La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrolla una tecnología con base en nanopartículas denominadas acuasomas, para que, por medio de vectorización, el medicamento llegue directamente al órgano enfermo, y se evite que la sustancia se esparza por todo el cuerpo y, con ello, efectos secundarios.

Irma Rojas Oviedo y Carlos Tomás Quirino Barreda, académicos de la unidad Xochimilco de esa casa de estudios, encabezan el proyecto. Explicaron que los sistemas farmacéuticos especializados, como los acuosomas, abren la posibilidad de reducir la toxicidad de los medicamentos, pues logran mejor dosificación y mayor eficacia.

Actualmente, los investigadores de la UAM experimentan con acuosomas cargados con indometacina, antinflamatorio utilizado en el tratamiento de algunas patologías oculares graves, como uveítis y retinitis, para las cuales puede ser necesario poner el fármaco en contacto directo con los tejidos intraoculares sobre los que debe actuar.

Los especialistas señalaron que el acuosoma, por su escala nanométrica, tendrá la ventaja de permear la membrana del ojo para alcanzar concentraciones terapéuticas en el lugar preciso y disminuir así los efectos adversos derivados de un tratamiento sistémico o de las soluciones oftálmicas tradicionales.

La indometacina y otros medicamentos poco solubles, así como las proteínas de origen biotecnológico y los genes, son susceptibles de ser incluidos en estos nuevos vehículos de liberación precisa, conocidos como acuosomas.

Labor conjunta con la UNAM

Los acuosomas son elaborados en los laboratorios de Farmacia Molecular y Liberación Controlada y de Síntesis de Polímeros, ambos con sede en la unidad Xochimilco. Están formados por un núcleo inorgánico recubierto con un polímero que sirve de puente con la molécula que será transportada; la vectorización o direcció hacia el órgano o tejido diana suele obtenerse mediante la incorporación de una sustancia que pueda reconocer las células del órgano o tejido específico.

Para esta investigación, los científicos de la UAM trabajan de manera conjunta con investigadores del área de Tecnología Farmacéutica de la unidad Xochimilco, y del Instituto de Física, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Gracias a estos avances se ha logrado la formación de recursos humanos en el campo de la nanociencia y nanotecnología en el país, por lo que debería incluirse en el currículum de licenciatura y posgrado para no quedar a la zaga del progreso científico.

Explicaron que los estudios realizados también buscan sentar las bases para la regulación en el área de la nanotecnología farmacéutica.