Madrid, 11 de marzo. Madrid recordó con sobriedad este miércoles el quinto aniversario del atentado islamita perpetrado el 11 de marzo de 2004 contra la red de trenes de Madrid, que provocaron la muerte de 192 personas y más de mil 900 heridos.

El principal acto de homenaje se llevó a cabo en el Bosque del Recuerdo, del Parque del Retiro, donde se reunieron los familiares de los fallecidos para leer un texto en que enumeraron a cada una de las víctimas mortales, al tiempo que criticaron la falta de diligencia de los líderes políticos con sus problemas administrativos.

Los parlamentarios del Congreso y del Senado abrieron sus sesiones con sendos minutos de silencio por las víctimas de las 10 bombas que estallaron en el sistema de trenes capitalino.

El presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, así como el líder del opositor Partido Popular, Mariano Rajoy, manifestaron, durante sus intervenciones en el Congreso, su apoyo y reconocimiento a todas las víctimas y familiares de los atentados.

En aquellos días, el ex presidente español José María Aznar, vinculado con los círculos neoconservadores estadunidense y europeos, expresó su total apoyo a la escalada bélica en Irak, incluso mandó tropas y armamento pesado al país invadido.

La respuesta del integrismo de raíz islamita al apoyo de España a esa guerra fueron diversas amenazas por parte de esos grupos vinculados con la red Al Qaeda de Osama Bin Laden.

El atentado del 11de marzo en Madrid se produjo a solamente unos días de las elecciones presidenciales y en medio de una movilización ciudadana contraria a la guerra y muy crítica con el gobierno derechista español.

A cinco años de esa matanza, los principales responsables están muertos –se inmolaron un mes después del atentado cuando estaban cercados por la policía– o están en la cárcel, después de un macroproceso judicial que culminó con sentencias inculpatorias a los autores materiales y a colaboradores necesarios.

Sin embargo, las consecuencias del atentado están aún vivas en la sociedad española, ya que más de 100 personas permanecen sometidas a tratamientos médicos y sicológicos, mientras una joven está en estado de coma desde aquel jueves de 2004.

Además, varios cientos de personas más permanecen a la espera de que les entreguen las prometidas indemnizaciones.