La artista presenta en el museo Tamayo 41 trabajos creados durante cuatro décadas
Martes 10 de marzo de 2009, p. 8
La artista Liliana Porter (Buenos Aires, 1941) realizó su primera exposición cuando apenas tenía 17 años y, por azares del destino, fue en la galería Proteo, en México.
Radicada en Nueva York desde 1964, más de medio siglo después regresa para presentar cuatro décadas de trabajo con Liliana Porter: Línea de tiempo, exposición que comprende 41 obras, entre pintura, grabado, dibujo, fotografía, instalación y video, que se presenta en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, cuya colección permanente cuenta con una pieza de Porter.
El eje de la exhibición es el uso o diálogo con el tiempo en la obra de Porter, algo que comparte con su compatriota Jorge Luis Borges, expresa Tobías Ostrander, curador del museo Tamayo. Se pidió a la artista la reimpresión del fotograbado La línea (1973) para agregarle una nueva capa temporal.
Para La línea, Porter comenzó con el trazo de una línea sobre su dedo y luego la continuó sobre la superficie de un papel blanco. Después lo fotografió para producir un fotograbado que habría de imprimirse en otra hoja de papel. Sobre esta nueva superficie dibujó una línea que daba continuidad a aquella que originalmente había dibujado sobre la mano.
Aunque el espectador observa una única línea continua, en realidad ésta ha recorrido distintos tiempos y espacios.
En esta exposición antológica las obras fueron elegidas para seguir un argumento. Porter sostiene que cada artista tiene un tema que es recurrente a lo largo de los años
. En su caso tiene que ver con la representación, en el sentido de que ésta se sitúa entre el espacio virtual y el real y, por tanto, cómo conversan o se confunden o uno cuestiona qué es lo real y lo virtual, porque da la impresión que todo el tiempo estamos reinventando la realidad
.
La artista ingresó a la escuela a estudiar arte a los 12 años. En 1958 su familia se trasladó a México y Liliana empezó a tomar clases en la Universidad Iberoamericana, donde uno de sus profesores predilectos
fue Mathias Goeritz, ejemplo de la libertad, de lo transgresor, de las ideas nuevas
.
Latinoamericana en Nueva York
A raíz del cambio de contexto fuerte
en su época adolescente, Porter entendió por primera vez que la realidad puede ser de diferentes maneras y que las cosas se designan con distintas palabras.
El traslado a Nueva York fue aún más fuerte, porque “es otro idioma y otra forma de percibir, no sólo la realidad, sino a mí misma. Además, cuando se empieza a hacer obra en otra cultura, se tiene que preguntar para quién la hago, quién es mi público.
Uno se tiene que ubicar desde todo punto de vista ideológico. O sea, de golpe me fue muy claro qué quiere decir ser latinoamericano y también qué es lo que siento que soy. Aunque vivo en Nueva York desde 1964 me siento totalmente latinoamericana, argentina, y que mi obra tiene todo, o sea, que los puntos de referencia siempre están allí aunque, por supuesto, se le agregó toda mi experiencia neoyorquina, que me parece enriquecedora.