una acción conjunta de políticos y empresas privadas para enfrentar el reto del hambre.

Los textos también plantean que “los países en desarrollo deben incrementar sus medidas de protección social para los más desfavorecidos, incluyendo pagos en efectivo y planes de creación de empleo para los que estén en riesgo de padecer hambre. Los países ricos deben asegurar un financiamiento predecible a largo plazo para que los países en desarrollo puedan invertir en agricultura y adaptación al cambio climático”.

En la reunión de Madrid, Galian dijo que “las instituciones internacionales y los donantes deben modificar la tendencia de décadas de inversiones mínimas en agricultura y descartar abiertamente políticas tergiversantes como las referentes a biocombustibles, que no hacen más que empeorar todo”. (LER)

Cifras de la crisis alimentaria

Uno de cada seis habitantes del planeta pasa hambre, casi mil millones de personas

13 millones de niños nacen cada año con problemas de crecimiento a nivel intrauterino, lo que significa atrofias incluso antes de nacer debido al hambre que sufren sus madres.

Entre 50 y 60 por ciento de la mortalidad infantil en los países en desarrollo se debe al hambre.

El riesgo de muerte es 2.5 veces superior para los niños con una leve desnutrición que para aquellos bien alimentados.

La proporción de asistencia al desarrollo internacional dedicada a la agricultura ha descendido desde un 5 por ciento en 1980 a 3 por ciento en la actualidad.

Los pobres son particularmente vulnerables a los cambios en los precios de los alimentos, debiendo gastar hasta 80 por ciento de sus ingresos en alimentación.

Antes de la crisis reciente:

Más de 24 mil personas ya morían de hambre cada día.

Cinco millones de niños menores de cinco años de edad morían cada año por causas relacionadas con el hambre.

Unos 16 mil niños morían cada día por causas relacionadas con el hambre: uno cada cinco segundos.

FUENTE: Oxfam Internacional.