Gabriela Díaz-Alatriste enarboló la batuta de la sinfónica del Instituto Politécnico Nacional
El programa estuvo integrado con partituras escritas por compositoras mexicanas, una francesa y una estadunidense
La impronta implicó también la reapertura del Auditorio Alejo Peralta
Sábado 14 de marzo de 2009, p. 4
El debut de la directora Gabriela Díaz-Alatriste como titular de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), la noche del jueves ante el público del Politécnico, estuvo marcado por la emotividad.
Fue un concierto fuera de temporada con el cual, por una parte, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer y, por otra, representó la reapertura de la sede de la agrupación, el Auditorio Alejo Peralta del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, en Zacatenco, tras su remozamiento.
El programa fue una repetición fiel del ofrecido apenas un día antes en la Cámara de Diputados, el cual marcó la presentación oficial de Díaz-Alatriste en el podio de la orquesta politécnica.
Apenas el pasado 9 de marzo el director del IPN, José Enrique Villa Rivera, la nombró directora titular de la agrupación, en sustitición de Juan Carlos Lomónaco, lo que representa un hito en el ámbito de la música de concierto en México, al ser la primera mujer titular de una sinfónica en el país.
Mucho público joven
Sin importar la torrencial lluvia que azotó a la capital de la República durante gran parte de la tarde del jueves, la sala registró casi un lleno total. Público joven en su mayoría, seguramente estudiantes de ese centro, aunque también había funcionarios del IPN, entre ellos su director general, así como adultos mayores.
Las partituras que interpretó la sinfónica del IPN durante las casi dos horas que duró la velada, con todo y los 15 minutos de intermedio, fueron obras escritas de forma exclusiva por mujeres.
Fanfarria para la mujer poco común, de la estadunidense Joan Tower, fue la primera pieza. Breve en duración, sólo requirió de las secciones de metales y percusiones para su ejecución.
Le siguió la partitura de la parisina Lili Boulanger, De una mañana de primavera, la cual se destacó por el alegre brillo con el que fue abordada por la sección de cuerdas. También de unos cuantos minutos de duración.
Cambio de última hora
Antes del intermedio, la orquesta y su directora encararon sendas creaciones de un par de compositoras mexicanas contemporáneas: Oikabeth, de Leticia Armijo, y Tango, de Gina Enríquez.
La primera es una obra de corte muy apegado al Romanticismo, intensa y lacónica, alegre por momentos. La segunda, como su nombre lo indica, fue un arrabalero e intenso tango, cachondón en varios momentos. Fueron éstas las piezas más ovacionadas del concierto, lo mismo que sus autoras, las cuales estuvieron presentes.
El programa sufrió un cambio de último momento por causas de fuerza mayor
, según se dijo. En lugar de Clarone, concierto para clarinete bajo y orquesta, de la también mexicana Alejandra Odgers, se interpretó en la segunda parte el Concierto para piano y orquesta en mi menor, de Federico Chopin, con Eva María Zuk como solista.
Por cierto, trascendió que esas causas de fuerza mayor
no respondieron a otra situación que la imposibilidad de la orquesta para ejecutar de forma correcta la obra de Odgers.